domingo, 14 de diciembre de 2025
sábado, 13 de diciembre de 2025
Diez poemas de Maria Luisa Spaziani
Maria Luisa Spaziani
Un verso
Un verso es un rey que con la cortesía
de los reyes, llega puntual a cada reunión.
Nunca nace cinco minutos antes
de conjunciones fijadas ad aeterno.
Sería un descarrilamiento de planetas.
Un verso es un dios que se presenta, tiembla
en tus ventanas, tiene frío, no encuentra las palabras.
Y a veces muere por el blanco
temor de no nacer.
El año muere
En tu piedra no hay escrito un nombre.
Fuiste una leyenda, un puro destello de aire,
fuego duende que da forma a un sueño
y llama inexorable contra cada rama seca.
De tu historia no queda conclusión alguna,
no habrá una clave para todo tu misterio.
Fuiste un pez estelar en las profundidades,
el signo misterioso de una progenie extinguida.
Muere el año en brumosos caminos de acuario,
¿a quién desearé mis buenos deseos? ¿y cómo podré
creer aún?
Ya despiertan las raíces, ya rozan tu mirada de tierra.
Y tú mi raíz creciendo a solas en lo oscuro de mí.
31 de diciembre de 1977
Ultrasonido
El ruido ahoga el canto,
pero el canto es un alfiler que atraviesa el pajar.
Búscalo si puedes con linternas e imanes,
te pincha y atraviesa cuando quiere.
Voz que clama en el desierto, gemido,
ultrasonido, año-luz, grito de tribu liberada,
cruzas inconsútil los desiertos del tiempo,
las inútiles madejas del espacio.
Realidad y metáfora
Tú, realidad y metáfora, luminoso
cuerpo de doble signo. Tú, moneda
de inescindible cara, cisne blanco
que engloba su reflejo.
Pienso en el abrazo, y de súbito desciende
en oscuras aguas mi barco ebrio.
Confluyen océanos. La energía,
duradero arabesco de relámpago.
Nada de nada
Sácame de la sospecha
de ser nada, más nada que nada.
Ni siquiera existe la memoria.
No existen cielos.
Ante los ojos una llanura nevada,
días innumerables, cristales
de una nieve que se disipa en el horizonte
-y no hay horizonte-.
No me pidan palabras
No me pidan palabras hoy no bastan.
Están en los diccionarios: aunque impredecibles
en sus engarces: son voces gastadas.
Es siempre un predecible dejà vu.
Quisiera hablar contigo -y lo mismo con Dios-
mediante signos umbrátiles de nervios,
mensajes eléctricos que la mente
trae del corazón del universo.
Un temblor de antenas, un dibujo de danza,
un infinitesimal aleteo de pestañas,
la música ultra-sónica
que Bach no imaginó.
La indiferencia
La indiferencia es un infierno sin llamas,
recuérdalo al elegir entre mil tonos
tu gris fatal.
Si el mundo no tiene sentido
es solo por tu culpa:
espera tu impronta
esta pelota de cera.
Dicen los marineros
Dicen los marineros, esos ya viejos
lobos de mar que fuman pipas puertorriqueñas
en las compuertas, que entre todos
los terribles recuerdos de los tifones
y el mortal aullido de los naufragios,
nada aterra más que esa calma
que reina por horas en el centro mismo
de la tragedia: el ojo del ciclón.
El mar es un aceite, brillan siniestras
luces que parecen de bonanza, y aflora
tranquilo el atún a respirar. Y sin embargo
aquello es una jaula, es una trampa,
la muerte acecha allí: porque más lejos,
a cien metros o quizá menos, arrecia
el más negro huracán. Así nos ocurre,
¿verdad? muy a menudo a todos,
arañas entre los ejes de las ruedas. Y le ocurrió
también a Fabricio cuando conversando
con la graciosa cantinera, supo
‒más tarde, y para trágica vergüenza‒
que Waterloo, la más grande aventura,
tuvo lugar en los alrededores.
Carta 1951
Navidad no es nada más que este inmenso
silencio que se esparce por las calles,
donde plátanos ciegos
ríen con la nieve,
no es más que disolver a distancia
nuestras soledades,
tender sobre blancos sargazos
un puente de oro en la noche.
Aquí estoy, con tu don que me ilumina
de diez estrellas-lunas,
soñadora guiándome de la mano
donde vibra una reverberación
de fuegos y linternas (verde y viola),
de girándolas y letreros de cafés.
Van Gogh, París azul…
Un pino a la derecha
para colgar cuatro nostalgias
y mi fe en ti, blanco cometa
en lo alto.
Testamento
Déjenme sola con mi muerte.
Debe decirme palabras en re menor
que no conocen sus diccionarios.
Palabras de amor que incluso Petrarca desconocía
donde el amor es un oro superfino
no apto para pulseras en muñecas humanas.
Mi muerte y yo hablamos como viejas amigas
pues desde mi nacimiento hemos sido cercanas.
Fuimos compañeras de juegos y de lecturas
y acariciamos a los mismos hombres.
Como un águila ebria desde lo alto de los cielos,
sólo ella me revelaba medidas humanas.
Ahora me enseñará otras medidas
que encerrada en la jaula de los seis sentidos
en vano interrogaba golpeando la cabeza
contra los
barrotes.
Es triste dejar a mi hija y el libro por acabar,
pero ella me consuela y riendo me jura
que lo que haya que salvar se salvará.
Un verso
Un verso è un re, che con la cortesia
dei re giunge
puntuale a ogni convegno.
Non nasce mai
cinque minuti prima
di
congiunzioni fissate ab aeterno.
Sarebbe un deragliare di pianeti.
Un verso è un dio che si presenta, trema
ai tuoi vetri, ha freddo, non trova le parole.
E qualche volta muore per la bianca
paura di non nascere.
Ultrasuono
Il rumore soffoca il canto
ma il canto è uno spillo che attraversa il pagliaio,
cercalo se puoi con torce e calamite
lui ti punge e
trafigge quando vuole.
Voce clamante
nel deserto, gemito,
ultrasuono,
anno-luce, urlo di tribù riscattata,
inconsùtile
varchi i deserti del tempo,
le inutili
matasse dello spazio.
Realtà e metafora
Tu, realtà e
metafora, luminoso
corpo dal
doppio segno. Tu moneta
d’inscindibile
faccia, bianco cigno
che ingloba il
suo riflesso.
Penso
all’abbraccio, e all’improvviso scende
in acque buie
il mio vascello ebbro.
Confluiscono oceani. L’energia,
duraturo arabesco di fulmine.
Nulla di nulla
Strappami dal sospetto
di essere nulla, più nulla di nulla.
Non esiste nemmeno la memoria.
Non esistono cieli.
Davanti agli occhi un pianoro di neve,
giorni non numerabili, cristalli
di una neve che sfuma all’orizzonte
–e non c’è l’orizzonte-.
Non
chiedermi parole
Non
chiedermi parole oggi non bastano.
Stanno nei dizionari: sia pure imprevedibili
nei loro incastri, sono consunte voci.
È sempre un prevedibile dejà vu.
Vorrei parlare con te −è lo stesso con Dio−
tramite segni
umbratili di nervi,
elettrici messaggi che la psiche
trae dal cuore dell'universo.
Un fremere d'antenne, un disegno di danza,
un infinitesimo battere di ciglia,
la musica-ultrasuono che nemmeno
immaginava Bach.
L´indifferenza
L’indifferenza è inferno senza fiamme,
ricordalo scegliendo fra mille tinte
il tuo fatale grigio.
Se il mondo è senza senso
tua solo è la colpa:
aspetta la tua impronta
questa palla di cera.
Dicono i
marinai
Dicono i
marinai, quegli ormai vecchi
lupi di mare
che sugli usci fumano
pipe
portoricane, che fra tutti
i ricordi
tremendi dei tifoni
e l’ululo di
morte dei naufragi,
nulla atterrisce più di quella calma
che per ore si crea al centro stesso
della tregenda: l’occhio del ciclone.
Il mare è un olio, brillano sinistre
luci che paion
di bonaccia, e affiora
tranquillo il tonno a respirare. Eppure
quella è una gabbia, quello è un trabocchetto,
lì la morte è
in agguato: ché più lungi,
a cento metri
o forse meno, infuria
l’uragano più
nero. Così avviene,
vero? troppo
sovente per noi tutti,
ragni fra i
mozzi delle ruote. E avvenne
anche a Fabrizio quando conversando
con la graziosa vivandiera, seppe
‒ più
tardi, e con che tragico suo scorno ‒
che Waterloo, la massima avventura,
si era svolta lì intorno.
Lettera 1951
Natale altro non è che quest’immenso
silenzio che dilaga per le strade,
dove platani ciechi
ridono con la neve,
altro non è che fondere a distanza
le nostre solitudini,
sopra i molli
sargassi
stendere nella
notte un ponte d’oro.
Sono qui, col
tuo dono che m’illumina
di dieci stelle-lune,
trasognata guidandomi per mano
dove vibra un riverbero
di fuochi e di lanterne (verde e viola),
di girandole e insegne di caffè.
Van Gogh, Parigi azzurra…
Un pino a destra
per appendervi quattro nostalgie
e la mia fede in te, bianca cometa
in cima.
Testamento
Lasciatemi sola con la mia morte.
Deve dirmi parole in re minore
che non conoscono i vostri dizionari.
Parole d’amore ignote anche a Petrarca,
dove l’amore è un oro sopraffino
inadatto a bracciali per polsi umani.
Io e la mia morte parliamo da vecchie amiche
perché dalla nascita l’ho avuta vicina.
Siamo state compagne di giochi e di letture
e abbiamo accarezzato gli stessi uomini.
Come un’aquila ebbra dall’alto dei cieli,
solo lei mi svelava misure umane.
Ora m’insegnerà altre misure
che stretta nella gabbia dei sei sensi
invano interrogavo sbattendo la testa alle sbarre.
È triste lasciare mia figlia e il libro da finire,
ma lei mi consola e ridendo mi giura
che quanto è da salvare si salverà.
Traducción: Pedro Marqués de Armas
viernes, 12 de diciembre de 2025
Diez poemas de Giuseppe Ungaretti
Giuseppe Ungaretti
In memoriam
Logvizza,
30 de septiembre de 1910
Se llamaba
Mohamed Sceab
Descendiente
de emires de nómadas
suicida
porque ya no tenía
Patria
Amó a Francia
y cambió de nombre
Se llamó Marcel
pero no era francés
y ya no sabía
vivir
en la tienda de los suyos
en la que se escucha la cantinela
del Corán
degustando un café
Y no sabía
desatar
el canto
de su abandono
Lo acompañé
junto a la patrona de la casa
donde vivíamos
en París
número 5 de la Rue des Carmes
marchita callejuela en bajada
Reposa
en el cementerio de Ivry
suburbio que remeda
siempre
un día
de feria desmontada
Quizá sólo yo
sé ahora
que vivió
Vela
Cima Quattro, 23 de diciembre de 1915
Una
noche entera
echado
cerca
de
un compañero
masacrado
con
su boca
apretada
vuelta
al plenilunio
con
la congestión de sus manos
penetradas
en
mi silencio
he
escrito
cartas
llenas de amor
No
estuve nunca
tan
aferrado
a la vida.
Peregrinaje
Al acecho
en esta carnicería
de escombros
hora tras hora
arrastré
mi carcasa
gastada de fango
como una suela
o como una semilla
de espino
Ungaretti
hombre de pena
te basta una ilusión
para darte coraje
Un reflector
más allá
pone un mar
en la niebla
Los
ríos
Me
apoyo en este árbol mutilado
abandonado
en este sumidero
que
tiene la languidez
de
un circo
antes
o después del espectáculo
y
miro
el
quieto pasaje
de
las nubes sobre la luna
Esta
mañana me he tendido
en
una urna de agua
y
como una reliquia
he
reposado
El
Isonzo discurriendo
me
alisaba
como
a una de sus piedras
Me
he alzado
sobre
mis cuatro huesos
y
me he ido caminando
como
un acróbata
sobre
el agua
Me
he acuchillado
junto
a mis ropas
sucias
de guerra
y
como un beduino
me
he inclinado a recibir
el
sol
Este
es el Isonzo
y
aquí es donde mejor
me
he sentido
como
dulce fibra
del
universo
Mi
suplicio
es
cuando
no
me siento
en
armonía
Pero
aquellas ocultas
manos
que
me aprietan
me
regalan
la
rara
felicidad
He
remontado
las
épocas
de
mi vida
Son
estos
mis
ríos
Este
es el Serchio
del
cual se han surtido
dos
mil años quizá
de
mi gente campesina
y
mi padre y mi madre
Este
es el Nilo
que
me ha visto
nacer
y crecer
y
arder de inconsciencia
en
la extensa llanura
Este
es el Sena
en
cuya turbidez
me
he mezclado
y
conocido
Estos
son mis ríos
contados
en el Isonzo
Esta
es mi nostalgia
que
cada uno
me
refleja
ahora
que es de noche
y
que mi vida me parece
una
corola
de tinieblas
Navidad
No
tengo ganas
de
intrincarme
en
una maraña
de
calles
Llevo
tanto
cansancio
sobre
los hombros
Déjenme
así
como
una
cosa
depositada
en
un
rincón
olvidado
Aquí
no
se siente
más
que
el buen calor
Estoy
con
las cuatro
cabriolas
de
humo
del
fogón
Giróvago
(Campo di
Maily, mayo de 1918)
En
parte
alguna
de
la tierra
me
puedo
instalar
En
cada
clima
nuevo
que
encuentro
descubro
abatido
que
alguna
vez
ya
estuve
acostumbrado
Y
me aparto siempre
extranjero
Naciendo
de
regreso de épocas demasiado
vividas
Disfrutar
un solo
minuto
de vida
inicial
Busco
un país
inocente
La madre
Y
cuando el corazón rinda un último latido
habrá
hecho caer el muro de sombra,
para
conducirme, madre, hasta el Señor,
como
una vez me darás la mano.
De
rodillas, resuelta,
serás
una estatua delante del Eterno,
como
ya te veía
cuando
estabas todavía en vida.
Alzarás
temblorosa los viejos brazos,
como
cuando expiraste
diciendo:
Heme aquí, Dios mío.
Y
sólo cuando me haya perdonado
te entrarán deseos de mirarme.
Recordarás
haberme esperado tanto
y
tendrás en los ojos un súbito suspiro.
1930
Canto beduino
Una
mujer se levanta y canta
la
sigue el viento y la encanta
y
sobre la tierra la extiende
y
un sueño fatal la prende
Esta
tierra está desnuda
Esta
mujer es impura
Este
viento es fuerte
Este sueño es muerte
1932
Lucca
En
mi casa, en Egipto, tras la cena,
después
de rezar el rosario,
mi
madre nos hablaba de estos lugares.
Mi
infancia fue toda esa maravilla.
La
ciudad tiene un tráfico temeroso y fanático.
Entre
sus paredes sólo se está de paso.
Aquí
la meta es partir.
Me
siento al fresco en la puerta de la hostería
con
gente que habla de California como de sus granjas.
Con
terror me descubro en sus modales.
Siento
correr cálida por las venas
la
sangre de mis muertos.
También
yo tomo una azada.
En
los muslos humeantes de la tierra me sorprendo riendo.
Adiós
deseos, nostalgias.
Del
pasado y del porvenir sé cuanto un hombre puede saber.
No
me queda nada por profanar, nada por soñar.
Conozco
ya mi destino, y mi origen.
No
me queda más que resignarme a morir.
Criaré,
pues, tranquilamente a mi prole.
Todo
lo he gozado, y sufrido.
Cuando
un apetito maligno me lanzaba
en
amores mortales, agradecía la vida.
Ahora
que, también yo, considero el amor
como
una garantía de la especie,
tengo
en vista la muerte.
Soy una criatura
Valloncello di Cima cuatro, 5 de
agosto de 1916
Como
esta piedra
del
Monte San Michele
tan
fría
tan
dura
tan
reseca
tan
refractaria
tan
totalmente
desanimada
Como
esta piedra
es
mi llanto
invisible
La
muerte
se
paga
viviendo
In memoriam
Locvizza il 30 settembre 1916
Si chiamava
Moammed Sceab
Discendente
di emiri di nomadi
suicida
perché non aveva più
Patria
Amò la Francia
e mutò nome
Fu Marcel
ma non era Francese
e non sapeva più
vivere
nella tenda dei suoi
dove
si ascolta la cantilena
del
Corano
gustando
un caffè
E
non sapeva
sciogliere
il
canto
del
suo abbandono
L’ho accompagnato
insieme alla padrona dell’albergo
dove abitavamo
a Parigi
dal numero 5 della rue des Carmes
appassito vicolo in discesa.
Riposa
nel camposanto d’Ivry
sobborgo
che pare
sempre
in
una giornata
di
una
decomposta
fiera
E
forse io solo
so
ancora
che
visse
Veglia
Cima Quattro il 23 dicembre 1915
Un'
intera nottata
buttato
vicino
a
un compagno massacrato
con
la sua boca
digrignata
volta
al plenilunio
con
la congestione delle sue mani
penetrata
nel
mio silenzio
ho
scritto
lettere
piene d'amore.
Non
sono mai stato
tanto
attaccato
alla vita.
Pellegrinaggio
In agguato
in queste budella
di macerie
ore e ore
ho strascicato
la mia carcassa
usata dal fango
come una suola
o come un seme
di spinalba
Ungaretti
uomo di pena
ti basta un’illusione
per farti coraggio
Un riflettore
di là
mette un mare
nella nebbia
I fiumi
Cotici il 16 agosto 1916
Mi tengo a quest’albero mutilato
Abbandonato in questa dolina
Che ha il languore
Di un circo
Prima o dopo lo spettacolo
E guardo
Il passaggio quieto
Delle nuvole sulla luna
Stamani mi sono disteso
In un’urna d’acqua
E come una reliquia
Ho riposato
L’Isonzo scorrendo
Mi levigava
Come un suo sasso
Ho tirato su
Le mie quattro ossa
E me ne sono andato
Come un acrobata
Sull’acqua
Mi sono accoccolato
Vicino ai miei panni
Sudici di guerra
E come un beduino
Mi sono chinato a ricevere
Il sole
Questo è l’Isonzo
E qui meglio
Mi sono riconosciuto
Una docile fibra
Dell’universo
Il mio supplizio
È quando
Non mi credo
In armonia
Ma quelle occulte
Mani
Che m’intridono
Mi regalano
La rara
Felicità
Ho ripassato
Le epoche
Della mia vita
Questi sono
I miei fiumi
Questo è il Serchio
Al quale hanno attinto
Duemil’anni forse
Di gente mia campagnola
E mio padre e mia madre
Questo è il Nilo
Che mi ha visto
Nascere e crescere
E ardere d’inconsapevolezza
Nelle distese pianure
Questa è la Senna
E in quel suo torbido
Mi sono rimescolato
E mi sono conosciuto
Questi sono i miei fiumi
Contati nell’Isonzo
Questa è la mia nostalgia
Che in ognuno
Mi traspare
Ora ch’è notte
Che la mia vita mi pare
Una corolla
Di tenebre
Natale
Non
ho voglia
di
tuffarmi
in
un gomitolo
di
strade
Ho
tanta
stanchezza
sulle
spalle
Lasciatemi
così
come
una
cosa
posata
in
un
angolo
e
dimenticata
Qui
non
si sente
altro
che
il caldo buono
Sto
con
le quattro
capriole
di
fumo
del
focolare
Napoli, il 26 dicembre 1916
Girovago
(Campo di Maily maggio 1918)
In nessuna
parte
di terra
mi posso
accasare
A ogni
nuovo
clima
che incontro
mi trovo
languente
che
una volta
già gli ero stato
assuefatto
E me ne stacco sempre
straniero
Nascendo
tornato da epoche troppo
vissute
Godere
un solo
minuto
di vita
iniziale
Cerco
un paese
inocente
La madre
E il cuore quando d'un ultimo battito
Avrà fatto cadere il muro d'ombra
Per condurmi, Madre, sino al Signore,
Come una volta mi darai la mano.
In ginocchio, decisa,
Sarai una statua davanti all'Eterno,
Come già ti vedeva
Quando eri ancora in vita.
Alzerai tremante le vecchie braccia,
Come quando spirasti
Dicendo: Mio Dio, eccomi.
E solo quando m'avrà perdonato,
Ti verrà desiderio di guardarmi.
Ricorderai d'avermi atteso tanto,
e avrai negli occhi un rapido sospiro.
1930
Canto beduino
Una
donna s'alza e canta
La
segue il vento e l'incanta
E
sulla terra stende
E
il sogno vero la prende.
Questa terra è nuda
Questa donna è druda
Questo vento è forte
Questo sogno è morte.
1932
Lucca
A casa mia, in Egitto, dopo cena, recitato il rosario,
mia madre
ci parlava di questi posti.
La
mia infanzia ne fu tutta meravigliata.
La
città ha un traffico timorato e fanatico.
In
queste mura non ci si sta che di passaggio.
Qui
la meta è partire.
Mi
sono seduto al fresco sulla porta dell'osteria con della gente
che
mi parla di California come d'un suo podere.
Mi
scopro con terrore nei connotati di queste persone.
Ora lo sento scorrere caldo nelle mie vene, il sangue dei miei
morti.
Ho preso anch'io una zappa.
Nelle cosce fumanti della terra mi scopro a ridere.
Addio desideri, nostalgie.
So di passato e d'avvenire quanto un uomo può saperne.
Conosco ormai il mio destino, e la mia origine.
Non mi rimane che rassegnarmi a morire.
Alleverò dunque tranquillamente una prole.
Quando
un appetito maligno mi spingeva negli amori mortali,
Lodavo
la vita.
Ora
che considero, anch'io, l'amore come una garanzia della specie,
ho
in vista la morte.
Sono
una creatura
Come
questa pietra
del
S. Michele
cosí
fredda
cosí
dura
cosí
prosciugata
cosí
refrattaria
cosí
totalmente
disanimata
Come
questa pietra
è
il mio pianto
che
non si vede
La
morte
si
sconta
vivendo
Traducciones:
Pedro Marqués de Armas