Gracias a la serenidad de Artigas no fue devorado anoche por un león su aclamado socio.
Quería Santos darle una gran sorpresa al público metiéndose en la jaula del fiero león africano el día del homenaje. Durante el ensayo, Santos, que es un hombre muy arrojado, principió a tirarle de la melena al rey de las selvas y a hacerle cosquillas en la nariz sin fijarse que en ese momento estaba el león con la calentura.
De pronto se oyó un rugido espantoso y la fiera le tiró un zarpazo al atrevido domador y cayó sobre él para devorarlo, pensando sin duda:
-!Que gordito está! !A este me lo ceno yo!
Al ruido acudió Artigas, que estaba ensayando el salto mortal vestido como la Mya Wirth. En seguida se dio cuenta de lo que pasaba y dijo:
-La salvación de Santos está en el rabo del león.
Y principió a tirarlo de la cola con todas sus fuerzas, hasta que el animal cedió y soltó la presa.
Al salir de la jaula, Santos cayó desmayado y se le pudieron apreciar varias heridas causadas por la garra del león. También tenía en la oreja la huella de un colmillo.
Artigas condujo al herido en un fotingo a Emergencia, donde fue operado por el doctor Sousa, que le sacó el hígado, un riñón y un par de costillas.
Después pudo regresar al circo como si nada hubiera pasado y dispuesto para asistir mañana, sábado, al almuerzo que le dan sus admiradores en el Cosmopolita, y a la gran función-homenaje que celebrarán por la noche los jóvenes y ya famosos empresarios cubanos, y a la cual asistirá tola la Habana.
Con Santos y Artigas no hay quién pueda! Ni los leones!
Quería Santos darle una gran sorpresa al público metiéndose en la jaula del fiero león africano el día del homenaje. Durante el ensayo, Santos, que es un hombre muy arrojado, principió a tirarle de la melena al rey de las selvas y a hacerle cosquillas en la nariz sin fijarse que en ese momento estaba el león con la calentura.
De pronto se oyó un rugido espantoso y la fiera le tiró un zarpazo al atrevido domador y cayó sobre él para devorarlo, pensando sin duda:
-!Que gordito está! !A este me lo ceno yo!
Al ruido acudió Artigas, que estaba ensayando el salto mortal vestido como la Mya Wirth. En seguida se dio cuenta de lo que pasaba y dijo:
-La salvación de Santos está en el rabo del león.
Y principió a tirarlo de la cola con todas sus fuerzas, hasta que el animal cedió y soltó la presa.
Al salir de la jaula, Santos cayó desmayado y se le pudieron apreciar varias heridas causadas por la garra del león. También tenía en la oreja la huella de un colmillo.
Artigas condujo al herido en un fotingo a Emergencia, donde fue operado por el doctor Sousa, que le sacó el hígado, un riñón y un par de costillas.
Después pudo regresar al circo como si nada hubiera pasado y dispuesto para asistir mañana, sábado, al almuerzo que le dan sus admiradores en el Cosmopolita, y a la gran función-homenaje que celebrarán por la noche los jóvenes y ya famosos empresarios cubanos, y a la cual asistirá tola la Habana.
Con Santos y Artigas no hay quién pueda! Ni los leones!
La Política Cómica, 20 de diciembre de 1918
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