Por disposición del señor gobernador, capitán general, gefe
político de Cayo-Puto D. Chilibran de las siete Alforxas, el patrón Liberato
Antiservilio conducirá en su Esquife Arranchador a dicho Cayo las personas
siguientes:
Al comisario de barrio de Paula, por estar permitiendo el
juego de papalotes en las calles, texados y azoteas contra lo dispuesto en los
bandos de buen gobierno.
Al de la Salud, por estar tolerando las guerras escandalosas
de los muchachos en el campo de Marte con piedras, navajas, sevillanas y garrotes,
con notable peligro de los yentes y vinientes, de ellos mismos y de aquel
vecindario.
A varios gefes del batallón de pardos, para que cuiden de poner
en la guardia de prevención, un cabo que autorice el relevo del centinela, que alguna
vez dicen se ha hecho sin este preciso requisito.
Al maestro Félix, de la esquina del Pavo, montado en su potranca,
a fin de que no ande engañando a sus marchantes con las costuras, ni repulgando
pañuelos por las calles para que no le vean la cabalgadura!
A cierto logrero de la calle del Sol, cuyo nombre se expresa
en la lista adjunta, que se reservará hasta su tiempo, porque da en efectos y exige
en metálico el tanto de premio que se acostumbra en el monte al canto del pitirre.
Dará una arribada por la calle de Suarez, extramuros, donde embarcará
a la persona que dexó manca a la divina Pastora, quitándola una mano para
ponerla en su casa sobre una mesa con un billete de la próxima lotería nacional,
creyendo salir premiada de este modo. Esta mujer supersticiosa quedará reclusa
en el beaterio de Cayo-Puto por cuatro años.
Recogerá en el Convento de San Agustín un viejo mozo, patilludo,
sin dientes, hombre chusco de siete pañuelos, que por ser capaz de tumbar el
monte Calvario, vendrá aquí a tumbar leña para guisar los cangrejos.
Item más: un sastre de profesión, frentudo y color socato, que
ha peleado enteramente con las ahujas, por mamalon, maestro de los siete durmientes,
y loco de conveniencia.
It. Un sacristán contrahecho, zapatero de profesión, por chupador
de tabaco a puerta cerrada en la iglesia.
Amonestará de paso al padre Tomasete para que no salga a la
calle con unos habitos tan rotos, ni toque el castañeteo a las vendedoras.
(…)
También embarcará tres señoritas, que habiéndolas visto el
mismo Liberato leer con mucho agrado, celebrar con mucha risa los obscenisisimos
versos de la CACHUCHA, insertos en uno de los números atrasados de la CENA, hicieron
mil aspavientos oyendo el remedio contra ciertas heridas que algunas de su sexo
recibieron en Regla, que es aplicado por muchas con demasiada frecuencia. Las mugeres
quieren descubrir las faltas agenas, pero aparentan ponerse muy bravas contra
los que manifiestan las suyas en general, pensando darse con esto un ayre de
vestales.
El patron Liberato cumplirá exactamente las órdenes que anteceden. Mayoría de Cayo-Puto, 28 de septiembre de 1813.
T.
Mayor de la plaza
El Esquife. Habana. Octubre 1ro. 1813. (Se respeta la ortografía
del original.)
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