domingo, 2 de julio de 2017

Dos piezas olvidadas de Seboruco



Nace el ternero
en su pequeño lecho,
y la vaca que lo mira
le dice -¡Abur chiquito!-


Retortijón de savia ascendente,
exponiente bien oliente
que embalsama el ambiente
y lo orea
y lo rosea


 Estas dos piezas del poeta matancero Antonio Hernández Alemán, más conocido como Seboruco, fueron citadas por Federico Villoch en una de sus “Viejas postales descoloridas” que publicaba habitualmente en el Diario de la Marina a finales de los años treinta. 
 En lo que transcribimos algún fragmento del artículo en cuestión, valga señalar que ni la cuarteta de la vaca y el ternero, ni el quinteto sobre la rosa (que resulta, por cierto, si no más lograda sí más tangible que cualquiera de las de Brull, acercándose a las rosas objetuales de Martín Adán), aparecen recogidos en la excelente antología que no hace mucho publicó, en Ediciones Matanzas, el poeta e investigador Alfredo Zaldívar.  
 Me refiero a Con mucha melancolía. Poesías de Seboruco, espléndida edición que incluye más de veinte composiciones del poeta callejero, tanto de las publicadas en revistas de la época como de las conservadas por la tradición oral, y que incorpora además el raro poema antiburocrático “Semblanza”, publicado en 1880 y que diéramos a conocer hace unos años en este blog.
 El libro añade la pieza teatral Un tipógrafo. Comedia en un acto y en verso, así como notas del propio Zaldívar, una cronología bastante detallada y una remesa de poemas dedicados al célebre “vate yumurino”.
 Entre éstos últimos destaca el por mucho tiempo inédito “Vesania Zahorí”, docena de sonetos en broma escritos por José Zacarías Tallet en 1921 y dedicados a A.H.A, es decir, a Antonio Hernández Alemán, a quien el vanguardista cubano calificaría de “precursor inconsciente”.
 Pues bien, dedicaremos las siguientes entradas a Seboruco, reproduciendo otros textos suyos menos conocidos, algunos de los incluidos en Con mucha melancolía; y, si damos con ello, reseñas de época y textos de otro poeta de la calle, el versificador habanero hoy olvidado, Ibrilio. 

 Pedro Marqués de Armas 

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