Tuve
ayer miedo de morir
y
me arropé cobardemente,
como
un bebé que de repente
mira
a las brujas sonreír.
Pero
después rompí a reír
un
poco exageradamente:
¡Que
venga!, dije. Frente a frente,
cantando,
la he de recibir.
La
muerte me rozó de lado;
yo
estaba entonces acostado;
me
flaqueó un poco el corazón;
y
entonces, pálido y pequeño,
como
un bebé que finge el sueño,
contuve
la respiración.
No hay comentarios:
Publicar un comentario