Pedro Marqués de Armas
Una pintura del Aduanero recreada por Fronesis
Apollinaire y Marie Laurencin
en el Selvático Paradiso
Lezama y Víctor Manuel -otra pareja-
la adoran por igual
Una criolla habanera des
vanecida
en versos
del propio
Apollinaire
aire y sensualidad
pecado y
salvación
¿Acaso la hija de la costurera
entre volutas de humo
mensajes
cifrados?
Y un cuento
también un cuento de amor
entre negros ricos
de la calle Ángeles
donde han levantado un
arco
una tarima de la mejor madera
(iba a decir manera)
para el
advenimiento de la República
Dueño de una manufactura de tabaco
él de vuelta
de Nueva Orleans
y ella criada en
París
tocan
en un francés sin acento
al dintel del
sueño
Apollinaire mismo
majestuoso
mordisqueando un Habano
entorna la puerta
cuando es él quien blande
la aldaba del deseo
en lo
que Laurecin pinta a sus pasteleras
con el
mismo
mimo
(el
mismo)
arte de su madre
Atento al milagro de una voz en cera
ríe de los
poetas que no entienden
como quando
la pioggia spollina
un trébol carnoso
mejor que se los dibuje
a orillas del Rin
(no como un vals)
a ver si captan
de una vez cómo funciona el aparato
en lo que él ejecuta uno semejante
no
precisamente a menor
escala
a base de cables
incluyendo un escape a
“rue St.-Isidore à Havane cela n'existe +”
para el más celebre de sus caligramas
Y de ahí hasta el bosquecito de Chapultepec
en el Selvático Paradiso
donde posa junto a ella
para El Aduanero
para Phronēsis
es decir
para él mismo
21/XII/24
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