martes, 26 de mayo de 2020

Al Sr. D. José Jacinto Milanés después de la lectura de “El Conde Alarcos”



Ignacio Rodríguez Galván 

Alarcos infeliz! vano es tu ruego,
vanos son tus lamentos…¿Por qué lloras?
No encontrarás la compasión que imploras,
Y tú esposa inocente, ha de morir.

Huye con tu Leonor, desventurado,
ó al menos por piedad, sella la boca;
rompe, destroza la terrible toca,
que aliento falta ya para sufrir.

Rueda en el cielo tempestad sombría
el viento cruza embravecido y zumba,
y el rayo destructor brilla y retumba
al compás de la voz del trovador.
Tú fuiste criminal,- y tu destino
con sangre de Leonor será sellado,
que al ángel de la muerte has convidado
en aquella tu cena de terror.

¡Grato poder del inspirado genio!
¡encanto sin igual de la poesía,
que el alma aduerme en blanda melodía,
y es dulce la inquietud del corazón!
Prosigue, Milanés, tú que conoces,
ese lenguaje mágico del cielo,
sigue, y serás en tu atrevido vuelo
de tu risueña Cuba admiración.

Más huye á donde entronizado ondea
de libertad el estandarte al viento,
que de tiranos el impuro aliento
al genio daña, y lo marchita en flor,
No empero toques las sangrientas playas
do la discordia lanza horrendo grito
ni mucho menos el país maldito
que á Heredia fue de luto y de dolor.

Que allí tiranos ves.- Y o bien te arrastras
en el umbral de estúpido magnate,
ó bien adulas miserable vate,
a un pueblo corrompido y sin pudor.
Y ni el consuelo de llorar te queda,
que á risa moverá tu triste llanto,
y si retruenas en tremendo canto,
serás victima oscura de tu honor.

Jamás olvidará tus dulces trovas
quien hoy te escribe, á ti desconocido,
y, el corazón, de lágrimas henchido,
estará siempre atento á tu cantar.
Eco hallaron tus versos en el pecho
del que seguirte en su poder no cabe.
más, si elevar la voz, cual tú, no sabe
sabe al menos sentir, sabe llorar.

 Habana Junio, 1842

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