Frente a la impermeabilidad
hipopotámica del “honorable público”.
Frente a la funeraria
solemnidad del historiador y del catedrático, que momifica cuanto toca.
Frente al recetario que
inspira las elucubraciones de nuestros más “bellos” espíritus y a la afición al
ANACRONISMO y al MIMETISMO que demuestran.
Frente a la ridícula necesidad de fundamentar nuestro nacionalismo
intelectual, hinchando valores falsos que al primer pinchazo se desinflan como
chanchitos.
Frente a la incapacidad de
contemplar la vida sin escalar las estanterías de las bibliotecas.
Y sobre todo, frente al
pavoroso temor de equivocarse que paraliza el mismo ímpetu de la juventud, más
anquilosada que cualquier burócrata jubilado:
“MARTÍN FIERRO” siente la
necesidad imprescindible de definirse y de llamar a cuantos sean capaces de
percibir que nos hallamos en presencia de una NUEVA sensibilidad y de una NUEVA
comprensión, que, al ponernos de acuerdo con nosotros mismos, nos descubre
panoramas insospechados y nuevos medios y formas de expresión.
“MARTÍN FIERRO” acepta las
consecuencias y las responsabilidades de localizarse, porque sabe que de ello
depende su salud. Instruido de sus antecedentes, de su anatomía, del meridiano
en que camina: consulta el barómetro, el calendario, antes de salir a la calle
a vivirla con sus nervios y con su mentalidad de hoy.
“MARTÍN FIERRO” sabe que “todo es nuevo bajo
el sol” si todo se mira con unas pupilas actuales y se expresa con un acento
contemporáneo.
“MARTÍN
FIERRO”, se encuentra, por eso, más a gusto, en un transatlántico moderno que
en un palacio renacentista, y sostiene que un buen Hispano-Suiza es una OBRA DE
ARTE muchísimo más perfecta que una silla de manos de la época de Luis XV.
“MARTÍN FIERRO” ve una posibilidad
arquitectónica en un baúl “Innovation”, una lección de síntesis en un “marconigrama”,
una organización mental en una “rotativa”, sin que esto le impida poseer -como
las mejores familias- un álbum de retratos, que hojea, de vez en cuando, para
descubrirse al través de un antepasado... o reírse de su cuello y de su
corbata.
“MARTÍN FIERRO” cree en la importancia del
aporte intelectual de América, previo tijeretazo a todo cordón umbilical.
Acentuar y generalizar, a las demás manifestaciones intelectuales, el
movimiento de independencia iniciado, en el idioma, por Rubén Darío, no significa,
empero, finjamos desconocer que todas las mañanas nos servimos de un dentífrico
sueco, de unas tohallas de Francia y de un jabón inglés.
“MARTÍN FIERRO”, tiene fe en nuestra fonética,
en nuestra visión, en nuestros modales, en nuestro oído, en nuestra capacidad
digestiva y de asimilación.
“MARTÍN FIERRO artista, se refriega los ojos a
cada instante para arrancar las telarañas que tejen de continuo: el hábito y la
costumbre. ¡Entregar a cada nuevo amor una nueva virginidad, y que los excesos
de cada día sean distinos a los excesos de ayer y de mañana! ¡Esta es para él la
verdadera santidad del creador!... ¡Hay pocos santos!
"MARTIN FIERRO" crítico, sabe que una
locomotora no es comparable a una manzana y el hecho de que todo el mundo
compare una locomotora a una manzana y algunos opten por la locomotora, otros
por la manzana, rectifica para él, la sospecha de que hay muchos más negros de
lo que se cree. Negro el que exclama ¡colosal! y cree haberlo dicho todo. Negro
el que necesita encandilarse con lo coruscante y no está satisfecho si no lo encandila
lo coruscante. Negro el que tiene las manos achatadas como platillos de balanza
y lo sopesa todo y todo lo juzga por el peso. ¡Hay tantos negros!
"MARTIN FIERRO" sólo aprecia a los negros y a los blancos que son realmente negros o blancos y no pretenden en lo más mínimo cambiar de color.
"MARTIN FIERRO" sólo aprecia a los negros y a los blancos que son realmente negros o blancos y no pretenden en lo más mínimo cambiar de color.
¿Simpatiza Ud. con "MARTIN FIERRO"?
¡Colabore Ud. en
"MARTIN FIERRO"!
Martín Fierro, 15 de mayo de
1924, Buenos Aires, pp. 1-2.
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