Jesús Jambrina
Explorar la
correspondencia de los escritores es una aventura sorprendente, al menos la de algunos
escritores. No existe otro género en el cual la libertad de la mente devele
tantos significados al mismo tiempo y el lector pueda rediseñar, o completar,
su idea de los autores. La literatura, y la cultura desde una perspectiva
dinámica, madura cuando los recovecos de la creación pueden ser seguidos a
través de la intimidad de la escritura (auto)biográfica: las cartas, los
diarios, las confesiones. Una literatura madura es una literatura que se
enfrenta a su propia destrucción mediante la descripción descarnada de sus
disímiles obsesiones, mientras ello no sucede los relatos corren el riesgo de
convertirse en maleables programas románticos que no en activas segregaciones
mentales. Activas significa aquí contestatarias, preguntonas, pero también
astutas y ágiles acciones discursivas.
Leer esta carta de Guillermo Cabrera Infante a
Virgilio Piñera es al mismo tiempo repasar la verdad de ambos escritores. Es
claro que podría hacerse una presentación sociohistórica de este documento: dar
vueltas a las circunstancias en que ambos hombres se encontraban al momento de
este intercambio, sin embargo, tanto Piñera como Cabrera Infante han superado,
a estas alturas de la historia literaria cubana, las suficientes barreras como
para contar la anécdota de nuevo. Mi interés aquí es sólo proponer la
articulación de una lectura ¿hay que decir que crítica? de esta carta en
función de los lugares que ella misma nos está proponiendo. Es decir, cómo se
distribuyen sus significados de acuerdo a la información que ya poseemos con respecto
a lo que fueron, o en lo que devinieron, intelectualmente hablando, ambos
escritores.
Tres líneas me parecen claras: I- la economía
y seguridad con que Infante valora el trabajo de Pinera. A este último le ha
tocado muchas veces enfrentar una crítica, sino reduccionista y prejuiciada, al
menos sí limitada a una o dos de sus prácticas escritúrales: el teatro y la
narrativa. Para Infante es evidente que los méritos del autor de Aire Frío no
se quedan en su fondeo en el golfo del teatro cubano, sino que su versatilidad
lo ubica en un lugar prominente dentro del campo literario -en rigor ¿puede
hablarse de otro autor cubano con tantos aportes en diversas direcciones? Pocos
han querido darse cuenta de este hecho. Infante, desde una perspectiva crítica
flexible, aporta un fundamento, en mi opinión básico: Piñera es una totalidad y
así debe entrar en el conocimiento de los lectores foráneos (recordar que se
trata de una entrevista en Francia). Hoy esta afirmación comienza a verse más
clara, en especial con la publicación de una selección bastante amplia de la
poesía piñeriana (1) y con la preparación de otra selección de su crítica que,
en su mayoría, queda por ser recuperada de las múltiples revistas y periódicos
en los que Piñera colaboró en Cuba y Argentina (2).
El segundo aspecto, en este caso puramente
estilístico, sería la organicidad con que se nos presenta cierta conexión
lúdica entre ambos escritores. Si para muchos críticos de Cabrera Infante y en
algún sentido para él mismo, el juego con el lenguaje es una herencia británica,
vía Joyce; en mi opinión esta carta contribuiría a entender una relación más cercana
entre ambos autores -Piñera/Cabrera Infante-, desde el punto de vista del uso
de la palabra y en general el retozo con ella, con sus posibilidades y
flexibilidad, su desmembramiento. En última instancia tanto el uno como el otro
pertenecen a momentos distintos de una vanguardia artística cubana
caracterizada por la inconformidad y el alboroto, lo mismo a nivel político
como a nivel literario (3).
Cabrera Infante, como Piñera, ha sometido el
lenguaje a altas temperaturas de expresión. Lo que para Piñera sería irrupción
de un género en otro -la poesía puede ser teatral, pero a su vez narrativa,
mientras que sus cuentos poseen intensidad poética y el teatro virtudes, muchas
veces, más puramente literarias que escénicas- para Cabrera Infante sería la contaminación
total entre los géneros, las más evidente aquella que -como ha notado Mario
Vargas Llosa- es capaz de convertir una reseña cinematográfica en una obra estrictamente
literaria (4). Nadie podría negarle a Guillermo Cabrera Infante haber asimilado,
como ningún otro escritor del siglo XX en Cuba, las riquezas y complejidades de
la mejor tradición literaria nacional e internacional y al mismo tiempo haber
intentado rearticularlas de la manera más crítica posible, logrando textos
(inevitablemente) antológicos en el ámbito de la lengua española, más allá de
las reacciones a uno u otro premio importante.
El tercer aspecto, digamos en el plano general
de la carta, que me resulta atractivo, es la voluntad promocional del autor de Tres
Tristes Tigres. Es difícil preveer cómo Cabrera Infante reaccionará a esta
publicación, si es que se entera de ella. De cualquier manera, como hablante de
entonces nos ofrece una visión bien jerarquizada de la narrativa cubana del
período, con una muy definida conciencia generacional, cada uno de los nombres
mencionados, a excepción de los que considera Maestros -Novas, Montenegro,
Lydia Cabrera y Piñera- poseen un lugar fijo en sus opiniones.
Se trataba del
embrión de una naciente literatura, entonces revolucionaria, que nuestro autor
buscaba establecer en la red de editores y editoriales de Francia, esfuerzo que
hoy sabemos no fructificó, entre otras razones porque, como ha continuado
sucediendo a lo largo de los últimos 42 años en uno y otro grupo, dicha
generación se atomizó creativamente y sólo unos pocos de ellos sostuvieron una
labor constante. De cualquier modo, es un testimonio claro de cuáles eran las
posibilidades de circulación de la literatura cubana de aquellos años y cuál su
interés para las editoriales europeas. Hoy sabemos que muy pocos sobrevivieron
a aquella efervescencia, de cierta manera muy parecida a la que se percibe
actualmente por la narrativa cubana en muchas partes del mundo y de la cual tampoco
sabemos cuántos ni quiénes sobrevivirán cuarenta años después.
Bruselas, 11 de
enero de 1963
Querido Público
Virgilio M. (después del récord de "Aire frío": 4 grados sobre cero en
Los Arabos: reflejos (de "Aire") acondicionados, no se te puede
llamar por otro nombre: te confundes con el viejo poeta pederasta que agarró
una rama dorada (algunos dicen que era una vulgar cavia (5) romana pintada con
vulgar oro de Siena) y bajó a los infiernos: tú, desde el Infierno, esgrimes la
rama dorada del laurel teatral: hay que decirte, pues, Ave Virgilius,
spectatori te salutam-aviso: no dejes que lo de Ave Virgilio se corra
por esa ciudad que exalta el machismo de sus hombres y adora el matriarcado de
sus mujeres (6). Agamenón de Cuba, recibo con último agrado tu veloz carta, que
para no desmentir que es tuya, vino volando: hizo el viaje en casi cuatro días,
lo que es otro récord: eres, como Washington, el primero Así en la paz, el
primero como en la guerra y el primero en el corazón de tus
conbugarrones.
Acabo de venir de chez madame la concierge,
donde mi maltrecho ego –maltrecho por muchas pequeñeces que ya te contaré de
viva voz un día– acaba de gozar de reparaciones notables: Max Pol Fouchet, el
sagaz crítico, reciente consumió 15 brillantes -porque fueron brillantes-
minutos elogiando a "Dans la paix comme dans la guerre" como un
partisan. Casi se diría que era Luis Agüero o aun Raúl Palas. El Max Pol habló
de lo lindo. Contó cuentos del libro y recomendó a todos su adquisición. Según
Caillois, con quien me carteo, esto es excelente para la venta del libro –more later,
como decía la caquéctica Audrey Hepburn en aquella maravillosa comedia que se llamó
"Amor en la tarde". Es así que puedo saborear tu triunfo de todo
corazón: me alegra la calentura de "Aire frío": serás, de ahora en
adelante, Virgilio Westinghouse. Me entusiasma la idea de que venga a París -no
sólo por la obra, sino por la presencia segura aquí de Julio, de Humberto y
tuya. Debes hacer todos los amarres posibles por que la manden, no importa los
que sean. Después de todo, when in Moscow... Que traducido al cubano quiere
decir: A la tierra que fueres... Te tengo una sorpresa, que no te sorprenderá: me
han hecho una entrevista para la revista española "Insula". He aquí
lo que digo de ti antes de que tú mismo lo dijeras: "No quiero terminar de
hablar del teatro cubano (porque en la entrevista
hablo de todo, hasta de la metafísica del cuento) sin
hablar de Virgilio Piñera. Piñera -dramaturgo, poeta, cuentista, crítico,
novelista y traductor de "Ferdydurke" (permiso para una leve coña)-
es una suerte de coloso de Rodas (Las Villas) de la escena cubana,
que tiene un pie en el teatro vernáculo y el otro en la vanguardia europea. Su última
pieza, sin embargo, es una crónica familiar en 3 actos que dura cerca de cuatro
horas y que yo siento influida por "El largo viaje de un día hacia la
noche", de Eugene O'Neill. Aunque el autor (Piñera, no O'Neill) lo niega.
El éxito que tiene esta obra, ahora, en La Habana, según noticias (mentira
muchacho: no tenía ninguna noticia), es casi imprecedente en la escena
cubana. "Aire frío" ha sido estrenada por el Teatro Experimental,
dirigida por el escritor Humberto Arenal y protagonizada por el director teatral
Julio Matas. Curiosas transformaciones, ¿verdad? Piñera se colocó con su primera
obra "Electra Garrigó"(1948), escrita a los 29 años, a la entrada de
un posible golfo del teatro cubano. Como todos los colosos, Piñera se ha visto
amenazado de derrumbe varias veces. Primero por Antón Arrufat y luego por José
Triana, que con sus obras "El vivo al pollo" y "Medea en el
espejo" parecieron al principio terremotos devastadores. Pero Piñera sigue
sobre sus pies, a los 50 años, a pesar de que el precoz Nicolás Dorr escribe a
los 14 años varias piezas ("Las pericas", "El palacio de los cartones")
que reúnen el teatro vernáculo y el absurdo ionesquiano con toda
felicidad". (Los subrayados entre paréntesis no aparecen en la
entrevista).
Pero eso no es todo, caro Virgilio Marrón,
pues es la parte dedicada al cuento (después de mencionar a los maestros Novas
Calvo, Montenegro, Lydia Cabrera) te hago este elogio: "Y, por supuesto,
no puedo dejar de nombrar, una vez más, a Virgilio Piñera, que en sus
"Cuentos fríos" tiene un libro tan extraño, lúcido y perfecto como
"Cinniamon Shops", del malogrado (malogrado, hay que decirlo, por una
asesina bala nazi, en el ghetto de Drojobycz, en Polonia, en 1942) Bruno
Schulz". Como ves, no sólo en Cuba eres reconocido. Anche in Brussele.
Ahora hablemos serio. Necesito que me mandes
"Aire frío", pues me la han pedido aquí. También envía "El robo
del cochino" y dos o tres obras que puedan interesar a un grupo de teatro
izquierdista o comunista de la ciudad de Gent o Gand o Cante que la han pedido.
Lamento que no puedas incluir ni una de las Medeas, ni una de las Viudas.
Habla, sí, con Brene, a ver si tiene algo que sea menos local y pueda
traducirse sin dificultades.
Otra buena noticia y otra petición. Mándame
tus "Cuentos fríos". Hablé con Caillois y luego le escribí para
hablarle de varios libros cubanos que la colección de La Croix du Sud pudiera
publicar. Le hablé primero, claro está de los maestros: Lydia, Lino Novás, tú.
Me dijo que el libro de Lydia era para especialistas y que le buscaría un traductor;
luego me dijo que los cuentos eran difíciles de publicar en Francia, porque los
franceses no aman las nouvelles; luego me dijo que había pensado publicar los
cuentos de Lino y finalmente me dijo que no conocía tu libro, pero que querría
verlo. Comprendes que intento ser imparcial -o parcial- y quiero crear una
curiosidad o un interés por la literatura cubana, que ya los editores irán
saliendo. No dejes de mandarme el libro cuanto antes por correo certificado.
Pienso luego hablar con otros editores del libro de Calvert, que me parece el
más maduro de todos los libros de cuentos recién publicados; y luego hablaré
por el libro de Arenal, que puede tener posibilidades; y luego por la novela de
Desnoes, que no sé qué tal caerá. Aquí -y te hablo de Francia: este país es una
poceta llena de la misma agua azul del océano cercano, pero no es más que eso:
una poceta- parece haber escasez de libros con tanta editorial caminando y los
libros latino-americanos son pocos y malos (la novela de Carlos Fuentes, que es
muy buena en comparación con las demás, parece no gustar al traductor, que es
el mío). No sé qué hacer con la novela de Arcocha y se lo voy a escribir, pues
parece que Goytisolo la reportó favorablemente y no puedo hablar con Caillois
sin permiso del Goyti, no vaya a parecer una intrusión. En cuanto a "La
búsqueda" no creo que tenga el menor chance, dados sus errores, aunque
pienso que Sarusky puede tener dentro un libro mejor que el libro que produzcan
Desnoes o Arcocha. En cuanto a Lisandro, no sé, realmente qué es lo que le
pasa, pues lleva más de dos años con su libro a cuestas y no acaba de terminarlo
o de desecharlo o de comenzar otra cosa, si esa no sale. Ya ves, me ocupo de
ustedes. (Hazme el favor de recomponer ese párrafo que salió como a Butor le
encantan: mal escrito.)
Escribo bastante, no creas. No quiero
adelantar mucho, pero ya lo verás por la entrevista, que pienso mandar una
copia a Cuba, a la revista Casa -es por eso que te adelanté el párrafo, para
que no se extraviara luego.
En cuanto al regreso, no sé. Si puedo salir de
esta detestable ciudad y caer en París (la Unesco es un buen lugar, díselo a
Carlos: ahora que Marta Frayde se queda sola, pues la mala víbora del Álvarez
Ríos (hay que concederle a Arcocha una suerte de presciencia) sale pitando para
Cubita Bella) o en Roma o en Londres, donde un consejero cultural no le vendría
mal a Gran Bretaña, ya que PAF -con quien he hablado tres veces por teléfono- dice
que hay mucho trabajo; entonces, con el cambio, me quedaré otro año más,
previos paseos a La Habana, que sigue siendo a pesar de Europa, a pesar de
París, la ciudad del sortilegio -para emplear una frase que te es cara- para
mí, aunque actúe yo como uno de aquellos idiotas lemmings de Noruega o de
Islandia -pregunta a Oscar por los lemmings y tendrás la clave de una
afortunada metáfora destinada sin duda a hacer carrera. Pero en Bruselas, con
este frío -16 bajo cero en la calle, hoy, cuando continúo tu carta, 12 de enero,
con anuncio de una bajada hasta -26 para mañana domingo- y con el poco dinero, ya
que la ciudad es carísima, y sin nadie interesante a quien conocer y sin contactos
útiles, y con un trabajo hasta ahora burocrático y mierdero, lleno de mierditas
que no vale la pena ni relatar, pero que hacen las delicias de cada día (¿te
acuerdas del periódico bajo Ithiel?, algo parecido a esto, sólo que más
imbécil, más pequeño y más mierdita: el eterno odio al intelectual, al artista,
al escritor, que sale dondequiera y se manifiesta en cien mil diarias cobardías),
cuando no tengo que servir a lo que más detesto: ahora mismo llevo tres días preparando
dos cortos del ICAIC para que vayan a un festival de cine aquí: los cortos vinieron
como todas las cosas del ICAIC, a la buena ventura, hubo que hacerles fichas técnicas,
escribirles sinopsis y tomar la narración y traducirla y ponerlo todo
coherente: y este trabajo tuve que hacerlo yo, que detesto a esa gente y lo que
representan más que nadie, y mi trabajo, que no me gusta, que es detestable,
será a AMDG (a mayor gloria de Dalia), que será quien se lleve el mérito. (Te
recomiendo que lo pienses dos veces antes de aceptar el cargo en cualquier
parte, porque tendrás que dar conferencias, hacer horario de burócrata y
aguantar todos los paquetes inimaginables, amén de los que te imagines: éste del
ICAIC, te lo aseguro, no es de los más desagradables: piénsalo, te digo.) Con
esta soledad -no sólo física, sino espiritual-, con tantas incomodidades
-vivimos en un cuarto del tamaño de mi estudio en La Habana y pagamos 4,000
francos belgas: $80, dólares, contantes y sonantes- y con este frío, no vuelvo
a pasar otro invierno en esta ciudad. Come what may. Se la regaló a Rine, a
Arenal, a ti: a quien la quiera. Corrección: Max Pol Fouchet habló por Radio
Televisión Belge, que retrasmitía un programa, "Lecture pour vous",
de Radio Televisión Francaise, en el mejor turno del programa y anunciado desde
el principio y con un largo espacio, y todo dicho con una enorme convicción, lo
que me alegró el fin de semana y la noche y el nuevo año.
Virgilio, ¿qué pasa con mi libro? Cuando
recibas esta carta se habrá cumplido un año de que entregué las dos terceras
partes del libro a Paquita. El de Rine, que no estaba comenzado, ya está en la
calle. Supongo que ahora yo no tendrá más la culpa. ¿De quién será? ¿De
Soriano? ¿De mi padre? ¿De dos albañiles perezosos en casa Burgay? Debe ser así,
pues ni Mateo, ni Paquita, ni tú quieren aceptar la parte de responsabilidad
que les toca en esta demora casi bochornosa: Ediciones R. bate un récord:
solamente "Aire frío" estuvo tanto tiempo en la nevera. ¿Se llamará
mi libro, al salir, "Un oficio del Siglo XXI"? Ahora es hasta luego.
Aprende a escribir largo y envía los libros: el tuyo, el de Estorino (¿por qué
llamarse Abelardo cuando se llama uno José?), y el de Brene o los que creas
presentables a esta gente. También quiero que te ocupes de enviarme con Edith Depestre
o quien sea varios ejemplares del libro de pintura, que me hacen falta aquí
para regalar a críticos y pintores que conoceré esta semana.
Te veré en París
dentro de dos meses. Amárrale los güebos al diablo. Sin tocárselos mucho. Hasta
luego, el mismo abrazo de siempre con el mismo afecto de siempre:
G.C.I.
Notas
1) Virgilio
Pinera: La isla en peso, Ediciones Unión, La Habana, 1998. Tusquest
Editores publicó el mismo libro en el año 2000 en su colección Nuevos textos
sagrados.
2) Antón Arrufat
prepara dicha selección para la editorial Letras Cubanas, bajo el título de El
país del arte, nombre de unos de los ensayos más conocidos de Piñera
publicado en la revista Orígenes.
3) La crítica
literaria cubana ha considerado como Vanguardia sólo aquel movimiento que tuvo
su auge cubano durante la década del 30 del pasado siglo. Sin embargo, como
explicó Miklos Szabolscsí, la vanguardia, extendida por todo el mundo
occidental, incluida América Latina, tuvo un segundo momento de esplendor a
partir de los años 40, cuyo signo básico fue la crítica corrosiva mediante el
absurdo y otros recursos vanguardistas, de la sociedades occidentales, con los
valores burgueses al frente, incapaces de impedir la guerra y la destrucción.
Una crítica profundamente humanista que tuvo un último período claro a finales
de los 50 y durante una parte de los 60, en esta última época bajo nuevas
circunstancias e intereses. (Rev. Casa de
las Américas, No 80, Sept.-Oct., 1972, pp. 4-17). Durante este período, la
literatura cubana también estuvo expuesta a las gravitaciones foráneas así como
a un diálogo con la propia herencia vanguardista. Además de Piñera y Cabrera
Infante, podrían ser incluidos dentro de esta tradición escritores como Enrique
Labrador Ruiz, Lorenzo García Vega, Severo Sarduy, y Ezequiel Vieta. La
vocación vanguardista de la literatura cubana ha sido realmente poco estudiada
y merece una atención mucho más central de lo que puede ofrecer una nota al
pie, lo cual intentaré en textos futuros.
4) Pensemos, por
ejemplo, en el caso de Piñera en los poemas de la sesión "Si muero en la
carretera", en Una Broma Colosal (1988) y en el de Cabrera Infante,
en su libro Exercicios de esti(l)o, de la década del 70. Por otra parte, la
afirmación de M. Vargas Llosa fue parte de su argumentación como jurado del
Premio Cervantes en el año que se le otorgó a Cabrera Infante, publicada más
tarde en la revista Archipiélago, 1999.
5) El autor de
la carta extiende una flecha al margen con la siguiente frase: "¿Un trolló
papá?".
6) Flecha al
margen: "y viceversa: exalta el machismo de muchas de sus mujeres y el
matriarcado de sus hombres".
Tomado de Diásporas, Documentos 6, febrero-marzo
de 2002, pp. 22-26.
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