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lunes, 23 de mayo de 2016

Infancia en peligro, pobres barquichuelos





  Gustavo López

 ¡Cuánto hay que hacer todavía en materia de educación! Establecer los principios de la higiene mental educadora, sobre las sólidas bases de una acción verdaderamente científica, es obra meritísima, sí, pero superior a nuestras fuerzas y no del momento presente. Los buenos ejemplos, el hábito de las costumbres morigeradas, la ausencia de ciertos espectáculos, y el atender mucho las relaciones amistosas de los infantes, deben merecer recomendación especial por nuestra parte. Deben ser muy vigiladas las reuniones de los niños; y no consentirse, con los que le lleven apreciable diferencia de edad. Este hecho, cuántas veces es el que despierta y anticipa la vida genital de las criaturas, dejando maltrecha su natural inocencia, rasgando su pudor, y abriendo puertas a determinadas perversiones.

 También nuestras niñeras, al abandonar a los niños en poder de los criados, realiza o completa la acción anteriormente señalada. Merece bien este punto, que no se lo tenga en el descuido que es habitual. No se mira a menudo, no se toma nota de la moralidad del aya o criada que se asalaria; y no de otro modo, pueden explicarse ciertas inclinaciones o prácticas perversas de determinados niños. Mucho más delicado es todo esto, cuando se trata de niñas, tiernos seres a quienes desgarra el pudor y prematuramente abren a las perversiones sexuales, la maldad criminal o la tórpida estulticia de ciertas criadas. Calculad ahora cual no llegará a ser la resonancia de estos daños, en aquellos seres un tanto preparados para el mal, en aquellas pobres criaturas, de organización decaída, estigmatizada, o de inteligencias débiles. Pobres barqichuelos entregados a merced del huracán del descuido, de la torpeza, de la imprevisión, de la maldad ajena! ¿Quién os libertará del empuje sugestivo de las seducciones?

 Conviene no olvidar, que el niño en cierta época, tiene que concurrir a los talleres, a las escuelas de artes y oficios, o a los planteles de enseñanza. No por ello deberá ser entregado al primer maestro o encargado que se encuentre. Los padres deben tener presente para aplicarla a sus casos, las siguientes palabras de Mr. Bougeau, cuando habla de las niñas, en un libro reciente: 

 «Casi siempre, la perversión de las jóvenes es provocada por el hombre, y a menudo por el patrón del taller, que explota de esta manera especial a sus aprendizas y obreras;... es necesario hablar de ellas, para llamar la atención hacia esa podredumbre que germina a la sombra».

 Madres que tenéis varones en estas épocas de aprendizaje o de estudios, escuchad un consejo: jamás dejéis a vuestros hijos entregados a su propio albedrío, a su personal gobierno; nunca le consintáis vagabundear libremente; estorbadle con sistemático rigor la concurrencia a los cafés, a los billares. Quien hoy se entretiene habitualmente con el billar o el dominó, mucho adelantado tiene para ser el jugador de mañana. Que quien horas muertas permanece en un café, roba tiempo a su estudio o aprendizaje, prepara su vagancia y su afición a las bebidas, y fabrica el alcoholista del porvenir. Tanto mejor y más fácilmente, cuanto menos perfecta y resistente sea su organización cerebral.


 "Higiene de la locura" (fragmento), Anales de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, Vol. XXXII, 1896.

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