Gustavo López
¡Cuánto hay que
hacer todavía en materia de educación! Establecer
los principios de la higiene mental educadora,
sobre las sólidas bases de una acción
verdaderamente científica, es obra meritísima, sí, pero superior a nuestras
fuerzas y no del momento presente. Los buenos ejemplos, el hábito de las costumbres morigeradas, la ausencia de ciertos espectáculos, y el atender mucho las
relaciones amistosas de los infantes, deben merecer
recomendación especial por nuestra parte. Deben ser muy vigiladas las reuniones
de los niños; y no consentirse, con los que le
lleven apreciable diferencia de edad. Este hecho,
cuántas veces es el que despierta y anticipa la vida
genital de las criaturas, dejando maltrecha su
natural inocencia, rasgando su pudor, y abriendo puertas a determinadas
perversiones.
También nuestras
niñeras, al abandonar a los niños en poder de los
criados, realiza o completa la acción anteriormente
señalada. Merece bien este punto, que no se lo tenga en el descuido que es
habitual. No se mira a menudo, no se toma nota de la moralidad del aya o criada
que se asalaria; y no de otro modo, pueden explicarse ciertas inclinaciones o
prácticas perversas de determinados niños. Mucho más delicado es todo esto,
cuando se trata de niñas, tiernos seres a quienes desgarra el pudor y
prematuramente abren a las perversiones sexuales, la maldad criminal o la
tórpida estulticia de ciertas criadas. Calculad ahora cual no llegará a ser la
resonancia de estos daños, en aquellos seres un tanto preparados para el mal,
en aquellas pobres criaturas, de organización decaída, estigmatizada, o de
inteligencias débiles. Pobres barqichuelos entregados a merced del huracán
del descuido, de la torpeza, de la imprevisión, de la maldad ajena! ¿Quién os
libertará del empuje sugestivo de las seducciones?
Conviene no olvidar,
que el niño en cierta época, tiene que concurrir a los talleres, a las escuelas
de artes y oficios, o a los planteles de enseñanza. No por ello deberá ser
entregado al primer maestro o encargado que se encuentre. Los padres deben
tener presente para aplicarla a sus casos, las siguientes palabras de Mr.
Bougeau, cuando habla de las niñas, en un libro reciente:
«Casi siempre, la perversión de las jóvenes es provocada por el hombre, y a menudo por el patrón del taller, que explota de esta manera especial a sus aprendizas y obreras;... es necesario hablar de ellas, para llamar la atención hacia esa podredumbre que germina a la sombra».
«Casi siempre, la perversión de las jóvenes es provocada por el hombre, y a menudo por el patrón del taller, que explota de esta manera especial a sus aprendizas y obreras;... es necesario hablar de ellas, para llamar la atención hacia esa podredumbre que germina a la sombra».
Madres que tenéis varones en estas épocas de aprendizaje o de estudios, escuchad un consejo: jamás dejéis a vuestros hijos entregados a su propio albedrío, a su personal gobierno; nunca le consintáis vagabundear libremente; estorbadle con sistemático rigor la concurrencia a los cafés, a los billares. Quien hoy se entretiene habitualmente con el billar o el dominó, mucho adelantado tiene para ser el jugador de mañana. Que quien horas muertas permanece en un café, roba tiempo a su estudio o aprendizaje, prepara su vagancia y su afición a las bebidas, y fabrica el alcoholista del porvenir. Tanto mejor y más fácilmente, cuanto menos perfecta y resistente sea su organización cerebral.
"Higiene de la locura" (fragmento), Anales de la Academia
de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, Vol. XXXII, 1896.
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