-Virgilio… ¿Por qué no una
entrevista corta para los lectores de «En Cuba Arte y Literatura»?
-Bien… ¿De qué hablamos?
-De ti. Se dice que naciste en
Cárdenas, Matanzas, pero muchos te creen camagüeyano. ¿Cómo es eso?
-Mira, lo que sucede es que hice
mi bachillerato en el Instituto de Camagüey. Como viví de muchacho varios años
en la provincia agramontina, de allí la confusión. Por otro lado, no me
disgusta; yo quiero mucho a Camagüey.
-Eso me recuerda algo. Fue
precisamente en aquella ciudad donde, una noche, reí soberbiamente leyendo tu
obra de teatro El gordo y el flaco.
Me gustaría verla representada: ¿no la van a montar por ahora?
-No sé.
-¿Cuánto tiempo estuvo en
cartelera Aire frío? Fue uno de los
mayores éxitos teatrales que recuerda La Habana. ¿Qué otra cosa estudiaste?
-Cursé estudios en la Universidad
de La Habana de 1937 a 1941. Luego residí en Buenos Aires durante doce años,
fui traductor de varias editoriales como Argos, Siglo XX, etcétera. Volví en el
58 a Cuba. He viajado por Europa y América Latina…
-¿Por qué no se publican en Cuba
tus Cuentos fríos?
-Creo que debería hacerse una
edición cubana. El libro, en su momento, conoció cierta boga, hizo «algún
ruido» y «provocó» el siguiente comentario del profesor Nils Hedberg, amigo de
Sherlock Holmes: «Acabo de estar hojeando estos cuentos por espacio de
bastantes minutos (sic) y tengo la muy neta impresión de que usted me ofrece
una lectura bien excepcional, libro más raro en realidad (sic), y que
ventajosamente resale (sic) contra todo lo aburrido y docto que los estantes de
este instituto iberoamericano de Gotemburgo tienden a querer patentizar»…
Espero que la comisión encargada de editar mis obras completas con motivo del
centenario de mi nacimiento tendrá muy en cuenta la opinión del profesor Nils
Hedberg.
-¿Qué teatro crees debe hacerse
en Cuba actualmente? ¿Preparas alguna
nueva obra de teatro?
-Esta pregunta les quita el sueño
a nuestros dramaturgos. ¿Qué teatro? Los autores se sienten como si les
pusieran banderillas. ¡Caramba! Muchas veces por contestar esta clase de
preguntas se olvida uno de escribir la obra. Por cierto, tengo una en el horno
que me parece será un trueno.
-¿Podrías, para tus lectores
potenciales, decir algo sobre la trama de Pequeñas
maniobras?
-Hacia el final de la novela,
Sebastián dice: «Soy el soldado desconocido de unas pequeñas maniobras, cuyo
escenario son las calles de mi ciudad; su materia, mi sangre gota a gota, y mi
ideal el deseo angustioso de pasar inadvertido». Esta novela, escrita entre los
años 1956-1957, no pudo ser publicada. Si aquella sociedad producía tal
espécimen como Sebastián, bueno hubiera sido que este espécimen, dado a la
estampa, constituyera piedra de escándalo y sacara los trapos sucios. De
cualquier como, es un testimonio del pasado. Además, creo que interesará al
lector del presente, pues ese pobre diablo, a pesar de su cobardía, es un tipo
vital que dice: «La vida me encanta, me imanta y me amamanta…». Por último diré
que Sebastián empieza su vida en una casa de huéspedes y la termina (¿la
termina?) en un centro espiritista.
-¿Te gustaría figurar en el
Premio Internacional ex-Fomentor, actualmente Corfú?
-A reserva de lo que pueda
ocurrir, no creo haber nacido para «corfuar». Eso es una cuestión de destino.
BOHEMIA, 6 de septiembre de 1963,
número 36, año 55, p. 15. Tomado de www.bohemia.cu
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