domingo, 8 de marzo de 2015

Henri Michaux, “Ecuador Journal de Voyage”




 Jorge Mañach


 Un hombre que no sabe ni viajar ni llevar un diario ha compuesto este diario de viajes. Pero, en el momento de firmar, súbitamente tomado de miedo, se tira la primera piedra. "Voila". Ese es todo el prefacio del autor. ¿Quién se atreverá, después de él, a tirarle piedra alguna, si precisamente el encanto magdalénico de este libro reside en su informalidad, en su desenfado, en su desentendimiento de todo lo convencional? Sólo así, sin cálculo ni técnica, se aseguran eficacia deleitante los viajes y los diarios. El viajero y el diarista avezados son insoportables. Michaux fue al Ecuador. Pasó allá un año. Volvió. Y dio a la estampa estos apuntes —prosa, verso— para la inteligencia del trópico sudamericano. Tienen ese sabor de presencia, esa intimidad incoherente —y sin embargo única— de los diarios. Desmenuzan el espectáculo de un ingenio europeo reaccionando ante el hecho natural superlativo de América, vengándose de su magnitud, tomándole el pelo. El anti-Chateaubriand. Pinchazos a lo sublime, para no caer en romanticismo. Y, todo ello, acentuado por ese moderno fastidio, por ese elegante desencanto moranesco de lo exótico: "ríen que la terre". Michaux mismo nos lo explica, páginas adentro. Se opera actualmente “la crisis de la dimensión”: “Sufrimos mortalmente, de la dimensión, del porvenir de la dimensión de que estamos privados, ahora que ya le hemos dado, hasta la saciedad, la vuelta a la tierra". Así, nada le impresiona demasiado a este europeo curado de magnitudes: los Andes, los volcanes, los ríos como mares, se le convierten en materia de humorismo. Los mismos peligros —minuciosamente descritos— de la América inédita, no lograrán, a lo sumo, sino irritarle un poco. Nada de robinsonismo en esa versión de aventuras. Ninguna concesión al énfasis del espectáculo. De su belleza, solamente algún leve registro. Y, sin embargo, no hay petulancia alguna, más bien una óptica nihilista, asistida por el famoso sentido francés de "la mesure". De cuando en cuando, alguna interpolación lírica—¿lírica?—, alguna boutade crítica. Un vejamen de lo exótico, doblado a veces de poesía, transido de humorismo, deletéreo casi de tan inteligente, en que se desalmidonan un poco todos los misterios del nuevo mundo. Un buen libro para el Sr. Chocano. Un libro de irritante gracia para nuestros mejores amigos de Quito.


 Revista de Avance, IV, no 41., dic. 15, 1928, p. 373. 


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