domingo, 25 de marzo de 2012

París... notas rápidas




  Manuel Márquez Sterling

  
 Londres, la imponente y nebulosa Albión, me hizo el efecto de un bostezo interminable... De ahí que al verme en pleno París, rodeado de este gentío inmenso que recorre alegremente los boulevares, la capital francesa me hace el efecto de una estridente carcajada...

 Aquí se vive feliz. El que no... lo finge y da lo mismo. Nosotros venimos de América totalmente aburridos, y aquí... tal parece que respiramos con más libertad. Allá tenemos cosas, si no mejores, por lo menos iguales a las de París. Sin embargo, París domina por su estilo y por la gracia y la suprema elegancia de sus cosas. Es para mí, cualidad distintiva en los franceses, el hacer la excepción de lo vulgar, de lo feo lo bello, de lo triste lo alegre.

 París se hizo para las grandes imaginaciones, y en él debieran vivir todos los grandes poetas. Lo brutalmente real se toca con lo aéreo y lo espiritual...

 Tengo grabada en el corazón la infinita melancolía del bosque de Boulogne y los Campos Elíseos. ¡Ay! Cuántas veces me ha parecido ver entresalir de aquellos árboles espigados y burlones, la enorme silueta de un trozo de cielo en forma de mujer, que se desliza suavemente por el arco de Triunfo, llega a la plaza de la Concordia y se pierde luego entre las primeras brumas de la noche y los últimos reflejos de la tarde...

 Los hijos del Nuevo Mundo debiéramos venir a París muy frecuentemente. Aquí se pierden las malas costumbres y peores hábitos del terruño. Todos llegamos pálidos, endebles y... enamorados. Al mes de estar en París ya se varía de aspecto, y el corazón se hiela y la memoria se nubla. Es altamente ridículo pasearse por el boulevard de los italianos, ir al paraíso del gran teatro de la Opera, sorprendiendo el alba entre vahos de lujuria y copas de licor, y tener al mismo tiempo la mente al otro lado del Atlántico, fija en una criollita color de cobre, ojerosa, que esparce el ánimo con el mejor de sus amigos.

 Así tengo algunos amigos en este gran París, que viven soñando con su novia, la que dejaron en el pueblo. ¡Pobrecitos! Llevan el retrato parduzco en la cartera, lo miran a la luz incandescente de los grandes paseos, y entre mirada y mirada, se dan apretones con las muchachas guapas, enrojecidos de vergüenza, pensando:

 —Si la pobre Maricusita me viera...

 Y así los hay aquí por docenas: tontos, pero tontos de capirote, perdiendo la vida y la juventud en el recuerdo honesto de alguna ingrata de allá... mientras París se divierte lujuriosamente, elevando al cielo un himno delicioso de alegría...


 (París, 1895).


1 comentario:

Cristian dijo...

Creo que a Paris se la asocie con el amor y la poesía no es casual, es una ciudad cautivante. Mas alla de si uno se aloja en los mejores hoteles de paris u hoteles ordinarios va a vivir unas fascinantes vacaciones en una esplendida ciudad