Jorge Mañach
Un hombre que no sabe ni viajar ni
llevar un diario ha compuesto este diario de viajes. Pero, en el momento de
firmar, súbitamente tomado de miedo, se tira la primera piedra. "Voila".
Ese es todo el prefacio del autor. ¿Quién se atreverá, después de él, a tirarle
piedra alguna, si precisamente el encanto magdalénico de este libro reside en
su informalidad, en su desenfado, en su desentendimiento de todo lo
convencional? Sólo así, sin cálculo ni técnica, se aseguran eficacia deleitante
los viajes y los diarios. El viajero y el diarista avezados son insoportables.
Michaux fue al Ecuador. Pasó allá un año. Volvió. Y dio a la estampa estos
apuntes —prosa, verso— para la inteligencia del trópico sudamericano. Tienen
ese sabor de presencia, esa intimidad incoherente —y sin embargo única— de los
diarios. Desmenuzan el espectáculo de un ingenio europeo reaccionando ante el
hecho natural superlativo de América, vengándose de su magnitud, tomándole el
pelo. El anti-Chateaubriand. Pinchazos a lo sublime, para no caer en
romanticismo. Y, todo ello, acentuado por ese moderno fastidio, por ese
elegante desencanto moranesco de lo exótico: "ríen que la terre".
Michaux mismo nos lo explica, páginas adentro. Se opera actualmente “la crisis
de la dimensión”: “Sufrimos mortalmente, de la dimensión, del porvenir de la
dimensión de que estamos privados, ahora que ya le hemos dado, hasta la
saciedad, la vuelta a la tierra". Así, nada le impresiona demasiado a este
europeo curado de magnitudes: los Andes, los volcanes, los ríos como mares, se
le convierten en materia de humorismo. Los mismos peligros —minuciosamente
descritos— de la América inédita, no lograrán, a lo sumo, sino irritarle un
poco. Nada de robinsonismo en esa versión de aventuras. Ninguna concesión al
énfasis del espectáculo. De su belleza, solamente algún leve registro. Y, sin
embargo, no hay petulancia alguna, más bien una óptica nihilista, asistida por
el famoso sentido francés de "la mesure". De cuando en cuando, alguna
interpolación lírica—¿lírica?—, alguna boutade crítica. Un vejamen de lo
exótico, doblado a veces de poesía, transido de humorismo, deletéreo casi de
tan inteligente, en que se desalmidonan un poco todos los misterios del nuevo
mundo. Un buen libro para el Sr. Chocano. Un libro de irritante gracia para nuestros
mejores amigos de Quito.
Revista de Avance, IV, no 41., dic. 15, 1928, p. 373.
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