Enrique José Varona
Y allá con su triste y dulce calma,
con su cabeza joven y sombría,
con sus ojos espléndidos sin alma,
tu víctima, poesía.
Ruiseñor de las selvas sonorosas
do bulle el fresco manantial cubierto,
que fuiste a dar tus notas melodiosas,
en cálido desierto.
Lira, por cuyas cuerdas se estremece
con suspiros de amor la blanda brisa,
y el mundo al soplo de aquilón la ofrece
con insolente risa.
Nardo fragante en místico santuario
do la casta beldad preces murmura,
expuesto rudamente del osario
a la atmósfera impura.
Quisiste en tu quimera generosa
ir del lauro profético ceñido,
y mostrar una senda luminosa
a mi pueblo envilecido.
Y al encontrar la torpe indiferencia
para el lábaro augusto que tremolas,
un refugio pediste a tu conciencia
donde adorarlo a solas.
Y allá con su triste y dulce calma
ese que el vulgo infortunado nombra,
viendo una inmensa luz dentro del alma
y en derredor, la sombra.
Habana, 25 de
julio de 1880
Álbum Milanés. Colección de producciones literarias en
verso y prosa dedicado a la erección de un mausoleo a la memoria del
esclarecido poeta, Matanzas, Imprenta La Nacional Gelabert 60, 1881; La Habana
Literaria, Año 1, Núm. 3, octubre 15, 1891, p. 53; Cintio Vitier y Fina
García Marruz, Flor oculta de la poesía cubana. Siglos XVIII y XIX, La
Habana, Ed. Arte y Literatura, 1979, pp. 267-68.
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