viernes, 7 de abril de 2017

Poemas en mapa: Cuba



 En otras partes la nueva poesía va pasando del ensayo a las normas. Nosotros comenzamos a remontar la corriente del modernismo.
 Acaso el tropicalismo nuestro nos ha retardado los movimientos, y ha sido al mismo tiempo una gran dificultad para vencer el ritmo suave y la música cadenciosa, de virtud dormitativa, que le son peculiares. ("Si yo fuera cubano, no sería más que un animal de amor", confesaba uno de los americanos más inteligentes de la hora.)
 No exprimir en el verso la cadencia habitual, será durante largo tiempo su condenación. Pero llega el instante en que no es posible prolongar el sueño, que va poblándose de inquietudes: el subjetivismo representado por González Martínez, la sencillez comprendida de Martí, el verso puro de Juan Ramón...
 Aquí nos habíamos quedado ayer.
 Los poetas recién llegados andan aún en el tanteo. De preferencia sus poemas son interpretaciones del paisaje con imágenes de color y de sorpresa. O bien visten con traje propio del minuto el destello de una idea. Pero en sus versos no han logrado exprimir aún las notas esenciales. Estamos en la primera etapa de un momento nuevo.
 Otros que llegaron antes, torciendo el rumbo, se aventuran también hacia una sensibilidad nueva: sensibilidad de la inteligencia como la otra era sensibilidad anímica—percepción tan fina de la antena, que sin embargo no entraña blandura.
 Y hay aún la excepción del poeta realizado, que está bien en todas partes y en cualquier momento; el poeta que ha comprendido los problemas y los ha resuelto por eliminación, por afinamiento y por síntesis.            
                                                                                   F. L.

Poema

Yo me voy a la mar de junio,
a la mar de junio, niña:
Lunes. Hay sol. Novilunio.
Yo me voy a la mar, niña.

A la mar canto llano de viejo
Palestrina.—Portada añil y púrpura
con caracoles de nubes blancas
y olitas enlazadas en fuga.

A la mar, ceñidor claro.
A la mar, lección expresiva
de geometría clásica.—
Carrera de líneas en fuga
de la prisión de los poliedros
a la libertad de las parábolas.
—Como la vio Picasso el dorio—
Todavía en la pendiente del alma
descendiendo por el plano inclinado.

A la mar bárbara—ya sometida
al imperio de Helenos y Galos;—
no en paz romana esclava—
con todos los deseos, alerta:
grito en la lira apolínea.

Yo me voy a la mar de junio,
a la mar, niña,
por sal, saladita... —Qué dulce!

MARIANO BRULL

Los gallos

Los gallos
     enhebran en la aguja de la noche
     el hilo de sus cantos
     en el manto
     y van cosiendo estrellas
    del cielo
    claro.

Sus voces
    como flechas de luz recorren el espacio
    y forman escaleras de ascenso y de descenso
    los gallos
    con su grito estridente
    parece que se estrechan en un supremo abrazo.

Quizás
    llamarán al crepúsculo cercano
    o asustarán a las brujas que vuelan por el predio
    o en su lenguaje misterioso
    extraño
    tendrán conciliábulos incognoscibles
    pero
    cuando el día está próximo
    mientras desenhebran el hilo de la aguja
    arrecian en sus cantos
    y van apagando una a una las estrellas
    con sus alas de colores gayos

EL SOL
   NO FUE NUNCA
      AMIGO
        DE LOS CALLOS.

MANUEL MUR Y OTI

Oro y ala

Tus manos pusieron ala
al oro de mis silencios.
Oro de mi soledad
que ahora te vas en el viento!

¡Volvamos a la montaña
Ya hay alas en sus senderos!

La mañana dio sus oros
presos en su propio incendio.
La noche el oro transido
de expectaciones y miedo.

¡Dolor del oro cautivo!

¡Ya tienen alas mis oros!

¡Vamos vamos al silencio!

JUAN MARINELLO


Nocturno ciudadano

Desde este parque la noche es una visión de locos.
Cien mil automóviles corren como si fueran a salvar el mundo
De un cataclismo como no ha habido otro.
Y allá arriba las estrellas inmóviles
Según los astrónomos corren mucho más pronto.
Pero algunos hombres sabios dormitan en los bancos del parque
Que un gobierno que adivinó el soviet
Hizo para soldados y niñeras por la tarde.
Hacen y deshacen mil fantasías
Los anuncios lumínicos sobre las azoteas invisibles,
Y como dicen los poetas: Así corre el río de la vida...
Los hombres y las mujeres en automóviles a la Muerte,
Mientras son polvo de oro que el río deja en la orilla
Los sabios de verdad que duermen en los bancos del parque,
Borrachos, mendigos y rameras
Que por haber caminado más despacio
Han recogido más pronto su cosecha!
Un policía mantiene inalterable el orden.
Un lucero desprecia los guiños de una estrella.
Y yo decido irme a dormir
Porque sin duda ya mi mujer me espera.
Y me llevo en los ojos la visión de un viejo dormido en un banco,
Y una enorme botella lumínica:
Y el viejo, inmutable, invariable, insondable
Como una virtud monolítica!
Pero como el mundo es redondo y anda dando vueltas,
Yo sé que en este momento
Llevo los pies para arriba y para abajo la cabeza.

FELIPE PICHARDO MOYA

El espantapájaros

Inmóvil en su existencia metafísica,
mira las eclosiones de oro, las agonías de púrpura,
que determinan las anímicas temperaturas.
La resignación de los árboles sedientos
que ven pasar los ríos en racimos ultraterrestres.
El éxtasis romántico de los campos,
cuando la nigromancia lunar vierte sobre sus páginas
la ciencia solar en melancólicos poemas.
El llanto de las nubes sobre las rocas desencantadas,
y el vuelo de los aves bacía los sangrientos occidentes.

Sobre su cuerpo vacío como las hipótesis teístas,
pasan los vientos insensibles.

Pero los pájaros, religiosamente,
hablan de su terrible y cosmogónico poderío.

¡Pobre monstruo irreal!
Hermano del inútil espantapájaros supremo
hecho de paja metafísica...

RAMÓN RUBIERA

Marina

                    en la tarde
                     7 horas
contemplan de las torres del cénit
un sol que se ha dormido en las arenas

canes hidrófobos
                       las olas
muerden en el torso de la playa
i una barcaza
                         como tijera
corta el vestido de la mar
las bayonetas de sus mástiles
destrozan la neblina

los grumetes ofrecen las pupilas
llenas de soñolientas distancias
                   sus palabras
retozan en el humo de las pipas


i en el velero
                   de la noche
huyen los nautas del cielo
hacia los horizontes de la aurora.

                                      delahoza.


Restaurant

ENTRÓ

         el crepúsculo
         en el restaurant

y jubilosamente
yo lo invité a comer
         Mas él andaba de prisa y no quiso aceptar.

Yo tenía un apetito excelente
y me senté a la mesa
              Enseguida

vino
    la noche
              vestida
                         de percal
                                     oscuro

a servirme

        Y en el plato del ciclo
me trajo una ensalada de
                                  luciérnagas.

MANUEL NAVARRO LUNA

Álamos del ornato

Pollo en una sola pata
que esconde cabeza entre las plumas.

Un barbero de Obras Públicas
ha convertido su melena verde
en una bola uniforme

Los gorriones le prestan
sus gargantas
por unanimidad
y por la tarde es una orquesta de piares
insultando al sol durmiente.

Sobre los transeúntes
deja caer proyectiles
que convierten la acera
en un sketing-ring.

De día: ejercito de quitasoles.
De noche: fila de sombras solidificadas.

Después de la lluvia
son duchas sucias
para favorecer a los trenes de lavado.

GERARDO DEL VALLE

Angustia

¡Qué angustia, qué tortura,
desconocida para las cartas
utilitarias y pedestres
que lleva en sus alforjas el cartero,
debe de sentir el aerograma
            que grita
                solitario y perdido
                             en el infinito,
sobre el mar,
            sobre los pueblos,
            bajo todos los ciclos,
sin encontrar el paradero de una antena...!


PEDRO LÓPEZ DORTICOS


 La Gaceta Literaria, Madrid, 15 de octubre de 1927, Núm. 20, p. 20. 

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