Alberto Lamar Schweyer
Mi querido Vasconcelos: yo no soy «minorista». Creo en las minorías de selección pero no en las sabáticas. Ya el minorismo no existe. Es un nombre y nada más. Hubo un tiempo hace dos años, un año todavía, que eso del minorismo era una actitud. Una actitud interesante porque era destructiva. Después los minoristas se convencieron de que había que construir. Pero no era posible eso en aquellas reuniones arbitrarias. Por eso cada cual tomó su camino y dejamos a otro la bandera. Martínez Villena, Fernández de Castro, Tallet, Mañach, Serpa, igual que yo no se consideran ya «minoristas». ¿Quiénes quedan?... Bien queda Emilito (el costumbrista). Pero eso no es nada. Lo cierto es que ya aquello no es lo que fue. Ahora es un cenáculo de maledicencias vulgares —yo cultivo otro género de maledicencias— que Emilito aúna a su antojo y necesidad. Habla siempre “en nombre de la minoría” pero esa minoría ya no se encuentra en ninguna parte. Emilito es un souteneur del comunismo y del ingenio de los demás. Como se convenció que no podía imitar a Larra, ahora imita a Pitigrilli. El público no ha ganado nada, porque el italiano tiene también mucho talento. No más, Vasconcelos amigo. Creo haberlo sacado de un error que me perjudica. Marx decía yo no soy marxista. Yo, como él gritó, no soy minorista.
Mi querido Vasconcelos: yo no soy «minorista». Creo en las minorías de selección pero no en las sabáticas. Ya el minorismo no existe. Es un nombre y nada más. Hubo un tiempo hace dos años, un año todavía, que eso del minorismo era una actitud. Una actitud interesante porque era destructiva. Después los minoristas se convencieron de que había que construir. Pero no era posible eso en aquellas reuniones arbitrarias. Por eso cada cual tomó su camino y dejamos a otro la bandera. Martínez Villena, Fernández de Castro, Tallet, Mañach, Serpa, igual que yo no se consideran ya «minoristas». ¿Quiénes quedan?... Bien queda Emilito (el costumbrista). Pero eso no es nada. Lo cierto es que ya aquello no es lo que fue. Ahora es un cenáculo de maledicencias vulgares —yo cultivo otro género de maledicencias— que Emilito aúna a su antojo y necesidad. Habla siempre “en nombre de la minoría” pero esa minoría ya no se encuentra en ninguna parte. Emilito es un souteneur del comunismo y del ingenio de los demás. Como se convenció que no podía imitar a Larra, ahora imita a Pitigrilli. El público no ha ganado nada, porque el italiano tiene también mucho talento. No más, Vasconcelos amigo. Creo haberlo sacado de un error que me perjudica. Marx decía yo no soy marxista. Yo, como él gritó, no soy minorista.
Fragmento de la carta dirigida por Lamar Schweyer a Ramón Vasconcelos (El País, 4 de mayo de 1927) en respuesta a las críticas realizadas
desde Social tras la publicación, en aquella revista, de un capítulo de Biología
de la Democracia. Tomado de Ana Cairo: El
Grupo Minorista y su tiempo. La Habana, Editorial de Ciencias Sociales,
1978, p. 63.
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