El término de Marx lumpenproletariat -o subproletariado-
comenzó a ser rápidamente usado en Cuba para designar a los que no querían
trabajar ni respetar las leyes revolucionarias. A ociosos de la ciudad, vagabundos,
chulos, pederastas, ladrones de ocasión, traficantes de mercado negro, tras un
discurso de Fidel estigmatizando este parasitismo social, la policía
revolucionaria fue encargada de tenderles una redada, y la ya escasa cerveza
fue utilizada como un cebo eficaz. Cuando comenzaban a entregarla en una
taberna, la noticia se regaba rápidamente por la ciudad y los desocupados eran
los primeros en aparecer. Eran entonces seguidos por un carro de policía y
aquellos que no probasen un empleo regular eran enviados a trabajar a las
granjas. Almorcé con un grupo de estos lumpen
en el comedor de una plantación de palmeras en Las Villas, donde fueron
concentrados uno 1800, comenzando por los más “comprometidos”. Los que se
entregaban decididamente al trabajo tenían la posibilidad de ser rehabilitados.
Los reincidentes, en contrapartida, eran deportados para los Cayos, pequeñas
islas de los alrededores, donde el régimen de trabajo era bastante más duro y
de donde era imposible escapar.
René Dumont, Cuba:
socialismo y desarrollo, Seuil, París, (ed. 1968, pp. 177).
No hay comentarios:
Publicar un comentario