Pedro Marqués de Armas
Su poema sobre Julián del Casal, “Naturalmente en 1930”, me
ha hecho indagar en cronologías. La razón: el enigmático título, tanto más si
el propio poeta hace énfasis en lo “natural” de un acontecimiento que se
desconoce, al menos en mi caso.
En 1930 Piñera tenía 18 años y es posible que se refiera
simplemente al descubrimiento de la poesía –porque la sexualidad se le había
revelado mucho antes. Verdad que algunos sitúan tal evento a su llegada a
Camagüey en 1925, pero, además de que resulta demasiado temprano, nada lo confirma.
A falta de ese dato que ningún amigo ha podido satisfacerme,
haré un rodeo por el Piñera recién llegado a la capital: el estudiante, el
inquilino, el poeta que comienza a frecuentar el ambiente literario y, algo
menos conocido, el recitador. (Todo esto, con algunos pases al pasado.)
No hay que olvidar que Virgilio llega a una ciudad de declamadores,
fenómeno que, a decir verdad, invadía a todo el país arrullado no solo por la poesía modernista, neorromántica y afronegrista, sino también por la décima
criminal.
Saliera directamente de los escenarios o circulara a través
de las ondas radiales, el aire estaba permeado de poesía, alimento de clases
medias en un país donde el amor, el melodrama y los suicidios campeaban por su
suerte.
El arribo de Piñera tuvo lugar en la primavera de 1937. En
marzo de ese año había solicitado matrícula gratis en la Universidad, por
carecer de recursos, por lo que presentó una declaración jurada de su situación
con el aval de varios testigos:
Datos que justifican mi condición de pobre: No tengo empleo.
Somos ocho de familia, trabajando sólo una hermana que es maestra de
kindergarten. Es la única entrada regular que tenemos, la cual por ser
reducida, ya que sólo son $58, no nos alcanza para cubrir los gastos de una
matrícula.
Piñera descubre su vocación literaria en Camagüey, como
alumno de Bachillerato de Felipe Pichardo Moya, profesor y poeta que le inculcó
la pasión por la poesía a la par que por la arqueología taína: un aprendizaje
-el arqueológico- cuyos vestigios pueden apreciarse en “La isla en peso”. Pero
lo más probable es que ese acontecimiento no haya ocurrido en 1925, sino más
tarde, a edad más propicia.
Asiste a las tertulias del profesor Felipe Echemendía y hasta
escucha una lectura de Blaise Cendrars, quien había ido a parar a
Camagüey, presentado allí por Nicolás Guillén. Aunque habría que precisar mejor
el momento, todo indica que estamos a inicios de los treinta. Sería entonces
cuando comienza a compartir con otros jóvenes amantes del arte, entre ellos
Felipe Balbis y los hermanos Natalio y Carlín Galán (este último destacado
recitador).
¿Comenzó a escribir en 1930 y existen unos años secretos de
los que no queda constancia? Si seguimos las cronologías, su actividad
literaria comenzaría entre 1934 y 1936, es decir, entre sus 22 y 24 años, lo
que parece tardío. Que entonces se encontrara con Emilio Ballagas y fundara la Hermandad
de Jóvenes Cubanos, asociación camagüeyana que promovía la educación y la
cultura, no tiene que ser el punto de partida.
En La vida entera, no reconocía su poesía anterior a 1940 y aseguraba que la escrita ese último lustro "o se ha perdido o la desaparecí yo mismo". De 1935 son los poemas “Muchacho azul” y “El grito mudo”,
este último el elegido por Juan Ramón para su célebre antología; pero otro
poema, “Invitación al suicidio”, es por lo visto, bastante anterior. Sobre el
mismo, su hermana Luisa evoca:
Una de las cosas más antiguas que de él quedaron fue un poema
titulado “Invitación al suicidio”, y siempre me pidió que no se lo mostrara a
nadie. Incluso prometió quemar todos los textos pertenecientes a ese período,
mas murió sin cumplirlo: entre los papeles que dejó están muchos de aquellos
escritos.
Manuel Villabella, que estudió sus años camagüeyanos, estima
que se encuentra entre sus primeras producciones, pero posterior a los “apuntes
y papeles echados al cesto”. El poema aparecía, junto a otros, en una misma “cuartilla” que obsequió a su cercano Carlín Galán. Si bien lo
apostilla “Invierno de 1935, La Zambrana”, dos elementos apuntan a que pudo ser
escrito mucho antes: su estilo dista demasiado del resto de los concebidos ese
año y, en realidad, Virgilio vivió en el reparto La Zambrana -como especifica
Villabella- entre 1928 y 1931.
El estilo más próximo al postmodernismo, pero sobre todo a
los tanteos y conflictos adolescentes, nada tiene que ver con el de “El grito
mudo”, por ejemplo.
Ha llegado un viajero, caminante incansable,
barrenando las horas y el silencio también:
un viajero muy lento, no parece que marcha
(...)
Enseguida me cuenta el motivo del viaje…
con febril
impaciencia y con honda emoción:
“He venido –me
dice– a invitarte al suicidio,
a interrumpir el ritmo de tu vida tan ruin”.
(“Invitación al suicidio”)
Puede, por tanto, que la “copia a máquina” sea de 1935, no el
poema. No pretendo, sin embargo, sino ventilar una duda, una sospecha. A fin de
cuentas, la coronación de sus comienzos llega con la antología de Juan Ramón
Jiménez.
A finales de 1936, la Hermandad de los Jóvenes Cubanos auspició la presencia en Camagüey, gestionada por Piñera, del grupo Teatro de Arte La Cueva, que no mucho antes fundara en La Habana el dramaturgo Luis Alejandro Baralt.
Ese mismo año, signado por la convocatoria de Juan Ramón, pero
al margen de ella, se conocerían en un café habanero José Lezama Lima y María
Zambrano, mientras a Baralt toca compartir con Antonin Artaud, con quien se
encuentra -por azar y sin fecundación alguna- la tarde del 30 de enero en la
barra del Edificio Bacardí.
Baralt era entonces el teatrista cubano de mayor proyección, como el de más recursos. Piñera apuntaría: “En tan breve temporada conocí el teatro por dentro, algo de suma importancia para el dramaturgo. Pero no fue eso lo más importante, sino el hecho estimulador de ponerse por delante el teatro incitándome a escribirlo yo también. Resultado: escribí una obra en tres actos –Clamor en el penal.”
En agosto del 39, un jurado integrado por Baralt, Marquina y José Antonio Ramos recomendará su escenificación:
Una vez en la capital, Piñera vive
a tope su triple condición de poeta, pobre y homosexual. Sobre este cambio,
escribe: “El único cambio radicaba en la variedad; en la provincia yo me
masturbaba y recitaba en soledad; aquí en La Habana comenzaba a hacerlo en
compañía; en compañía dudosa y lacrimosa.”
Reconoce que su “eterno
combate contra la escritura”, ya instaurado, se torna más torturador.
La pregunta ahora es con
quiénes recitaba y se masturbaba, si ocurría al unísono o por separado. Algo de
eso puede apreciarse en su poema autobiográfico “La Gran Puta”, que lo sitúa en
el verano de 1937, cuando arriban sus padres a esa ciudad que alguna vez
calificó de provinciana:
Cuando en 1937 mi familia llegó a La Habana
–uno de (los) tantos éxodos a que estábamos
acostumbrados
– mi padre –como tenía por costumbre
sanguínea–
se dio de galletas y se puso a echar carajos.
Llegaron exactamente a la diez de la mañana de un día de
agosto, y Virgilio se encaminó a recibirlos desde su cuarto de alquiler en San
Lázaro y San Francisco, cerca de la Universidad; pero antes se detuvo a tomarse
un jugo de papaya:
antes
de ir a esperar el Santiago-Habana
tomé
un jugo de papaya en Lagunas y Galiano,
y
como el deber se impone al deseo
perdí
a un negro que me hacía señas con la mano.
Gracias a los recuerdos y testimonios recogidos por Carlos Espinosa en Virgilio Piñera en persona, podemos hacernos mejor idea de aquellos venturosos días virgilianos y contrastarlos con las referencias de “La Gran Puta”.
Asiste al Auditórium de La Habana para ver “El Avaro” de
Moliere, por Louis Jouvet, cuya temporada dramática -según Carpentier, una de
las mejores que se vieron en La Habana- tuvo lugar a finales de 1939. Compara
el recinto con una cazuela a la que llega jadeante. En esa ocasión Carpentier
pasea a Jouvet por una Habana que lo maravilla a él también, de la que llevaba una
década ausente, y años más tarde irán juntos a Port-au-Prince, sin que el
francés lo siga hasta la Ciudadela de La Ferrière.
A la noche, menos jadeante, o quizás más, Piñera realiza sus
rondas por Zanja y Galiano, donde los soldados de kaki amarillo hacen “el fin de mes con
los pesos de los homosexuales”.
Estas rondas, que tienen algo de fantasmal, lo marcan,
pues de esas experiencias y de ese entorno derivan otros dos grandes poemas
suyos, concebidos también décadas más tarde: justo “Naturalmente en 1930”, en el
que, en una de sus noches más oscuras (“entre tantas insondables”) ocurre su imaginario
encuentro con Julián del Casal. Y "Una noche", en el que una voz
espectral lo alcanza al alcanzar el cuchillo de Zanja.
Pero sigo en 1937… En el célebre cabaré portuario Don
Quijote, una madrugada, baila sobre una mesa disfrazado de maja. Allí se
daban citas los travestis más conocidos de La Habana.
En otro cuchillo, el de San Miguel, escucha la voz “aflautada” de Panchitín Díaz presentando a la “putica” de turno; como escucha
a Toña La Negra en la C. M. Q., o a Ñico Saquito y su cuarteto Compay Gallo
en la C. M. B. Y.
Y a veces le pasa por delante el Emperador del Mundo, “un
negro tuberculoso con el pecho constelado de chapitas de Coca Cola” que, junto
al Caballero de París, es el loco más célebre de La Habana.
En mayo escribe el que tal vez sea su poema de recién llegado a la ciudad: “Única canción de sal”.
Piñera era entonces, y lo seguiría siendo, un gran recitador,
pathos extendido por toda la isla, pero que le venía también de casa,
puesto que su padre era uno de esos consumidores de poesía a los que no bastaba
con memorizar los poemas, sino que tenía, además, que declamarlos.
Desde los años veinte, el padre de Piñera montaba “veladas
artísticas” en la casa de Cárdenas, cuando el humor se lo permitía. Era adepto
a Núñez de Arce y a Campoamor, a los que imitaba, pues también escribía versos.
Y esas veladas se repitieron en Camagüey, por la época en que montó una fábrica clandestina de vinagre que lo llevó al borde la locura.
De tanto oírle recitar “El vértigo” o “El miserere”,
Virgilio se los aprendió de memoria. Su hermana Luisa recuerda que “le privaba
actuar y decir poemas” desde niño. Como el relato no tiene desperdicios,
transcribo algún fragmento:
En la escuela de Cárdenas existía un enorme salón, con
escenario, concha de apuntador y telón. En diciembre, antes de que saliésemos
de vacaciones, se organizaba cada año una actividad cultural. Me acuerdo que en uno de aquellos actos mi hermano salió vestido de mandarín y yo de geisha, con
unos trajes hechos por nuestras tías (…).
Un día Virgilio me
dijo: "¿Por qué no organizamos una representación teatral en nuestra casa?" Me
acuerdo de un modo vago que mi hermano tenía que hacer algo que era una mezcla
de tanguista y de indio apache, mientras yo tocaba el piano.
Por demás, los recitales se volvieron frecuentes mientras vivía en La Zambrana, barrio que establecieran algunos colonos norteamericanos. Estos organizaban fiestas cada sábado, y Virgilio era invitado para amenizar sus “party” en calidad de recitador.
Ya en la Universidad de La Habana participa en varios actos
en los que declama. Uno de ellos es el “Homenaje a Gabriele D'Annunzio”, que el Seminario de Literatura Italiana
de la Facultad de Filosofía y Letras, a cargo del profesor Aurelio Boza
Masvidal, organizó el viernes 18 de marzo de 1938. El poeta y dramaturgo
italiano había fallecido recientemente. Boza Masvidal inauguró la jornada con
una ponencia sobre la “multifacética personalidad del genial escritor”,
mientras los alumnos Virgilio Piñera y Lolita Martí recitaban varias de sus
poesías.
Piñera leyó a D'Annunzio en sus años formativos y es probable que llegara a su poesía por mediación de Emilio Ballagas, que estudió al autor de El triunfo de la muerte, contraponiendo su estética crepuscular a la de Marinetti.
En 1938, Boza Masvidal instituyó un premio de Literatura
Italiana, asignatura que impartía, y Virgilio se lo llevó con un trabajo sobre
la Divina Comedia titulado “In Selvia selvaggia”. El premio consistió en
cincuenta pesos y un diploma de honor.
Poco después realizó en el Lyceum, bajo el título “La voz humana en mi universo poético” y presentado por José Antonio Portuondo, su primera lectura pública en La Habana. Entre sus amigos universitarios estaban, además de Portuondo, el poeta Johnny Salazar, que murió muy joven, y de modo íntimo, Esperanza Figueroa, que se graduó con una notoria tesis sobre Julián del Casal. Notable fue también la conferencia de Portuondo sobre Casal, impartida poco antes de su arribo.
Todavía era Virgilio Piñera Llera y no Virgilio Piñera, pero el eco de esa lectura acaba por abrirle las puertas de la Ciudad Letrada, aunque haya entrado con una errata: "Virgilio Piñera Llora". Así se recoge su presencia en un concurso de cuentos.
Por recitar, Piñera recitaba hasta los poemas de Seboruco. Y
así tocó evocarlo a Cintio Vitier en Lo cubano en la poesía quien, tras
limitar su elogio a “Vida de Flora” y ver en sus versos “un aspecto amargo y
mágico de lo cubano” que asocia con la “Ballade des damas du temps jadis” de
François Villon, prosigue con sus “asociaciones” hasta recordarlo diciendo unos
versos del “extraño poeta desequilibrado”:
El sol alumbra de
día,
la luna alumbra de
noche.
Cuatro ruedas
tiene un coche
con mucha
melancolía.
Pero, ¿qué ve Piñera? Ve a Casal “arañar un cuerpo liso”, y
hacerlo con una vehemencia tal, que sus uñas se rompen. Se trata de un fantasma
que viene a acompañarlo mientras hace su ronda y que, ante sus propios ojos, se
lanza sobre un cuerpo al que habría que arrancarle un secreto.
Lo que Casal busca, como buen vampiro, es un poco de sangre,
o, si se prefiere, un poco de vida. Como en cofre bien guarnecido, el cuerpo que
asalta contiene el objeto del deseo: “adentro estaba el poema".
Fantasma real, nadería física, la visión dura un momento y
Casal se pierde en la cruda intemperie.
En "Una noche", es el propio Virgilio el que habita
fugazmente sus versos. Mientras hace su ronda por el cuchillo de Zanja
"entre chinos impávidos" y en busca de un "amor de paso", oye
una voz que le dice: "¡Qué bobo tú eres, Virgilio!".
Sigue caminando pero de nuevo la voz:
Qué bobo eres. Si supieras,
o lograras adivinarlo,
no abrieras tanto los ojos,
y me tendieras la mano.
Esa voz es la del deseo y la poesía. Una voz espectral que conecta
los comienzos y el final: “El grito mudo” -donde ya está contenido el
desafío piñeriano- y “Naturalmente en 1930”, guiño al descubrimiento de
su vocación poética. Casal, Piñera. Como hemos dicho otras veces: una misma
fantasmalidad.
7 comentarios:
Dear Mr. De Armas,
First of all, my apologies for my comment not being in any way related to this post, but I unfortunately couldn't find any other way to reach you about the following subject.
I am currently reading the book "Poesia Cubana Contemporânea. Dez poetas. (Pedro Marqués de Armas, editor) Lisboa: Antígona, 2009", a Portuguese compilation of Cuban poets.
Doubt came to me regarding the Portuguese translation of the title of the poem by Alessandra Molina "Otras maneras de lo sin hueso". In fact, it was translated to "Outras formas do silêncio" ("Other forms of silence"). Nevertheless, I learned that Mrs. Molina has a book of poems published in Graz, Austria, in a bilingual (Spanish and German) edition, whose title "Otras maneras de lo sin hueso" (the same as the aforementioned poem's) was translated to German as "Andere Arten, knochenlos zu sein" ("Other ways of being boneless"), which to me is a much more accurate translation.
Therefore, I am writing to you in order to ask whether the Portuguese translation which I point out above is by any means accurate, or if it is, on the contrary, completely incorrect.
I have tried to contact Mrs. Molina by e-mail about this subject, but haven't unfortunately had no reply so far, hence this contact.
Congratulations for your work and for your poems, which I grew to appreciate a lot. All the best for your life.
Thank you very much in advance for your reply.
Yours sincerely,
Luís Moutinho
Dear Mr. Luís Moutinho
Don’t worry about commenting about it on this page. Also, I apologize for my English, it’s not very good.
Your inquiry is very interesting.
It’s been a long time since this anthology, and I can’t remember whether the translator reached out to me about this topic or not. Overall, the translation work done for this anthology was very good, but it did prove to be quite difficult.
In this particular case, I’m guessing the translator (again, this is just a supposition) equated “sin hueso” (boneless) to “sin lengua” (tongueless), not keeping into consideration the masculine/neutral article. I sincerely believe it wasn’t the best solution.
As for the German translation, I can’t offer any input. All I can say is that the translation back to Spanish from the German title (“Otras formas de ser deshuesado”) doesn’t’ sound very good to me either.
Personally, I don’t view translations from a lens of correct vs. incorrect, but rather I think about it in terms of better or worse solutions.
I’m very grateful for the opinion you have of my poems.
I wish you all the best,
Pedro
Dear Mr. Pedro Marqués de Armas,
First of all, thank you very much for your kind reply to my inquiry.
I agree with you regarding the overall high quality of the translation of this anthology, and I believe it was indeed very difficult a task. I would like to compliment you for the selection of poems, the notes and the extraordinary preface. Reading that preface is allowing me to contact with Cuban poetry, its history and context(s).
Concerning the Portuguese translation of the title of Mrs. Molina’s poem “Otras maneras de lo sin hueso”, I again agree with you that translating is not necessarily literally translating (more correctly, it almost never is), but rather, as you say, finding the best solutions possible for each word or expression one intends to translate. Moreover, your supposition that the Portuguese translator might have equated “sin hueso” (boneless) to “sin lengua” (tongueless) is very interesting and plausible.
Nevertheless, since I contacted Mrs. Alessandra Molina herself on this subject, I thought you would appreciate knowing her explanation and contextualization of that title. She said that that poem is part of a dialogue with an important essay by Lorenzo García Vega, “La opereta cubana en Julián del Casal”. In that essay, criticizing the Cuban Bourgeoisie, he defines its house as a place without bones. Not agreeing with the ideological load of that interpretation, Mrs. Molina in that poem uses the idea of the house without bones but for talking about the house after the 1959 Revolution, which lacked all kinds of structures. In light of this, I believe the translation “Other ways of being boneless” comes across as a better solution than the one chosen by the Portuguese translator (“Other forms of silence”), but I would like to know your opinion.
Thank you very much again for the opportunity of discussing this subject with you.
All the best,
Luís Moutinho
Un estudio genial.
Muchas gracias!
Extraordinario texto, Pedro.
Deslumbrado...
Jose Q.
Gracias, querido amigo,
Un abrazo,
P.
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