Por último, el enano Gulia completa
esta serie de maravillas. Gulia fue presentado a la Academia de las Ciencias,
tiene 22 años y no mide más que un metro de altura. Nació en Illyria, no lejos
de Trieste, de padres bien conformados. Gulia no entró en su condición
teratológica, sino hasta la edad de 5 años, época en que cesó de crecer: lo que
lo distingue de los individuos de su talla, es un aspecto cultivado y formas
bien proporcionadas: habla cinco lenguas, a saber: las dos en que se hallan extendidas
sobre las orillas del Adriático, el alemán, el francés y el italiano: es además
versado en las artes, toca el violín, monta a caballo y muestra destreza en la
caza.
Este hombre-miniatura, ha excitado el más vivo
interés por la dignidad y gracia de sus modales, así como la perfección de sus
formas: no es deforme y anudado como los son ordinariamente los enanos: sus
articulaciones son delicadas, y lo mismo todas sus musculaciones. El tronco y sus
miembros ofrecen la proporción y la rectitud más exactas: su figura tiene una
expresión grave, aparentando más edad que la que resulta del certificado de su
nacimiento, y nada tiene de infantil, lo que Gulia presenta más notable, es el
magnifico desarrollo de su cráneo, y en especial lo saliente de su frente, se
diría que era la cabeza de Júpiter sobre el cuerpo de Apolo, pero por supuesto
en miniatura. Su voz es fuerte y varonil, y su acento tedesco. Gulia tiene los
gustos y pasiones de la edad viril y el amor, que se acerca a todas las
distancias, puede también nivelar las alturas. Hay más todavía: Gulia está
próximo a casarse. Por una felicidad que revela la previsión divina, encontró
en Viena una mujer de su talla con todas las conveniencias sociales que pudieran
desearse. Lo que admira más en la historia de este enano es, que su padre,
madre, hermanos y hermana, son de muy alta estatura, y que el crecimiento de su
talla, llegó a su complemento a la edad de cinco años; ni se puede decir que
hasta allí detuvo su desarrollo, porque el estado de las articulaciones y de
los huesos, anuncian que nada quedo por desenvolver en longitud, pasada aquella
edad. Por otra parte, la dentición y la pubertad, no tuvieron lugar sino en su
época ordinaria. Este hombre jamás ha tenido una sola enfermedad, ni aun una
indisposición ligera: resiste a las fatigas de los viajes que tanto cansan aun en
las personas más robustas. Sus buenos modales le han dado acceso en las
principales cortes de Europa: ha jugado al billar, y asistido a la caza con el
rey de Prusia y el Emperador de todas las Rusias.
Imagen: Mathias Gullia, El enano en
el jardín de la Corte.
Memorias
de la Sociedad Económica Amigos del País, Vol. 15, La Habana, 1842.
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