sábado, 26 de agosto de 2023

El Monte de Lydia Cabrera

 


 Argeliers León


 Un libro de Lydia Cabrera, y con este nombre concluirían ya todos los comentarios, pero para poder armar unas impresiones de su lectura, comenzaremos por las notas bibliográficas más objetivas. El Monte es el título de este libro, con más de quinientas páginas de profundos conocimientos de lo cubano. Cuidadosa presentación del impresor Burgay, quien lo ha hecho para las Ediciones CR; que entran ahora en sus primeras publicaciones.

 Leí el libro una vez, pero lo volví a leer desde ese párrafo donde culmina. "Ucano mambré", recuerdo que dice, evoca la relación del "ecué" que saltó, allá en un África legendaria, de la tinaja a sus pies; sus raíces se alimentaron por el misterio de la sangre de Sikán, y los ritos de iniciación son presididos por su esbelto tronco. Es la palma real en los ritos "abakuás", el árbol que domina en el monte, donde se sienta Changó, el que sirve de urdimbre para múltiples tramas de los misterios del negro, y es el mismo árbol que figura en nuestro Escudo Nacional. Desde este párrafo que aparece en la página 287, hasta el comienzo del libro, se nos da el mundo de creencias que ha crecido junto con toda la vegetación que hay en el monte.

 De esta página 287 hasta concluir su texto, Lydia Cabrera nos da el árbol convertido en instrumento del complejo mundo mítico que tan profundamente ha penetrado en Cuba. La "smilax havanensis", "Jacq" es propiedad de Changó, según unos creyentes y de Orishaoco para otros, embravece al orisha, quien la requiere para muchos trabajos, le sirve para purificar la sangre, curar el reumatismo, la sífilis, los nervios y aliviar el ahogo: es la yerba zarzaparrilla. Así nos ofrece el libro un estudio de más de trescientas plantas que intervienen en las magias de los ritos que nos llegaron del África, junto con todo un mundo de maneras propias de ser que se han diluído en nuestra población.

 "El peso de la influencia africana en la misma población que se tiene por blanca, es incalculable, aunque a simple vista no puede apreciarse [...] esta influencia, es hoy más evidente que en los días de la colonia [...] y no se manifiesta exclusivamente en la coloración de la piel".

 Con el estudio de tal cantidad de ejemplares que se dan en la flora cubana, parece que Lydia Cabrera siguió los consejos que le dio un descendiente de los congos musunde,

 "... aprenda, aprenda a conocer la nkunia, los mufitoto, los troncos, las raíces, bukele nkunia, todo nfita nkanda vititi. No desprecie ninguna, que todas nacen con su gracia y su misterio de munganga y todas le servirán. Para bueno y para malo. Para bien de su cuerpo y de su prójimo si de verdad, verdad, no quiere hacerle daño".

 Me parece que Lydia puede manejar ya algunas plantas sin la objetividad científica de su tarjetero...

 El Monte es un libro de gran valor documental, en el que la autora ha hilvanado valiosas referencias de sus informadores en una gran unidad. Tómense los capítulos VII al X, más de cien páginas conteniendo una serie de informaciones en conexión con la ceiba y la palma y en ellos la autora logra, a plenitud, sus propósitos de no pasarlos por el "filtro peligroso de la interpretación", y va más allá, a darnos los datos documentales que transcribe, en toda su funcionalidad.

 La ordenación de sus datos y la cuidadosa referencia a cada una de las "reglas" a que corresponden, hace que este libro tenga una gran significación para el estudio comparativo de los hechos de nuestra etnografía a la luz de los diferentes ritos africanos importados a Cuba, como los diferentes grupos bantús, ararás, dahomeyanos, gangás, lucumís y otros, así como los múltiples fenómenos de sincretismo entre estas "reglas" y que se han convertido, a virtud de un proceso de recreación, en órdenes de manifestación del espíritu, y compartiendo con la serie de transformaciones del catolicismo que se operan en el hombre común. Varias veces recurre Lydia Cabrera a enfrentar una serie de datos de los cuales se desprende fácilmente este fenómeno de recreación. En este sentido logra en el libro el propósito de ser fuente y no represa de río. "Ignorando las lenguas yoruba y bantú que tantos se precian de hablar deliberadamente sin diccionarios ni obras de consulta", reproduce la serie de variantes que ha recolectado, lo que llena plenamente la función de fuente, pues el estudio comparativo de las variantes es uno de los recursos metodológicos de la ciencia del folklore.

 Al final del libro aparecen reproducciones fotográficas de tipos humanos, de objetos rituales, del tambor ecué y de varios aspectos ceremoniales; fotografías que debe a varios colaboradores, altamente ejemplificativas y ordenadas cuidadosamente.

 Muy importante es la de la cabeza de un iniciado en la regla lucumí, que reproduce a todo color con sus rayados simbólicos.

 Lydia Cabrera da al conocimiento de nuestro pueblo uno de los resultados de sus acuciosas investigaciones, y nos promete tres volúmenes más, con los cuales continuará tan valiosos aportes.


 Nuestro Tiempo, 2 (7): 15-16, sep., 1955.

 

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