domingo, 19 de junio de 2011

Huevos de pájaros





por Francisco J. Orellana, comisionado por el Instituto Industrial de Cataluña.


Lo más notable que contiene la exposición de las Antillas, no son sus riquísimos tabacos, curiosamente presentados en armarios de caoba, ni sus azúcares encajonados, o en tarros de cristal y en panes, ni el oro de San Juan de los Remedios, ni el ron, la miel y cera de Puerto-Rico: todo esto y otras producciones de aquellas islas vale realmente mucho más de lo que aparenta en la Exposición. Lo que sí sorprende, aunque su significación es puramente científica, son las colecciones de aves disecadas y huevos de pájaros, otra bellísima de insectos, y la más admirable que puede verse de caracoles terrestres, fluviales y marítimos, enviados por el doctor D. Juan Gundlach.

 Hay en esta sección algunos productos de la industria cubana, tales como fotografías microscópicas, aplicadas a las tarjetas de visita, y abanicos-blindados defensivos, con espolón y todo, los cuales llevan en el pié retratos de personas reales, y piezas de música, innovación interesante de don Bartolomé Crespo.



La exposición de productos de nuestras colonias merecía seguramente mucho más espacio del que ocupa, y haber sido organizada con tiempo y en una forma especial, no solo para poder ostentar cumplidamente sus riquezas y decorarlas de un modo característico y brillante, sino también para darles la importancia que les corresponde, procurando atender al interés de los expositores.


La exposición universal de París en 1867, considerada bajo el aspecto de los intereses de la producción española en todos sus ramos de Agricultura, Industria y Arte, Librería de Manero, Editor, 1867, p. 51

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