viernes, 19 de abril de 2024

Traducir

 

 Cervantes compara las traducciones al revés de un tapiz y Madame de Sévigné dice que son como los recados que dan los sirvientes, pero Leigh Hunt hace constar en su Festín de los Poetas que, al brindarse por los mismos,

  Nor were those who translate with a gusto, omitted.

 Así he traducido, with a gusto, de emoción si no de resultado, diré en la esperanza de atenuar la temeridad, que se perdonará, tal vez, por ser ella tan fascinante.

 Lo cierto es que ninguna literatura nacional ha subsistido nunca sin alimento extranjero. Y no dejo de apuntar, con esto, que si se hiciesen traducciones castellanas mejores, lo que muy fácilmente puede suceder, de los espléndidos originales ingleses a que este libro se refiere, nadie se alegraría más que yo porque mi amor a la poesía supera, créase, a mi amor propio.

 Envío, en tanto, estos graves o leves Sones (eternamente significativos, para todos, dondequiera) del caviloso Norte de cielos grises al Sur impulsivo y deslumbrador, que acaso alguno de ellos, reteniendo algo de su primera dulzura a pesar de la torpeza transmisora, conmueva allí a un corazón por un momento fugaz siquiera, y no sonarán en vano entonces.


Introducción a Sones de la lira inglesa, Oxford University Press, 1920, p. 1.

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