LA SUPRESIÓN DE LOS REFORMATORIOS EN CUBA Y MANERA DE SUSTITUIRLOS POR EL Dr. Juan Santos Fernández (Sesión del 11 de febrero de 1916).
Cuando nos establecimos en la
Habana para ejercer la profesión de médico oculista, y dicho sea de paso,
fuimos los primeros en ejercer una especialidad aisladamente, sin ver ni
atender otra clase de enfermos que no fuesen de los ojos, asistíamos los de
estas dolencias en el Asilo de San José, establecimiento para albergar los
menores de edad criminales, a los que no puede aplicarse el rigor de la ley
como a los adultos. El Dr. Vicente de la Guardia era el médico general de los
asilados.
El edificio del Asilo, estaba situado al
costado del antiguo cementerio de Espada. De esta necrópolis sólo queda la tarja
que ocupaba la derecha de su entrada, en cuya blanca superficie se dibujan todavía
las huellas de las hileras de nichos que en ella se apoyaban, en número de más
de seis. Nos sorprendió siempre que, dado los puntos de higiene que se calzaban
en épocas pasadas, no estuviese adherido el muro del cementerio al edificio del
Asilo, sino que hubiese un ejido de dos metros o más próximamente y el cual
debe existir aún, y por eso se ha conservado la tapia del Este de la antigua
necrópolis, tan maltrecha, que si resucitara el Obispo Espada, se indignaría de
ver en lo que ha parado su obra portentosa para aquellos tiempos.
Este edificio del Asilo de San José, de unos
200 metros de fondo por quince de frente a lo más, tiene una historia no
envidiable, en la vida de la colonia. El General Dn. Dionisio Vives que la
gobernó de 1823 a 1832, le dio su nombre al primer manicomio de Cuba que se
estableció en él y sirvió para los dementes hasta que poco antes de la guerra
de 1868, se creó el de Mazorra en los terrenos del potrero Ferro y es el que
padecemos en la actualidad.
Más tarde ocupó el edificio de la casa de dementes
de San Dionisio, la Escuela de Medicina o de disección que a causa de su
proximidad al cementerio, provocó la algarada tristemente célebre de los
voluntarios de la Habana, que culminó en el fusilamiento de los estudiantes el
27 de noviembre de 1871 por supuesta profanación de la tumba de Castañón,
muerto a mano airada en Cayo Hueso, cuando fue allí con fines políticos.
Al dejar de ser Escuela de Medicina o de disección,
fue convertido en Asilo de San José, rudimentario taller de Artes y Oficios
destinado por la ley de 4 de enero de 1881 a recibir los menores de 18 años,
para cumplir las penas impuestas por los tribunales de Justicia de la colonia.
Era sostenido con fondos del Ayuntamiento de la Habana.
La dedicación del edificio a tan distintos
objetos, presupone, sin temor de errar, que no servía para ninguno de ellos.
Fuimos testigos, de que para el último, no tenía la menor adaptación, pues pudo
seguir llamándose Escuela del crimen o Asilo del vicio, pero no de San José.
Desaparecida la colonia, en virtud de la orden
militar No. 271 de 1900, sustituyó a éste, la Es cuela correccional de Guanajay
y no hemos ganado gran cosa, porque los vicios están ahora igualmente
arraigados en el actual Correccional de Guanajay, pues como decía el Dr. Velis
en la Séptima Conferencia Nacional de Beneficencia y Corrección de la Isla de
Cuba, celebrada en Cárdenas, en 1908, no alcanzan al 5% los niños que llegan a
ser reformados en el establecimiento, tal es lo defectuoso de su organización,
pues están confundidos hombres fornidos con criaturas de diez años, y se carece
de un edificio ad hoc, que exigirá grandes sacrificios al Estado, sin un
fin cierto, como demostraremos más tarde.
En la misma Conferencia de Cárdenas el señor
Lascaibar, presidente de la Junta de Patronos de la Escuela, entiende que se ha
sacado algún provecho, pero no puede decirse que éste corresponda a las esperanzas
acariciadas, pues ahora como antes, es cosa cierta que las deficiencias siempre
han existido y hay probabilidades de que no desaparezcan nunca.
No podía ser de otro modo, pues aparte de las
dificultades invencibles a que nos hemos de referir más adelante, como base de
nuestras disquisiciones acerca de esta clase de Institutos entre nosotros, se
ha hecho todo lo posible para entorpecer su marcha bienhechora, encargando casi
siempre de la dirección a personas imperitas, entre las que figuró no ha mucho
un antiguo administrador de ingenio adiestrado en el manejo de esclavos.
Ocurrió lo que en otra delicadísima institución "El Asilo de Enajenados",
la política desenfrenada no se detuvo ante el respeto y la compasión que
inspira el ser humano afectado de la mente y ya que no fue posible edificar un
manicomio en debida forma, no debió removerse al médico que lo venía dirigiendo
con acierto, en medio de las deficiencias existentes, para poner la dirección
en manos de una persona ajena por completo a la materia y que llevó el
desconcierto a lo inconcebible.
Nos hemos referido, aunque de pasada, a la
''Casa de Enajenados" porque justamente es el otro establecimiento de la
República más difícil de organizar, pues respecto al Correccional de menores,
como veremos después, no lo juzgamos difícil, sino imposible, de establecer en
debida forma entre nos otros y por lo cual pedimos su abolición para sustituirlo
por otro recurso o procedimiento que dé los resultados apetecibles.
Antes de abordar este último enunciado liemos de referirnos al resultado tan diverso que da entre nosotros, la utilización de la mujer en las tareas que basta ahora han desempeñado exclusivamente los hombres, vg., la de enfermera (nurse de los ingleses y norteamericanos) y en los empleos de Oficinas del Estado, en que se halla en contacto con el sexo opuesto. Todos sabemos, porque no es un secreto, que estas ocupaciones de nuestras hermanas, han sido fuente de escándalo y motivo para escarnio de sagrados respetos. Nos referimos a que algunas veces, se ha querido reparar la desgracia de la familia del que dio su vida por la libertad de la patria, colocando en una oficina pública a un miembro de aquélla; la madre se ha ofrecido para hacer el servicio y se ha expresado al punto, el deseo de que lo desempeñara la hija, joven hermosa y sin mundo, para envilecerla después, porque no alcanzamos a poner freno a la lujuria que engendra el clima y las malas costumbres. Por otra parte, la joven que va a desempeñar un destino en una oficina, debiera estar uniformada, como ocurre fuera de aquí, y no con los trajes de los salones que tan mal juegan en lugares destinados al trabajo y no a frivolidades ni a exposición de modas o adornos para llamar la atención de los hombres que, en la misma oficina laboran. Con tales prácticas; los resultados no han de ser dignos de loa. Este preámbulo nos sirve para indicar, que si con tanta facilidad se puede delinquir entre personas de responsabilidad y en las oficinas del Estado, sólo porque los sexos no saben refrenar las excitaciones que despiertan el calor que sufrimos, el cual enerva e impide realizar actos de severidad o de rectitud. ¡Cómo pretenderemos que nuestros reformatorios no sean un remedo de Sodoma y Gomorra, cuando allí va el remanso de la corriente de lo peor de nuestra sociedad: el fruto del hogar infecto, el producto de los vicios del padre, de la indolencia o ignorancia de las madres, las más de las veces? Si en todas partes el que se ha dedicado a la educación de los niños y adolescentes, el educador a lo Luz Caballero o a lo Valdés Rodríguez ha merecido el respeto y la consideración de los que piensan, cuando aquella se realiza en terreno tan resbaladizo como el de los trópicos, el ecuador o sus proximidades, que enervan, la tarea no tiene límites. El erotismo anticipado de los adolescentes y hasta de los niños frustra, de modo cierto, los mejores empeños de los educadores. A manera que la semilla germina rápidamente en los trópicos y de modo fenomenal en el ecuador, al grado de que tal parece que se ve crecer la planta, y en aquéllos y en éste pueden re cogerse dos y hasta tres cosechas de los frutos que en los países templados escasamente se obtiene una, lo mismo ocurre con los seres humanos.
En la isla de Fernando Poo, vg., situada en el
ecuador, la niña menstrua a los seis años y deja de hacerlo ¡Porque aparece la
menopausia a los veinte y en Cuba conocemos ¡personas que cuando jóvenes, por no
decir niñas, se casaron a los 12 y 13 años y han tenido después numerosa prole.
¿Cómo extrañar por tanto que los niños experimenten sensaciones genésicas a los
cinco y siete años? A poco que se discurra acerca de la fisiología normal,
espanta la influencia del clima cálido, sobre la organización del niño y del
adolescente desde el punto de vista físico y moral, y sorprende que los actos
sociales delictuosos en este sentido, no tengan mayores proporciones, con
tenerla ya de modo desbordante.
¿Quién que haya viajado no ha advertido en el
mediodía de España, en Andalucía, vg., lo que aquí; niñas que tienen la viva
fisonomía de una señorita sin tener más de diez años, con sonrisa de adulta y
con modales de ésta aun cuando pertenezca a una familia intachable? Por el
contrario, al norte, en las provincias vascas y de Cataluña, como en la región
más septentrional de Francia, un joven o una joven de 18 años, se distingue
sólo por el traje, pues por la cara, la voz y los juegos, mirados aisladamente,
no se descubriría el sexo, porque la fisonomía, el cuerpo y aire en general, en
ambos, en verdad, son idénticos. Nadie ignora que en esas latitudes o en tales
condiciones, contrae matrimonio el hombre, entre los 20 y 25 años sin haber
tenido contacto con otra mujer que la elegida para esposa. Esto que alguna vez
pudiera interpretarse como un adormecimiento del erotismo por efecto de la vida
ajena a las excitaciones de todo género fuera de los centros de población, en general
es producto del clima y del desarrollo del organismo, de acuerdo con la tonicidad
general perfecta que domina a la parcial o del sistema nervioso en primer
término.
Nuestra talla ínfima tan generalizada no es ajena
igualmente al desenvolvimiento prematuro de las funciones sexuales. Las más de
las veces, aun cuando no haya influido onanismo se perturba el desarrollo de
los demás órganos y aparatos. El atletismo tempranamente bien dirigido modifica
el predominio de un sistema o de una función sobre las de más, apaga la
excitación genital que exalta el clima y nuestros hábitos, y propende al
desarrollo de la estatura. Esto último se advierte ya de tres lustros a la
fecha, sobre todo en la mujer, porque se han generalizado metódicamente los
ejercicios corporales en ambos sexos.
Señores: creemos haber demostrado los perjuicios
que determina nuestro clima en los organismos incipientes y aun en los
desarrollados ya, y en otros trabajos hemos recomendado a las personas pudientes
no dejar sus niños durante el verano aquí, sino trasladarlos al país próximo
que tiene alturas de que nosotros carecemos o por lo menos no están adaptadas
todavía a la vida civilizada y en que la temperatura es otoñal. Por inversa
razón, debido a las excesivas bajas temperaturas, nos invaden los
norteamericanos en invierno, y esta saludable invasión será mayor a medida que
sepamos recibirlos de acuerdo con sus hábitos y costumbres y en provecho de
nuestros intereses.
Siempre en los pueblos civilizados, sus morado res han cambiado de localidad por placer o por las exigencias de la salud del cuerpo, y nosotros ahora pedimos este cambio obligado de determinado elemento, en beneficio de la salud del cuerpo y del alma de que carecen los que componen el Correccional de Guanajay.
No nos hemos educado en los Estados Unidos, ni en ellos pasamos nuestra juventud, de modo que no se nos puede tomar; como atraídos por las simpatías al país en que se ha pasado lo mejor de la vida. Entendemos que los Estados Unidos, tienen defectos que son inferiores a sus buenas condiciones para el perfeccionamiento de la obra humana v entre éstas, se cuenta la educación de la niñez y de la adolescencia en todas sus formas, utilizando las ventajas de su variado. clima y los recursos de que dispone un país activo y progresista. Estas ventajas, son las que creemos que debe aprovechar, por el momento, nuestro Gobierno dada la proximidad de Cuba a los Estados Unidos, para enviar a los establecimientos análogos allí, a los niños y adolescentes del correccional cubano, verdadera sentina, que no han podido cegar los hombres conspicuos que han formado sus Juntas de Patronos entre los cuales se encuentra el Dr. Juan B. Valdés, que conoce bien la organización de estas instituciones en los Estados Unidos, como lo demostró en el trabajo presentado en la Primera Conferencia Nacional de Beneficencia y Corrección celebrada en la Habana el 22 de marzo de 1902.
Nosotros hemos comprobado más de una vez, la
transformación de carácter y de las condiciones físicas de los niños y jóvenes
que a él se han trasladado y si estuviésemos en Europa recomendaríamos el mismo
recurso en las regiones de análogas condiciones que las nuestras y a las que
anteriormente nos hemos referido.
El escollo inferimos que no se encontrará en
lo económico; pues dados los adelantos de que disfrutan en los Estados Unidos
para el sostén de estos establecimientos, nos atreveríamos a asegurar que el
traslado de las personas a éstos desde Cuba, no aumentaría los sacrificios del
Estado, y si así fuese, no serían de modo extremado y estarían compensados por
los frutos que indiscutiblemente se recogerían. En los comienzos, se tropezaría
con dificultades, que pronto se irían venciendo; pero el país podría salvar
para beneficio de los que cambiasen de localidad y para nuestra sociedad, un
buen número de los que mejorando su conducta con una educación y un trato
apropiados, en vez de seguir siendo criminales, llegarían a ser útiles a ellos
mismos al suelo que los vio nacer y se avergüenza de tener los por hijos.
No se nos oculta, que lo legislado en los
Estados Unidos, respecto de la inmigración, pudiera ser un obstáculo para los
fines que perseguimos, pero aun nos queda el Canadá, que no tiene este
inconveniente, por más que se halle a mayor distancia. No obstante, los menores
que van a un correccional, no difieren de los dementes que van a un manicomio,
en el sentido de que unos y otros no estarán como los inmigrantes en contacto
con el país, al que pudieran perturbar de algún modo, sino que estarán recluidos,
y hasta ahora, no ha sido imposible que un enajenado, previa documentación
adecuada, ingrese para su curación, en un manicomio de los Estados Unidos (…).
Anales de la Academia Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, 1915-1916, pp. 860-70.