Por más de medio siglo
recorrieron parajes de Alemania, Bélgica, Francia, Inglaterra o Estados Unidos.
Siempre buscando similitudes y diferencias, puntos de vista y ángulos de un
mismo objeto, sus series reflejan una obsesión sin límites por la arquitectura
industrial, tan real que roza lo imaginario. Fábricas ad integrum,
pedazos de fábricas, bombas de agua, torres, silos, hornos, graneros,
gasómetros, etc., bajo cielos perennemente nublados, desolados y también apenas
variables. Genios del gran formato y predilectos de los planos oblicuos, los
Becher crearon en blanco y negro una rigurosa arqueología de la industria que,
ordenada en extensos paisajes y mosaicos, recuerda a la vez una fantasmagórica
lección de anatomía de un mundo sin contexto, donde el pasado podría pasar
perfectamente por el porvenir.
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