Atilio Caballero
Haz como el águila o el leopardo que no
suelen reprocharse nada. O el albatros.
¿Has visto el albatros? Nunca piensa en
la majestuosidad de su caída.
El corazón de una orca -dicen- pesa cien
kilogramos pero, en lo esencial, es
“liviano como una pluma”. Deja ya de
admirarte en el cuchillo del carnicero como
si fuera un espejo de putas.
Y si no, dime, belleza; ¿en qué banco, en
qué estación de policía has dejado tu
nombre? ¿En qué urinario? Oh, sí, el corazón
de una ballena el corazón de una ballena
es igual a mi pudor, esa cerámica nívea
y aromatizada de los mingitorios comunales. Ven, te lo diré otra vez: el albatros, el cetáceo, el corazón del urinario público.
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