De Pedro Henríquez
Ureña a Alfonso Reyes
La Habana, 8 de mayo de 1914.
(…) si no fuera por este ambiente íntimo,
nunca me habría gustado Cuba como ahora. Será, en parte, porque mi prestigio actual
hace que todo el mundo trate de halagarme. Pero es también porque he hallado
ahora una juventud que no había aparecido aún en 1911 y muy superior a la que
entonces se formaba, ya que se ha unido rápidamente a mí, en sus elementos superiores. Hasta ahora he seleccionado a cuatro, con los que formado la capilla que se reúne los domingos
(comenzamos el domingo último) en la opulenta casa de Gustavo Sánchez Galarraga,
y que también suele unirse, durante la semana, entre el Prado y el Malecón. De
este grupo veo diariamente a uno, o a dos, o a tres. El más realizado es José María Chacón
y Calvo, cuyos trabajos ya conoces: te agradece mucho tu carta y
atenciones. Es un erudito en literatura
española y cubana. Muchacho excelente; grueso y desgarbado; tímido y con apariencias
de apacible, pero apasionado hasta la ira por don Marcelino, y con el gracioso
defecto de ser muy puntilloso en materia social: es cuatro veces Conde, y no
tiene dinero (apenas comienza a ejercer de abogado); de ahí, tal vez, sus
temores sobre la conducta que los demás observan con él, en el sentido de que
pudieran hacerle el menor desdén. Chacón es el que, con más facilidad, con un
poco de más barnices clásicos y sajones y un mucho más de modernismo, podría
sumarse a nosotros. También necesitaría adaptarse a nuestra gimnasia
intelectual humorística.
En esto último le aventaja Gustavo Sánchez
Galarraga. Es el más ágil, el más curioso de ideas y de almas, el más
aficionado a la conversación y a la digresión (en los sentidos ingleses de
estas cosas ¿—recuerdas a George Moore y a Howells?—). Ha leído menos a
fondo que Chacón, pero se ha interesado más variamente. También le ha faltado: método, por una parte;
ejercicio de sutileza y elegancia, para las que tiene facultades, por la otra. También
le faltan idiomas: mientras que Chacón conoce los clásicos, y los otros dos el
inglés. Sánchez Galarraga es poeta y dramaturgo: conozco comedias suyas que
indican muchas facultades. Creo haberte dicho que es, entre todos, el que más
sugiere al mexicano, y que recuerda mucho, aunque no con detalles precisos, sino
con la indiscutible impresión general, a Antonio Álvarez Cortina: es verdad que
a éste no lo alcanzaste.
Luis Baralt y Zacharie es el filósofo. Cultura
vasta, pero escritor prosaico. Es el que tiene más aplomo, y nació, con la
cabeza hecha, en casa de intelectuales políglotos, un tanto cuanto
internacionales; el padre es tan buen orador en inglés como en castellano; la
madre, escritora, es franco-yankee-cubana.
El que realiza menos es Mariano Brull, poeta
vacío y poco hábil, pero realmente modernista: tiene sólo dos o tres versos buenos,
pero esos son dignos de González Martínez. Lee, en inglés, a Dante Gabriel Rossetti
y a William Morris. Sobre esta gente quise hacer un artículo para México; pero
el bloqueo...
Recuerdos.
De
Pedro Henríquez Ureña a Alfonso Reyes
La Habana, 21 de julio de 1914.
(…) Apenas decidí irme, se me ha quitado lo neurasténico, y estoy más ocupado e interesado ya en todas las cosas. Voy
diariamente a casa del dentista —ocupación es— y el trabajo durará mucho todavía,
pues son once arreglos. Voy también diariamente a los baños de mar, y nado. Ya
empiezo a salir mar afuera. Sabes que los baños de mar con ejercicio se toman
de una hora o más.
Van conmigo a los baños Brull, el poeta de los
sonetos afrancesados; Pancho Castellanos, el primo de Carmelina; y Jorge Juan
Crespo, el secretario de la Legación Mexicana. Castellanos es hijo de José
Lorenzo, personaje muy significativo aquí política y socialmente; goza fama de
exquisito, y es realmente de trato suavísimo y de aficiones altas: música, toca
y compone cosas delicadas, literatura, filosofía (Stevenson, por ejemplo). Tiene
una grave drawback: excesivamente
pesimista respecto de sí mismo, modesto en el antiguo sentido de la palabra.
Eso le impide lanzarse, pero acaso lo haga al fin. Naturalmente, le sirvo de
estímulo. Hará, para ser doctor en derecho público, una tesis sobre ciertas
ideas de José Antonio Saco, el más famoso de los prosistas cubanos, es decir, tesis
cubana, como aquí se suele hacer.
A casa de Castellanos viene Chacón, de su
veraneo de Santa María del Rosario, a pasarse de sábado a lunes, todas las
semanas. Chacón es demasiado ingenuo y lleno de estorbos pequeños y grandes: su
catolicismo, sus suspicacias de noble arruinado (sus verdaderos títulos no son
lo que creo haberte dicho, sino éstos, que él confesó: Marqués de Casa
Calderón, título que ya no tiene, porque un peruano, acaso pariente de
Francisco y Ventura, y con derechos en segundo lugar, pagó las contribuciones a
la corona de España, y Chacón perdió sus derechos; Conde de Casa Bayona;
Vizconde de San Blas; Vizconde de Santibáñez, y Barón de Kessel); tiene
costumbres de anciano: horas fijas, drogas, y molestias por el estilo. Eso impide
la amistad al modo nuestro, aunque no la intimidad relativa ni la franqueza. En
cambio la amistad de Brull es un remanso: es la discreción misma, y tan suave
como Castellanos. Tengo empeño en dejarle la cabeza en vías de ordenación antes
de irme. ¿Qué descubres?
Crespo de la Serna, ya sabes, no es
inteligente, pero gusta de las artes y dibuja un poco. Está casado con Julieta
Iglesias, que es de otra familia conocida: ella misma estuvo de moda, y más aún
su hermana María, la belleza de la casa. Esta, que tendrá unos veintiséis años,
y va a casarse, es ahora una figura seria y suave, que entrará fácilmente en el
papel de matrona. Todas ellas son cultas, leen en diversos idiomas, y se
interesan por todo lo intelectual a pesar de que en la familia no hay un
intelectual, ni el padre (que es abogado socio de Lanuza), ni el hermano Emilito,
ni propiamente los yernos, Crespo y Eduardo Desvernine, hermano del famoso
abogado y ministro Pablo Desvernine, y profesor de lógica en el Instituto
(Preparatoria). (….)
De
Alfonso Reyes a Pedro Henríquez Ureña
París, julio 22 de 1914.
Pedro: Recibida tu carta
sobre Brull (…)
De Pedro Henríquez Ureña a
Alfonso Reyes
La Habana, 6 de agosto de 1914
(…) Mi mundo
intelectual de aquí ahora desanimado (por la costumbre de tratarlo; quiero decir,
desanimado a mis ojos, por falta de novedad) y reducido (por la ausencia). Hay
menos armonía aún de la que yo esperaba. Pero hay hechos muy curiosos, como los
relacionados con tus versos. En los de Brull es notoria ya la influencia de la
“Salutación al romero”: en más de una poesía de las nuevas. Chacón, tan reacio
al modernismo, se llenó, sin embargo, de la “Salutación”, y en una de sus noches
de Santa María del Rosario, en que creyó que se moría, por enfermedad del
estómago, se puso a recordar cristianamente todo lo más importante de su vida y
sus mejores impresiones estéticas, y se acordó de su confesor, y de don Marcelino,
y de no sé qué otras cosas, y entre ellas la “Salutación”, de la cual sabía
versos. Castellanos, para quien tienen especial fascinación aquellos versos tuyos
familiares:
De
una amistad naciente alentador anuncio...,
se
ha hecho recitar varias veces la “Salutación”, y una vez despertó de un sueño
poniéndole música a unos versos tuyos (que él inventaba en sueños, por
supuesto).
(…) Tu carta no me resuelve el problema de los
versos de Brull. Para mí, ya he resuelto favorablemente. Ahora creo que hay una
necesidad: la de publicarle algunos versos (que te envío adjuntos, en versiones
definitivas) en La Revista América, aunque sea en la sección inicial: mejor diré,
ahí precisamente, para no suscitar dificultades, y que se haga pronto. Es una
necesidad moral. (De moral no individual, sino social, o amistosa. Brull está
necesitado de autoridad entre sus
amigos.) Para que produzca efecto, se necesita que no sea con ditirambo (…).
Se trata de una situación en que se halla
colocado Brull entre los amigos de aquí que me lo presentaron: he encontrado que,
después de introducirlo como un íntimo y de ponerlo por las nubes consideran,
en el fondo lo consideran inferior y son hostiles a todo lo que dice, aunque
siguen considerando buenos sus versos y sus sentimientos. En esto ha venido
mezclándose cierto elemento femenino, que constituye una historia, novelesca a
ratos, y en otros ratos extraña. De estas cosas te contaré en París: para
escritas son largas, y las personas te interesan poco si no es en conversación.
De paso: Castellanos es psicológicamente uno
de los seres más interesantes que he conocido. Ya hablaremos en París... si se
acaba la guerra. Él conoce, por la señora de Ros, tu matrimonio, y siempre ha
atribuido la queja de las mujeres de su familia al despecho: considera que
hubiera sido un grave error tuyo cambiar lo que yo describo por su
insignificante y vanidosa prima. Ros, que es abogado, es uno de los hombres más
sonrientemente latosos de La Habana. El bufete de Castellanos (padre) es
curioso: hay allí (¿te lo dije ya?) un literatoide trágico. Sí, recuerdo
habértelo descrito a propósito de tu “Nervo”.
(…) En verso, estoy seguro que tú debes
sustituir a González Martínez. Después de éste, en edad, no hay poeta que haya producido
las impresiones que despierta tu “Salutación al romero”: en México, y en
grupitos de Cuba y de Santo Domingo. Vuelve a publicar versos, en los
periódicos europeos, y en 1915 acaso debas lanzar un libro de ellos. Pero antes
ha de acostumbrarse el público. (…)
De Pedro Henríquez Ureña a Alfonso Reyes,
La Habana, 10
de agosto de 1914.
Alfonso: Conservé la carta anterior porque he
estado esperando que Brull me dé las versiones definitivas de sus versos para
enviártelos. Al fin sólo tengo tres. Luego irá el cuarto soneto. Espero que
lograrás hacerlo figurar en La Revista de
América, y si no, en otra. Supongo que no necesitas datos si hay que hacer
ditirambo. Brull no tiene biografía; veintidós años; poesía desusada en Cuba;
abogado, doctor por la Universidad de La Habana, pero creo que eso no tiene para
qué saberse; libro próximo: Interior.
(…) Al fin Pancho Castellanos me ha resultado
metafísico. Entre otras cosas, ha escrito esta divagación, más extravagante que
todo lo nuestro de México, de la que te cito trozos:
“Cuando situamos nuestro ser fuera del espacio
—las pupilas vacías, y la mirada inerte, que se fija más allá de las cosas— el otro
¿dónde está?
“¡Complicaciones! El otro es uno mismo.
“Porque aun si está presente, lo disolvéis en
vosotros, lo asimiláis
a
vuestros propios sentimientos, le impondréis ¡oh dichosos! la luz de vuestra
luz.
“¿La luna es disolvente? Adora los matices
hasta absorberlos todos para sí. El sol que los reparte —el sol, y su
insolencia disociadora, ¿a qué rincón no llega para diferenciarlo?
“¡El
otro! El otro es uno mismo. En el minuto quieto e inesperado,
‘todo
es uno y lo mismo.”
Sigue, más complicado. ¿No te parece que La
Habana se pone interesante?
La dirección del doctor Enrique Lavedan es
Amargura 36, Guanabacoa, Provincia de La Habana, Cuba.
Haz que llegue pronto El Fígaro con mi artículo a Rufino.
Saludos.
De
Alfonso Reyes a Pedro Henríquez Ureña
París, 24 de agosto de 1914.
Pedro: Ya escrita y cerrada mi anodina carta
anterior —escrita por necesidad de comunicarme contigo—, recibo una tuya muy simpática,
en que me envías versos de Brull. Como verías, casi había yo llegado a tus
conclusiones. Sin embargo, seguiré investigando, al menos mantendré alerta la
voluntad investigadora. Por desgracia, para los efectos de la publicación, no
estoy relacionado con el repugnante Mundial,
y La Revista de América está en sueños.
¿No te has dado cuenta de que toda la actividad se ha suspendido en provecho de
la guerra? A través de Ventura, sin embargo, procuraré algo en España ¿te
parece bien? El poeta me parece realmente excelente. Él y la metafísica de Castellanos
me sorprenden en Cuba. Ya se podrá decir La Habana de Brull y Castellanos, la
Londres de Wilde o la México de Alfonso Reyes. (…)
Me interesa lo que me dices sobre los efectos
de mi “Salutación” en La Habana y en Santa María del Rosario. Yo, cuando estoy
solo, tiendo a creer que estoy perdido como poeta y a no hacer versos. Efectos
de la crisis parisiense. Ya pasará. Pensaré en la posibilidad de hacer un tomo
para el año que entra; sino que esta maldecida guerra.
¿Por qué no le exiges a Chacón que escriba una
cosa (cualquiera, lo que él quiera, el nombre sólo la producirá) con este
título: Noches de Santa María del Rosario?
(…)
De Pedro Henríquez Ureña a
Alfonso Reyes
La Habana, 4 de septiembre de 1914
Hablé
hoy con Roig y veo que quisiera corresponsal en Madrid. Su ideal es Ventura, pero
ya sabe que tiene compromiso en Madrid con El
Fígaro. Ha pensado en que, si tú pasaras a Madrid... Pero tiene cierto
temor de tu seriedad. Roig no es sutil, confunde tu humorismo metafísico con la
seriedad. Y realmente es una forma de seriedad,
porque exige cultura y sutileza previas. Ventura, aunque tiene muy buen sabor
para la gente de libros, está más al alcance de todos, porque su humorismo es
más humano, psicológico y no metafísico. Y acaso también porque tiene mucha
alusión a las mujeres, cosa que, por muy sutil que sea, casi siempre se
entiende. En fin, que no cabe duda que Ventura ha realizado un tipo difícil de
superar. Emilito Roig no halla bien con quién sustituirlo. (Yo creía que
habrían renunciado a la idea del corresponsal, pero hoy supe que no. Gráfico, que debe ser ameno, carece de
amenidad, y desean dársela a todo trance. Y amenidad comprensible en La Habana,
ciudad sin ideas complejas.) Si tú realmente pasaras a Madrid creo que se
decidirían por ti. Escribe, y envía, desde ahora cosas de la calle, aligeradas de libros y de metafísica y de gracianismo. Las repartiré entre Gráfico y El Fígaro, donde también desean amenidad. Lo serio debe ser sólo
para Cuba Contemporánea. En El Fígaro, celosos de Gráfico, empiezan a mostrar intenciones
eco nómicas hacia ti. Envía, pues (…)
Estuve, como de costumbre, con Pancho Castellanos
y Mariano Brull. Este me leyó versos con cosas excelentes, que te envío (deberán
quedar inéditos por ahora) como muestra de un per perfeccionamiento grande. Ya
hay a ratos lo que yo tanto le deseaba: acuñación
(antes llamada palabra única).
Según la previsión de Camila, le ha hecho bien la lectura de González Martínez,
aunque todavía lo conoce poco. Tú dirás que ha influido demasiado. En efecto:
no hay una sola reminiscencia verbal, y sin embargo, el tono es idéntico. Pero
la tendencia no es exactamente la misma: Brull es más enemigo de la influencia
exterior; pide más que todo se saque de sí mismo. No he querido que se me dediquen
los versos, a pesar de la casi alusión final. Prefiero esperar algo todavía más
personal, más allá de González Martínez.
¿Tienes libros de Aurelia Castillo de
González, que envió, en pago de Conferencias?
Que la vida sea amarga, que haya melancolía...
Nada impida tu intento. Esquiva el hado adverso.
Que llene tu existencia siempre la poesía
como ha de rebosar el molde de tu verso.
Con los ojos cerrados mira todo en ti mismo;
la mujer que no has visto, la ciudad que no existe;
y al abrirlos, tus ojos verán en espejismo
que ya la vida es toda como tú la quisiste.
No será entonces nada de nuestro ser distinto
y todo será unánime: el gusano y la flor;
y viviremos siempre sin salir del recinto
de la luz que proyecta nuestro reino interior.
No cegará tus ojos el esplendor del mundo
y pasarás, sonámbulo, absorto en tu universo
mientras late tu alma en el ritmo profundo
que toma de la vida el alma de tu verso.
Nada sobre la tierra te será indiferente;
mirarás a las cosas con mirada segura;
serás luna, en la luna que baja hasta la fuente
serás llama en la llama que sube hasta la altura.
Sólo sabrás de dos cosas: de amor y de belleza.
Lo demás... nada importa. Toda la vida es
amar; sentir lo bello, tener una tristeza
para que un alma hermana nos la cure después.
Mariano Brull
Alfonso Reyes/Pedro Henríquez Ureña.
Correspondencia. 1907-1914. Ed. José Luis Martínez. Biblioteca Americana, FCE.
1986.