Alfonso Camín
…Luego vinieron gentes
extrañas. Los checoeslovacos desplazaron al buen "isleño". Hoy estos
baratilleros apenas cruzan la Habana. Su pregón ya no llena de sabor de bananos
pintones las calles cubanas.
El mejor hombre de campo, par a par con el
guajiro, era también el buen canario. Enseguida formaba su "sitio",
su bohío de guano, su vega de tabaco, su amor y sus gallinas, sin que faltara el
puerquito que fuera a comer "palmiche".
Así como en la ciudad poca familia cubana hay sin
sangre de asturiano, en el campo es rara la que no lleva sangre de
"isleño". Se distinguen de los demás emigrantes por su carácter
sufrido, su honradez y su constancia. Viven tostados de sol y llenos de tierra
roja. Todas las guardarrayas cubanas saben de la labor del buen canario, entre
emigrante y guajiro.
También saben del dolor. Con esta raza se ha
cometido el crimen mayor de las maniguas criollas, si exceptuamos el de la
célebre "maquinita", aplicada a los negros, haitianos y jamaiquinos,
en el pueblo de La Maya, donde un teniente los ametralló en grupo, por
"hacer una gracia", diciéndole que la ametralladora era una cámara fotográfica
"que retrataba al minuto"...
Cuentan que no hace mucho fue secuestrado un
colono, teniéndolo prisionero hasta llegar el precio del rescate. En el término
del suceso había muchos campesinos "isleños". En Guayos y Cabaiguán,
son casi pueblos de gente canaria que se dedica al comercio y a la siembra y
venta de tabaco en rama. Se corrió que eran "isleños" los autores del
secuestro. Y allá se fué un coronel ducho en perseguir "cuatreros". Recorrieron
los soldados pueblos y campo, ingenios y sitierías, sin lograr saber quiénes
eran los bergantes. Pero el coronel, más villano que valiente, famoso en colgar
negros en la "guerra racista", no se anduvo por las ramas:
—O cantan o me los guindan.
Ni corto ni perezoso, mandó colgar a unos
cuantos de las guásimas criollas. Como ninguno cantaba, dejó de colgar
"isleños", por no despoblar la comarca.
Las "auras tiñosas" se regocijaron
con aquel festín de carne canaria. El término quedaba limpio de bandoleros...
Pasó el tiempo, y en Caibarién, detuvieron a
uno de los autores del atraco. El otro había logrado fugarse de la Isla. Habían
sido dos. Uno de ellos, cubano. El otro, no sé ni catalán o gallego. Seguramente
catalán.
Nuestras tierras canarias se
llenan con el retomo de los vencidos, hamacas deshilachadas, "sorones"
rotos, hijos de pobre pelambre, de rostros color de tierra y ojos de fiebres
palúdicas.
De todo el gran dolor no
quedará en las Antillas más que una nota dulce y romántica. En el hogar criollo,
limpio, honesto y jovial y de escasas economías, se echarán de menos el traje
de seda "a plazos", los perfumes de "kananga", los dedalitos
de plata y los torzales de seda que les llevaba el buen "isleño",
bajando desde los hombros su especie de torre china, con sus retales al aire, temblando
como un domingo de banderitas cubanas.
Fragmento..., La Voz, 30 de noviembre de 1931, p. 4.
Fotografía: Pirulero, Walker Evans, La Habana, 1933.
Fragmento..., La Voz, 30 de noviembre de 1931, p. 4.
Fotografía: Pirulero, Walker Evans, La Habana, 1933.
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