miércoles, 9 de agosto de 2023

Piñera en ciernes

 


 Pedro Marqués de Armas


 Su poema sobre Julián del Casal, “Naturalmente en 1930”, me ha hecho indagar en cronologías. La razón: el enigmático título, tanto más si el propio poeta hace énfasis en lo “natural” de un acontecimiento que se desconoce, al menos en mi caso.

 En 1930 Piñera tenía 18 años y es posible que se refiera simplemente al descubrimiento de la poesía –porque la sexualidad se le había revelado mucho antes. Verdad que algunos sitúan tal evento a su llegada a Camagüey en 1925, pero, además de que resulta demasiado temprano, nada lo confirma.

 A falta de ese dato que ningún amigo ha podido satisfacerme, haré un rodeo por el Piñera recién llegado a la capital: el estudiante, el inquilino, el poeta que comienza a frecuentar el ambiente literario y, algo menos conocido, el recitador. (Todo esto, con algunos pases al pasado.)

 No hay que olvidar que Virgilio llega a una ciudad de declamadores, fenómeno que, a decir verdad, invadía a todo el país arrullado no solo por la poesía modernista, neorromántica y afronegrista, sino también por la décima criminal.

 Saliera directamente de los escenarios o circulara a través de las ondas radiales, el aire estaba permeado de poesía, alimento de clases medias en un país donde el amor, el melodrama y los suicidios campeaban por su suerte.

 El arribo de Piñera tuvo lugar en la primavera de 1937. En marzo de ese año había solicitado matrícula gratis en la Universidad, por carecer de recursos, por lo que presentó una declaración jurada de su situación con el aval de varios testigos:

Datos que justifican mi condición de pobre: No tengo empleo. Somos ocho de familia, trabajando sólo una hermana que es maestra de kindergarten. Es la única entrada regular que tenemos, la cual por ser reducida, ya que sólo son $58, no nos alcanza para cubrir los gastos de una matrícula.

 Piñera descubre su vocación literaria en Camagüey, como alumno de Bachillerato de Felipe Pichardo Moya, profesor y poeta que le inculcó la pasión por la poesía a la par que por la arqueología taína: un aprendizaje -el arqueológico- cuyos vestigios pueden apreciarse en “La isla en peso”. Pero lo más probable es que ese acontecimiento no haya ocurrido en 1925, sino más tarde, a edad más propicia.

 Asiste a las tertulias del profesor Felipe Echemendía y hasta escucha una lectura de Blaise Cendrars, quien había ido a parar a Camagüey, presentado allí por Nicolás Guillén. Aunque habría que precisar mejor el momento, todo indica que estamos a inicios de los treinta. Sería entonces cuando comienza a compartir con otros jóvenes amantes del arte, entre ellos Felipe Balbis y los hermanos Natalio y Carlín Galán (este último destacado recitador).  

 ¿Comenzó a escribir en 1930 y existen unos años secretos de los que no queda constancia? Si seguimos las cronologías, su actividad literaria comenzaría entre 1934 y 1936, es decir, entre sus 22 y 24 años, lo que parece tardío. Que entonces se encontrara con Emilio Ballagas y fundara la Hermandad de Jóvenes Cubanos, asociación camagüeyana que promovía la educación y la cultura, no tiene que ser el punto de partida. 

 En La vida entera, no reconocía su poesía anterior a 1940 y aseguraba que la escrita ese último lustro "o se ha perdido o la desaparecí yo mismo". De 1935 son los poemas “Muchacho azul” y “El grito mudo”, este último el elegido por Juan Ramón para su célebre antología; pero otro poema, “Invitación al suicidio”, es por lo visto, bastante anterior. Sobre el mismo, su hermana Luisa evoca:

Una de las cosas más antiguas que de él quedaron fue un poema titulado “Invitación al suicidio”, y siempre me pidió que no se lo mostrara a nadie. Incluso prometió quemar todos los textos pertenecientes a ese período, mas murió sin cumplirlo: entre los papeles que dejó están muchos de aquellos escritos.

 Manuel Villabella, que estudió sus años camagüeyanos, estima que se encuentra entre sus primeras producciones, pero posterior a los “apuntes y papeles echados al cesto”. El poema aparecía, junto a otros, en una misma “cuartilla” que obsequió a su cercano Carlín Galán. Si bien lo apostilla “Invierno de 1935, La Zambrana”, dos elementos apuntan a que pudo ser escrito mucho antes: su estilo dista demasiado del resto de los concebidos ese año y, en realidad, Virgilio vivió en el reparto La Zambrana -como especifica Villabella- entre 1928 y 1931.

 El estilo más próximo al postmodernismo, pero sobre todo a los tanteos y conflictos adolescentes, nada tiene que ver con el de “El grito mudo”, por ejemplo.

Ha llegado un viajero, caminante incansable,

barrenando las horas y el silencio también:

un viajero muy lento, no parece que marcha

(...)

Enseguida me cuenta el motivo del viaje…

con febril impaciencia y con honda emoción:

“He venido –me dice– a invitarte al suicidio,

a interrumpir el ritmo de tu vida tan ruin”. 

(“Invitación al suicidio”) 

 Puede, por tanto, que la “copia a máquina” sea de 1935, no el poema. No pretendo, sin embargo, sino ventilar una duda, una sospecha. A fin de cuentas, la coronación de sus comienzos llega con la antología de Juan Ramón Jiménez. 

 A finales de 1936, la Hermandad de los Jóvenes Cubanos auspició la presencia en Camagüey, gestionada por Piñera, del grupo Teatro de Arte La Cueva, que no mucho antes fundara en La Habana el dramaturgo Luis Alejandro Baralt.

 Ese mismo año, signado por la convocatoria de Juan Ramón, pero al margen de ella, se conocerían en un café habanero José Lezama Lima y María Zambrano, mientras a Baralt toca compartir con Antonin Artaud, con quien se encuentra -por azar y sin fecundación alguna- la tarde del 30 de enero en la barra del Edificio Bacardí.

 Baralt era entonces el teatrista cubano de mayor proyección, como el de más recursos. Piñera apuntaría: “En tan breve temporada conocí el teatro por dentro, algo de suma importancia para el dramaturgo. Pero no fue eso lo más importante, sino el hecho estimulador de ponerse por delante el teatro incitándome a escribirlo yo también. Resultado: escribí una obra en tres actos –Clamor en el penal.” 

 En agosto del 39, un jurado integrado por Baralt, Marquina y José Antonio Ramos recomendará su escenificación:  

 Una vez en la capital, Piñera vive a tope su triple condición de poeta, pobre y homosexual. Sobre este cambio, escribe: “El único cambio radicaba en la variedad; en la provincia yo me masturbaba y recitaba en soledad; aquí en La Habana comenzaba a hacerlo en compañía; en compañía dudosa y lacrimosa.”

 Reconoce que su “eterno combate contra la escritura”, ya instaurado, se torna más torturador.

 La pregunta ahora es con quiénes recitaba y se masturbaba, si ocurría al unísono o por separado. Algo de eso puede apreciarse en su poema autobiográfico “La Gran Puta”, que lo sitúa en el verano de 1937, cuando arriban sus padres a esa ciudad que alguna vez calificó de provinciana:

  Cuando en 1937 mi familia llegó a La Habana

 –uno de (los) tantos éxodos a que estábamos acostumbrados

 – mi padre –como tenía por costumbre sanguínea–

 se dio de galletas y se puso a echar carajos.

 Llegaron exactamente a la diez de la mañana de un día de agosto, y Virgilio se encaminó a recibirlos desde su cuarto de alquiler en San Lázaro y San Francisco, cerca de la Universidad; pero antes se detuvo a tomarse un jugo de papaya:

 antes de ir a esperar el Santiago-Habana

tomé un jugo de papaya en Lagunas y Galiano,

y como el deber se impone al deseo

perdí a un negro que me hacía señas con la mano.

 Gracias a los recuerdos y testimonios recogidos por Carlos Espinosa en Virgilio Piñera en persona, podemos hacernos mejor idea de aquellos venturosos días virgilianos y contrastarlos con las referencias de “La Gran Puta”.

 Una serie de lugares que frecuenta a la par que asiste a la Universidad y mientras se aproxima a los círculos artísticos y literarios:

 Solía visitar el restaurante La Genovesa, en Virtudes y Prado, acompañado de su amigo Oscar Zaldívar, donde “Panchita, una italiana operática, le decía doctor a Oscar y a mí no me decía nada”. Zaldívar era un viejo amigo camagüeyano que hablaba de la Avellaneda sin haberla leído y recitaba “El Cuervo” de Poe para éxtasis de Virgilio y horror de su hermana Luisa.

 En fin, otro recitante. Alguna vez se llegó Virgilio a la casa de empeños de Amistad y Ánimas, donde empeñó un saco viejo de su amigo, con quien parece que haya convivido. Es conocido que para sufragar la revista Poeta, que sacó en 1942, tuvo que empeñar sus dos únicos trajes.  

 Asiste al Auditórium de La Habana para ver “El Avaro” de Moliere, por Louis Jouvet, cuya temporada dramática -según Carpentier, una de las mejores que se vieron en La Habana- tuvo lugar a finales de 1939. Compara el recinto con una cazuela a la que llega jadeante. En esa ocasión Carpentier pasea a Jouvet por una Habana que lo maravilla a él también, de la que llevaba una década ausente, y años más tarde irán juntos a Port-au-Prince, sin que el francés lo siga hasta la Ciudadela de La Ferrière.

 A la noche, menos jadeante, o quizás más, Piñera realiza sus rondas por Zanja y Galiano, donde los soldados de kaki amarillo hacen “el fin de mes con los pesos de los homosexuales”.

 Estas rondas, que tienen algo de fantasmal, lo marcan, pues de esas experiencias y de ese entorno derivan otros dos grandes poemas suyos, concebidos también décadas más tarde: justo “Naturalmente en 1930”, en el que, en una de sus noches más oscuras (“entre tantas insondables”) ocurre su imaginario encuentro con Julián del Casal. Y "Una noche", en el que una voz espectral lo alcanza al alcanzar el cuchillo de Zanja.

 Pero sigo en 1937… En el célebre cabaré portuario Don Quijote, una madrugada, baila sobre una mesa disfrazado de maja. Allí se daban citas los travestis más conocidos de La Habana.  

 En otro cuchillo, el de San Miguel, escucha la voz “aflautada” de Panchitín Díaz presentando a la “putica” de turno; como escucha a Toña La Negra en la C. M. Q., o a Ñico Saquito y su cuarteto Compay Gallo en la C. M. B. Y.

 Y a veces le pasa por delante el Emperador del Mundo, “un negro tuberculoso con el pecho constelado de chapitas de Coca Cola” que, junto al Caballero de París, es el loco más célebre de La Habana.

 En mayo escribe el que tal vez sea su poema de recién llegado a la ciudad: “Única canción de sal”.

 Piñera era entonces, y lo seguiría siendo, un gran recitador, pathos extendido por toda la isla, pero que le venía también de casa, puesto que su padre era uno de esos consumidores de poesía a los que no bastaba con memorizar los poemas, sino que tenía, además, que declamarlos.

 Desde los años veinte, el padre de Piñera montaba “veladas artísticas” en la casa de Cárdenas, cuando el humor se lo permitía. Era adepto a Núñez de Arce y a Campoamor, a los que imitaba, pues también escribía versos. Y esas veladas se repitieron en Camagüey, por la época en que montó una fábrica clandestina de vinagre que lo llevó al borde la locura.  

 De tanto oírle recitar “El vértigo” o “El miserere”, Virgilio se los aprendió de memoria. Su hermana Luisa recuerda que “le privaba actuar y decir poemas” desde niño. Como el relato no tiene desperdicios, transcribo algún fragmento:

En la escuela de Cárdenas existía un enorme salón, con escenario, concha de apuntador y telón. En diciembre, antes de que saliésemos de vacaciones, se organizaba cada año una actividad cultural. Me acuerdo que en uno de aquellos actos mi hermano salió vestido de mandarín y yo de geisha, con unos trajes hechos por nuestras tías (…).

Un día Virgilio me dijo: "¿Por qué no organizamos una representación teatral en nuestra casa?" Me acuerdo de un modo vago que mi hermano tenía que hacer algo que era una mezcla de tanguista y de indio apache, mientras yo tocaba el piano.

 Por demás, los recitales se volvieron frecuentes mientras vivía en La Zambrana, barrio que establecieran algunos colonos norteamericanos. Estos organizaban fiestas cada sábado, y Virgilio era invitado para amenizar sus “party” en calidad de recitador.

 Ya en la Universidad de La Habana participa en varios actos en los que declama. Uno de ellos es el “Homenaje a Gabriele D'Annunzio”, que el Seminario de Literatura Italiana de la Facultad de Filosofía y Letras, a cargo del profesor Aurelio Boza Masvidal, organizó el viernes 18 de marzo de 1938. El poeta y dramaturgo italiano había fallecido recientemente. Boza Masvidal inauguró la jornada con una ponencia sobre la “multifacética personalidad del genial escritor”, mientras los alumnos Virgilio Piñera y Lolita Martí recitaban varias de sus poesías.

 Piñera leyó a D'Annunzio en sus años formativos y es probable que llegara a su poesía por mediación de Emilio Ballagas, que estudió al autor de El triunfo de la muerte, contraponiendo su estética crepuscular a la de Marinetti. 

 En 1938, Boza Masvidal instituyó un premio de Literatura Italiana, asignatura que impartía, y Virgilio se lo llevó con un trabajo sobre la Divina Comedia titulado “In Selvia selvaggia”. El premio consistió en cincuenta pesos y un diploma de honor.

 Poco después realizó en el Lyceum, bajo el título “La voz humana en mi universo poético” y presentado por José Antonio Portuondo, su primera lectura pública en La Habana. Entre sus amigos universitarios estaban, además de Portuondo, el poeta Johnny Salazar, que murió muy joven, y de modo íntimo, Esperanza Figueroa, que se graduó con una notoria tesis sobre Julián del Casal. Notable fue también la conferencia de Portuondo sobre Casal, impartida poco antes de su arribo. 

 Todavía era Virgilio Piñera Llera y no Virgilio Piñera, pero el eco de esa lectura acaba por abrirle las puertas de la Ciudad Letrada, aunque haya entrado con una errata: "Virgilio Piñera Llora". Así se recoge su presencia en un concurso de cuentos. 

 Por recitar, Piñera recitaba hasta los poemas de Seboruco. Y así tocó evocarlo a Cintio Vitier en Lo cubano en la poesía quien, tras limitar su elogio a “Vida de Flora” y ver en sus versos “un aspecto amargo y mágico de lo cubano” que asocia con la “Ballade des damas du temps jadis” de François Villon, prosigue con sus “asociaciones” hasta recordarlo diciendo unos versos del “extraño poeta desequilibrado”:

 El sol alumbra de día,

 la luna alumbra de noche.

 Cuatro ruedas tiene un coche

 con mucha melancolía.

 Lo cierto es que una noche en que la luna no alumbró demasiado, inspiró a Piñera en 1976 -en lo más oscuro del socialismo- su poema “Naturalmente en 1930”. El muerto civil se topa aquí con otro muerto -qué duda cabe- que parece haberse escapado de su tumba para darse un paseo por el barrio chino.

 Pero, ¿qué ve Piñera? Ve a Casal “arañar un cuerpo liso”, y hacerlo con una vehemencia tal, que sus uñas se rompen. Se trata de un fantasma que viene a acompañarlo mientras hace su ronda y que, ante sus propios ojos, se lanza sobre un cuerpo al que habría que arrancarle un secreto.

 Lo que Casal busca, como buen vampiro, es un poco de sangre, o, si se prefiere, un poco de vida. Como en cofre bien guarnecido, el cuerpo que asalta contiene el objeto del deseo: “adentro estaba el poema".   

 Fantasma real, nadería física, la visión dura un momento y Casal se pierde en la cruda intemperie.

 En "Una noche", es el propio Virgilio el que habita fugazmente sus versos. Mientras hace su ronda por el cuchillo de Zanja "entre chinos impávidos" y en busca de un "amor de paso", oye una voz que le dice: "¡Qué bobo tú eres, Virgilio!".

 Sigue caminando pero de nuevo la voz:

 Qué bobo eres. Si supieras,

o lograras adivinarlo,

no abrieras tanto los ojos,

y me tendieras la mano.

 Esa voz es la del deseo y la poesía. Una voz espectral que conecta los comienzos y el final: “El grito mudo” -donde ya está contenido el desafío piñeriano- y “Naturalmente en 1930”, guiño al descubrimiento de su vocación poética. Casal, Piñera. Como hemos dicho otras veces: una misma fantasmalidad.


7 comentarios:

AB dijo...

Dear Mr. De Armas,

First of all, my apologies for my comment not being in any way related to this post, but I unfortunately couldn't find any other way to reach you about the following subject.

I am currently reading the book "Poesia Cubana Contemporânea. Dez poetas. (Pedro Marqués de Armas, editor) Lisboa: Antígona, 2009", a Portuguese compilation of Cuban poets.

Doubt came to me regarding the Portuguese translation of the title of the poem by Alessandra Molina "Otras maneras de lo sin hueso". In fact, it was translated to "Outras formas do silêncio" ("Other forms of silence"). Nevertheless, I learned that Mrs. Molina has a book of poems published in Graz, Austria, in a bilingual (Spanish and German) edition, whose title "Otras maneras de lo sin hueso" (the same as the aforementioned poem's) was translated to German as "Andere Arten, knochenlos zu sein" ("Other ways of being boneless"), which to me is a much more accurate translation.

Therefore, I am writing to you in order to ask whether the Portuguese translation which I point out above is by any means accurate, or if it is, on the contrary, completely incorrect.

I have tried to contact Mrs. Molina by e-mail about this subject, but haven't unfortunately had no reply so far, hence this contact.

Congratulations for your work and for your poems, which I grew to appreciate a lot. All the best for your life.

Thank you very much in advance for your reply.

Yours sincerely,

Luís Moutinho

D.L. dijo...


Dear Mr. Luís Moutinho

Don’t worry about commenting about it on this page. Also, I apologize for my English, it’s not very good.

Your inquiry is very interesting.

It’s been a long time since this anthology, and I can’t remember whether the translator reached out to me about this topic or not. Overall, the translation work done for this anthology was very good, but it did prove to be quite difficult.

In this particular case, I’m guessing the translator (again, this is just a supposition) equated “sin hueso” (boneless) to “sin lengua” (tongueless), not keeping into consideration the masculine/neutral article. I sincerely believe it wasn’t the best solution.

As for the German translation, I can’t offer any input. All I can say is that the translation back to Spanish from the German title (“Otras formas de ser deshuesado”) doesn’t’ sound very good to me either.

Personally, I don’t view translations from a lens of correct vs. incorrect, but rather I think about it in terms of better or worse solutions.

I’m very grateful for the opinion you have of my poems.

I wish you all the best,

Pedro

AB dijo...

Dear Mr. Pedro Marqués de Armas,

First of all, thank you very much for your kind reply to my inquiry.

I agree with you regarding the overall high quality of the translation of this anthology, and I believe it was indeed very difficult a task. I would like to compliment you for the selection of poems, the notes and the extraordinary preface. Reading that preface is allowing me to contact with Cuban poetry, its history and context(s).

Concerning the Portuguese translation of the title of Mrs. Molina’s poem “Otras maneras de lo sin hueso”, I again agree with you that translating is not necessarily literally translating (more correctly, it almost never is), but rather, as you say, finding the best solutions possible for each word or expression one intends to translate. Moreover, your supposition that the Portuguese translator might have equated “sin hueso” (boneless) to “sin lengua” (tongueless) is very interesting and plausible.

Nevertheless, since I contacted Mrs. Alessandra Molina herself on this subject, I thought you would appreciate knowing her explanation and contextualization of that title. She said that that poem is part of a dialogue with an important essay by Lorenzo García Vega, “La opereta cubana en Julián del Casal”. In that essay, criticizing the Cuban Bourgeoisie, he defines its house as a place without bones. Not agreeing with the ideological load of that interpretation, Mrs. Molina in that poem uses the idea of the house without bones but for talking about the house after the 1959 Revolution, which lacked all kinds of structures. In light of this, I believe the translation “Other ways of being boneless” comes across as a better solution than the one chosen by the Portuguese translator (“Other forms of silence”), but I would like to know your opinion.

Thank you very much again for the opportunity of discussing this subject with you.

All the best,

Luís Moutinho

cubanerías dijo...

Un estudio genial.

M.V.M. dijo...

Muchas gracias!

Jose Q. dijo...

Extraordinario texto, Pedro.

Deslumbrado...
Jose Q.

D.L. dijo...

Gracias, querido amigo,
Un abrazo,
P.