— ¿Cuál es su concepto de la vida?
— El carecer de conceptos preconcebidos sobre ella y
el de vivirla en su absurdidad admirable
y en su armonía misteriosa.
— ¿Cuál es su concepto de la poesía?
— Mirar con nuestros propios ojos actuales el espectáculo
cotidiano. Ver lo que hay de emocionante, de patético, de inédito, de grotesco en unos guantes, en un
farol, y que farol o guantes, si lo deseamos, transporten nuestra
arbitrariedad con el confort de una trasatlántico.
— ¿Cuáles son sus ideas en
cuanto a la forma poética?
— Creo que cada cual ha de
buscar una que se adapte a la conformación de su estómago, de sus piernas, de
su nariz.
— ¿Y el metro?
— ¡Adminículo de tendero!
— ¿Y la rima?
— ¡Tambor indígena! Trampolín
que solo sirve, la mayoría de las veces, para saltar de un verso al otro, dando
una pirueta en el vacío.
— ¿En qué consiste para Vd. la
felicidad?
— En buscarla, perderla,
encontrarla, volverla a buscar y pasar junto a ella, de vez en cuando,
haciéndome el distraído.
— ¿Cuál es su mayor
aspiración?
— ¡Entretenerme! Que el vuelo
de una mosca ponga en movimiento todo mi mecanismo de sentir y de pensar.
— ¿Y el poeta que más admira?
— El último que haya leído o
alguno de los que ya no leo.
— ¿Y la obra que prefiere?
— El Diccionario.
— ¿Y su mayor afición?
— Mirar el humo.
— ¿Y su aversión mayor?
— La filarmónica del vecino.
— Confiésenos, por último, lo
que Vd. piensa de su obra.
— En un aviso que publiqué al
anunciar Veinte poemas para ser leídos en el tranvía imaginé lo que otros
pensarían sobre ella. Decía así:
El público: Yo no lo he leído;
pero según dicen los diarios….
La crítica: No está mal, pero
sería mejor si fuera todo lo contrario.
Un aristarco: Es definitivamente
malo, y sería tan malo si fuera todo lo contrario.
Una señora: Yo prefiero La
Traviata de Massenet.
Una niña: ¡Lástima que no
pueda decir que lo he leído!
Un literato: las ilustraciones
están bien: pero los poemas…
Un dibujante: A mí el texto no
me parece mal. De las ilustraciones es preferible que no hablemos.
Un amigo: ¡Sí! Es preferible
que no hablemos.
Yo: Personalmente tengo la
misma opinión de mi amigo.
Social, Vol X. núm.1, enero de 1925, p. 18. Este texto apareció antes en Proa, Año I, Núm 4, 1924.
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