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domingo, 14 de junio de 2015

Extinción gradual





 William J. Calhoun


 Viajé en ferrocarril desde la Habana hasta Matanzas. Salvo los puestos  militares, el campo está prácticamente despoblado. Todas las casas quemadas, todos los plátanos cortados, los cañaverales barridos por el fuego y destruida cada fuente que sirva de alimento.

 No vi una sola familia, hombre, mujer o niño, ni un caballo, ni una mula, ni siquiera un perro.

 Ni una señal de vida, salvo un buitre pasajero o cuervo volando. Todo envuelto en la quietud de la muerte y el silencio de la desolación.

 Entré en las chozas, hablé con las pocas gentes y comprobé privaciones y sufrimientos que hicieron sangrar mi corazón por las pobres criaturas…

 Vi niños con los brazos y piernas hinchadas, hidrópicos, por el hambre.

 Es poco recomendable detenerse ante el triste cuadro.
  
 Si la actual política continúa tendrá como resultado, a mi juicio, la extinción gradual, pero cierta, de estas gentes.

 Hablé con muchas personas desinteresadas y sin prejuicios, de las más diversas partes de la isla, y coinciden en una misma historia de sufrimiento y muerte entre los desvalidos reconcentrados.

 Traducción, M. Varón de Mena. 



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