Arturo Alfonso Roselló
Yo frecuento este cine de barrio. A veces puedo,
como hoy, sentarme al lado de una mujer bonita,
y en el refinamiento de algún contacto ledo
quintaesenciar el goce de la carne precita...
A veces siento impulsos del mal. Y entonces quedo,
como en acecho, el alma pecadora contrita...
Y así pierdo la trama sutil o el tosco enredo
entre un rapaz que llora y un viejo que dormita.
Y es que la sombra incuba, quizás, todo el pecado.
Adán, sin duda, nunca permaneció sentado
con Eva entre tinieblas... ¡La sierpe no es el mal!
Por eso dudo tanto de la virtud cautiva.
Sólo una fuerza existe mayor que la lasciva:
¡la fuerza de una simple Corte Correccional!
Nació en Matanzas en
1897. Estudió allí las
primeras letras, y trasladado más tarde a la Habana, completó sus
estudios.
Ingresó desde temprana edad en el periodismo, compartiendo su tiempo
entre esa
ardua tarea y el cultivo de la lírica. Durante algún tiempo desempeñó
una
misión periodística en la ciudad de Méjico. De muy varia calidad y
matices es
la obra poética de Arturo Alfonso Roselló, en la que es visible una
desorientación marcada, que se manifiesta en el gusto por temas de un
romanticismo
anticuado, a la vez que por asuntos de los más inquietantes y nuevos. El
fundamento de esta desorientación acaso pueda hallarse en la falta de
depuración de su fondo lírico, y acaso también en su alejamiento de las
más
altas y serias corrientes ideológicas, preocupado como ha vivido por el
tráfago
del periodismo activo. Una aparente confirmación de esto que afirmamos
pudiera
hallarse en la manera cómo ha tratado a ciertos actores cinematográficos
en
boga entre el público mediocre, llevando a sus cantos, no como lo hace
Max
Jacob o Jules Romains, una deformación artística en consonancia para
interpretar inquietudes del alma moderna, sino un romanticismo falso,
propio de
aquella clase de público. Considerando su obra más reciente, puede
decirse, sin
embargo, que tiende a orientarse cada vez más hacia una manera
totalmente
moderna, alcanzando en composiciones como el "Elogio utilitarista de la
fe”,
“Exaltación alucinada de la inquietud” y alguna otra la realización
cumplida de
temas complejos o sugerentes. Hay además en su obra el ofrecimiento de
un
optimismo sano y fuerte, capaz de las grandes conquistas.
La
poesía moderna en Cuba, (1882-1925); Antología crítica ordenada por
Félix
Lizaso y José Antonio Fernández de Castro, Madrid, 1926.
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