Los hombres de ojos verdes son sugestionadores:
tienen algo felino que en la sombra chispea...
Por eso cuando te oigo, solo digo "así sea";
y dejo que tu sierpe se arrastre por mis flores.
Me hablas de cosas llenas de miedos y temblores;
y en tu espíritu negro mi espíritu bucea
y saca a luz, a veces, la perla de una idea
en que se cuaja un brillo de llantos interiores.
¡Qué sé yo si eres grande; pero sé que eres raro!
Hay en tus ojos, plenos de sol, un verde claro
que habla de los antiguos y nobles amuletos...
Y así eres como un héroe de extrañas latitudes,
digno de ser cantado, por tus siete virtudes
y por tus siete vicios, en catorce sonetos.
La Habana, 6 de julio de 1908
Letras (La Habana, 1908); Apolo: revista de arte, 1908. p. 304; El Mundo: seminario ilustrado, 1908, p. 217.
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