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miércoles, 13 de diciembre de 2017

Incendios. Una relación



  
 Antonio de Gordon y Acosta

 Como nuestro empeño es el estudio del problema que nos ocupa, con relación al más precioso engaste de la rica presea de la Corona Española y la más estimable concha de la Occidental margarita, así llamada por Dávila Orejón, Capitán General que fue de esta Isla, desde 1664 a 1670, vamos a detenernos con la brevedad posible, en enumerar los principales incendios que han tenido lugar en la Capital, desde su fundación hasta nuestros días.
 Sábese que el Adelantado D. Diego Velázquez, natural de Cuellar, provincia de Segovia, fue el que fundó la población el 25 de Julio de 1515 en la desembocadura del río Mayabeque; sábese también, que por lo malsano del lugar, se trasladó luego la Villa a la boca del Casiguaguas, Chorrera o Almendares, llamado así por los provechosos baños que tomó en él el Obispo Fray Enrique de Almendariz, y que en 1519 se estableció en el punto en que hoy se halla, denominándose San Cristóbal de la Habana, por haberse creado el día de ese mártir, y según el erudito Arrate, con el fin de obsequiar al Almirante de las Indias D. Diego Colón, por haber llevado su glorioso padre el mismo nombre, y Habana por haberse emplazado en la provincia india que los naturales distinguían con ese término.
 Ahora bien, a poco de constituida la urbe, el año de 1538, siendo Teniente de Gobernador Juan de Rojas, unos piratas llamados filibusteros, entraron en el Puerto, saquearon e incendiaron la población, por lo que enseguida se personó en ella el Gobernador D. Hernando de Soto, ordenando la construcción del Castillo de 1a. Fuerza, que concluido en 1544, dio tal importancia a la Villa, que se dispuso al año siguiente que las embarcaciones que entraran la saludaran como plaza militar.
 En 1555, volvieron los piratas a saquear y a incendiar la Habana, defendida entonces por Juan Lovera, viéndose el Gobierno obligado a trasladarse a Guanabacoa.
 En los años de 1618, 1619, 1620 y 1621, tuvieron lugar varios incendios en la población, en los cuales se quemaron 100 casas, según dijo a S. M. el Gobernador Venegas, en carta que le dirigió con ese objeto, acaeciendo uno horroroso entre 8 y 9 de la mañana del viernes 22 de Abril de 1622, en que por una fuerte brisa fueron devoradas por las llamas cinco cuadras, principiando el siniestro por una casa de la calle del Molino cerca de la Plaza, extremo de la que se llama hoy Riela; el fuego fue tan intenso, que quedó dividida la ciudad en dos partes por una faja ardiente, propagándose a los bosques y quemándose más de una legua de éstos.



 El 30 de Junio de 1741, a las tres de la tarde, cayó un rayo en el mayor del navío “Invencible”, Capitana de la Escuadra de D. Rodrigo de Torres, prendiéndose todo el buque, que contenía cuatrocientos quintales de pólvora, por lo que atemorizados los vecinos en número considerable, se echaron a la calle, dirigiéndose al campo y resultando por el siniestro 16 muertos y 21 heridos.
 El 3 de Julio de 1762 fue reducido a cenizas el Reducto construido por los ingleses en la toma de esta capital, durando el fuego 3 días.
 El 9 de Agosto del mismo año el Conde de Albemarle que dirigía el sitio de esta plaza, hizo incendiar las fábricas que había en los extramuros, que eran chozas de guano, lo que verificó sin duda por haber acampado el enemigo entre la Punta y San Lázaro, en donde estableció su cuartel general.
 A la una del día 25 de Abril de 1785 se declaró un violento incendio en los talleres de la Maestranza de la plaza y carenaje de buques del comercio en Casa-Blanca, los cuales tenían gran cantidad de combustibles, quedando convertidos por eso los edificios en cenizas.
 En la tarde del 2o de Abril de 1802 siendo Gobernador de la Isla el Marqués de Someruelos, tuvo lugar el primer voraz incendio de Jesús María, que redujo a cenizas 194 casas, el que duró dos días, quedando sin hogar y en la miseria, gran número de habitantes.
 En 1810 se quemó por completo la fragata «Atocha» en el bajo de Begla, de la misma manera que lo fue la «Eulalia» el 15 de Marzo de 1757 que se encontraba cargada de aguardiente y azúcar.
 El 11 de Febrero de 1828 tuvo lugar el segundo incendio del barrio de Jesús María, el cual no fue menos desastroso que el anterior, pues fue grande el daño que ocasionó.
 El voraz elemento consumió el 12 de Septiembre de 1836, la cuadra de la Calzada del Monte situada después del puente de Chávez, trabajando tanto y tan bien los bomberos, que el Excmo. Sr. General Tacón, complacido del comportamiento de aquellos, les dio las más expresivas gracias.
 El 5 de Abril de 1837, cuatro fuegos casi simultáneos tuvieron lugar en la calzada del Príncipe Alfonso, quemándose 20 casas, produciendo 47 bajas en el Cuerpo de Bomberos.
 En la noche del 7 de Abril de 1839 ardió la ferretería situada en Muralla 32, siendo tan grande la cantidad de escombros que fue preciso dejar 21 Bomberos para apagarlos y removerlos.
 No menos desastroso fue el siniestro acaecido el 12 de Enero de 1848, en el almacén de Bustamante, situado en los bajos de la casa del Sr. Conde de Santovenia, produciendo 22 enfermos y heridos en el Cuerpo de Bomberos, los cuales fueron atendidos con 1000 pesos que dispuso el Capitán General que fueran satisfechos por la Junta Municipal.
 El 1ro de Agosto de 1851, hubo un gran incendio en la Fábrica de Papel de Puentes Grandes, en donde trabajaron los bomberos hasta su completa extinción, como así mismo sucedió en el siniestro ocurrido en 26 de Abril de 1852 en la calzada del Monte núm. 203, casa de Don Francisco Díaz.
 En la mañana del 5 de Abril de 1854, en la calle de la Zanja, fue reducido a cenizas el taller de maderas de Colombos, y en la calle de Puerta Cerrada del Arsenal, en la madrugada del 25 de Noviembre de 1858, se quemaron las casas números 63, 65 y 67.
 El 23 de Febrero de 1850, las llamas se encargaron de higienizar la población, pues hubo fuego en el basurero situado entonces en las faldas del Castillo de Atares.
 El 10 de Octubre de 1860 fue destruido por un incendio que comenzó a la una de la madrugada, el mercado del Cristo, el cual se inició en el establecimiento de víveres que existía en la esquina de Bernaza, terminando el siniestro a las seis y media de la mañana. Ese local es hoy el Parque de Michelena.



 Al mediodía del 22 de Julio de 1863 principió a quemarse el 2do y 3er. edificio de los Almacenes de Begla, durando la acción de las llamas hasta las siete de la mañana del día 30.
 Desde el primer momento acudió a prestar sus servicios el Batallón de Bomberos Municipales, pero prolongándose el desastre después del segundo día, solo asistieron 200 hombres que se relevaban cada 24 horas, trabajando tanto y tan bien, que D. Francisco Fesser, Director de la Compañía, con fecha 25, dio las gracias a los bomberos en carta publicada en 31 del mismo mes en el Diario de la Marina.
 En esta calamidad se quemaron 63,012 cajas de azúcar, 672 estuches, 214 pacas de algodón, 1,781 de esterillas, 4 cajas casquillos, 1,953 sacos de maíz, 852 de café, 73 pacas orégano, 4,770 barriles y 778 sacos de harina, 7,786 losetas de barro, 612 ladrillos, 875 sacos de sal, 96 huacales de loza y 5,573 bultos de otras mercancías de este comercio.
 Las pérdidas en conjunto se calcularon en más de $1.500,000, ocasionando 27 bajas al Cuerpo de Bomberos Municipales.
 Otro hecho notable filé el ocurrido el sábado 6 de Septiembre de 1873; en efecto, a la una menos cuarto de la madrugada el sereno de la calle del Águila, esquina a Dragones, avisó que ardía el mercado de Tacón, incendio que se propagó rápidamente devorando todo el edificio, al extremo de que un padre tuvo que descolgar a dos hijos por un balcón a la calle para poderlos salvar; la falta de agua se hizo sentir y esta fue causa de la marcha veloz de la desgracia.
 La bomba de vapor de la «Compañía de Seguros Inglesa» North Bristih and Mercantile Insurance Co., funcionó con dos mangueras en el siniestro asistida por su personal propio de paisano, pues ya desde meses antes se trabajaba aquí con entusiasmo para la creación de un nuevo cuerpo de Bomberos, formado por jóvenes del comercio que voluntariamente se prestaban á tan grande como humanitario servicio.
 Hubo en esta afección social a más de las pérdidas materiales, 3 muertos, 1 herido y varios tetanizados. El mercado quemado fue construido de madera en 1817, formando las casillas un octógono en su interior, conociéndosele con el nombre de Plaza del Vapor, por haber colocado D. Francisco Marty y Torróos, en una fonda que poseía del lado de la calle de Galiano, un cuadro en que se hallaba representado un buque de vapor, el «Neptunio», primero que entró de esa clase en el puerto en 1819, y que hacía sus viajes de la Habana a Matanzas.



 En 1836 el Exmo. Sr. General D. Miguel Tacón reedificó el edificio, haciéndolo de cantería, y así existió hasta que fue pasto de las llamas; después de quemado se edificó el actual de hierro y piedra, inaugurándose, previa bendición, el 14 de Noviembre de 1880.
 Grave fue la situación de esta capital el 9 de Noviembre de 1873, pues estuvo amenazada de terrible desgracia con el fuego que se produjo en la sala de armas de la Maestranza de Artillería, la que estaba ocupada por fusiles y repleta de cartuchos, que impidieron nuestros bomberos que estallaran, evitando así quién sabe cuantas víctimas y notable pérdida para el Estado.
 El elemento del primero de los filósofos griegos consumió, el 18 de Noviembre de 1876, el mercado de Colón, no obstante ser de hierro, a consecuencia del número considerable de barbacoas de madera que en el mismo se habían construido.
 El 14 de Mayo de 1877 fue pasto de las llamas la hermosa casa de Burnhan, Mercaderes 22, ocasionando considerables perjuicios; en el mismo año y mes, pero el 19, ocurrió otro incendio en la Maestranza de Artillería, la que cuatro años antes había sido maltratada por las llamas, salvando los bomberos 100,000 cartuchos.
 Cumple a nuestro deber recordar la noche del 22 de Enero de 1880, por la oscilación terrestre que se sintió en la capital, como igualmente por el siniestro de la fábrica de velas de la calle de la Universidad, en que se redujeron a cenizas 11 casas, desde el numero 16 al 36.
 Pocos minutos después de las doce de la noche del jueves 7 de Enero de 1881, se manifestó un desastroso siniestro por las llamas, en la calle del Príncipe Alfonso núm.
7, manufactura de tabacos de Don José Gener, en que ardió todo el edificio, calculándose las pérdidas en 250,000 pesos.
 Significóse el año 1883 entre nosotros, con dos notables abrasamientos, siendo éstos: el que se presentó el 30 de Enero en la Sierra del Sr. Crespo, en el puente de Chávez, de resultas del que hubo varios muertos, y el otro, el del 4 de Febrero, en el taller de madera de la calle del Prado, principiando la enfermedad social por un establo que le era inmediato.
 Merece también mención, el ocurrido el 27 de Mayo de 1884, en la tienda de ropas «El Comercio» situada en la calzada de Galiano núm. 72, la que pertenecía a Don Francisco González y Quirós, quemándose todas las existencias como así mismo el mobiliario.
 Sucede igual con el que tuvo lugar a las cinco y media de la mañana del 14 de Junio de 1884, en el almacén de muebles de D. Mariano González, situado en la calle de la Habana números 136 y 138, estando muy expuesta la gran droguería del Sr. Sarrá, pues el fuego se hubiera propagado a ella, a no evitarlo con su acertada intervención los virtuosos enemigos del elemento pitagórico.



 El 29 de Abril de 1884, a consecuencia de la explosión del polvorín San José, los bomberos se trasladaron al lugar del siniestro y en él trabajaron como saben hacerlo siempre; servicio que prestaron de igual manera, el 29 de Septiembre de 1858, cuando tuvo lugar la catástrofe del otro edificio de la misma clase del anterior.
 El 26 de Enero de 1885 a las ocho y media de la noche, principiaron a arder los barracones del castillo del Príncipe y a no ser por el arrojo y actividad de nuestros celebrados héroes, hubieran sido todos aquellos consumidos por la combustión.
 El 21 de Mayo de 1887, quemóse gran parte del edificio que ocupa, con sus existencias, en la calle del Obispo esquina a Aguacate, el popular establecimiento «El Fénix», como en 27 de Enero de 1890, la combustión redujo a cenizas la fábrica de baúles situada en Egido núm. 6.
 Luctuosa noche fue para esta Capital, la memorable del 17 de Mayo de 1890: a las diez y veinte minutos los silbatos y cornetas anunciaban la existencia de un incendio en la demarcación resultando ser en la ferretería de D. Juan A. Isasi, Mercaderes 24, esquina a Lamparilla, en donde a poco de principiar ocurrió una terrible explosión, de resultas de la que hubo el derrumbe del edificio, que fue causa de 50 heridos, 1 7 bomberos del Comercio muertos, 8 de los Municipales, 4 del personal de O. R, 1 marinero y 8 paisanos espectadores; a pesar de tamaña desgracia, no por eso suspendieron los trabajos los demás miembros de ambos cuerpos, al extremo de haberle obligado a decir al digno General D. José Chinchilla, que entonces gobernaba estas provincias: «Jamás he visto mayor valor y entusiasmo».  La Habana entera se asoció al sentimiento de dolor, cubriéndose de negro los edificios públicos y privados, siendo el entierro de las gloriosas víctimas la mejor prueba de la honda pesadumbre de este pueblo, en el que, «los mártires del deber vivirán eternamente».
 Hubo este año en la Capital, incluso el siniestro descripto, lo incendios y 41 alarmas.
 En 1891 ocurrieron en la ciudad 10 fuegos y 37 alarmas, distinguiéndose entre aquellos el del 3 de Abril en la calle de Aguiar 91, sedería de D. Antonio Barillas; el del 20 de Agosto, en la fábrica de cerillas fosfóricas «La Americana»; el de la panadería «La Flor de Cuba», Neptuno esquina a Águila, de la propiedad de Don Vicente Carrodeguas, y el del «Gimnasio Romaguera», el 2 de Diciembre, cuyo establecimiento reconstruido está situado donde se hallaba, Compostela 111 y 113.
 En 1892, se contaron en la Habana 14 incendios y 61 alarmas, siendo notables el de Estrella 10, que tuvo lugar a la una y media de la madrugada del 4 de Abril; el del
viernes 29 del mismo mes, a igual hora que el anterior, en la sedería «La Filosofía», Neptuno 69, muriendo 3 individuos carbonizados; el del 4 de Mayo en que ardieron las casas 45, 47, 49, 51 y 53 de la calzada de Jesús del Monte y las 66, 68 y 70 de la calle de San Joaquín, y el del 26 de Noviembre en la Sierra de D. Juan Alegret, tabaquería la «Cruz Roja» y tren de coches de Salas.
 En 1893 hubo 21 fuegos y 66 alarmas, debiendo mencionarse entre los primeros, el que ocurrió el 10 de Marzo a las dos de la tarde en la agrupación 1-5-1, pues se quemaron las casas 181-A y 181-B de la calle de la Concordia, las 10, 12,14 y 16 de Aramburo y las 222, 224 y 226, de la de Neptuno.
 En lo transcurrido del año actual, hasta el 30 de Junio en que terminamos este trabajo, han tenido lugar en la Capital 8 siniestros y 36 alarmas, siendo el más notable de aquellos el de San Ignacio 78, edificio que poseía en la parte alta una Casa de Huéspedes y en la baja varios comercios, y en el que hubo uno de los vecinos carbonizado, dos muertos por quemaduras extensas y un bombero del Comercio con fractura del brazo derecho…


 Los incendios, los bomberos y la higiene, La Habana, A. Miranda, 1894, pp. 14-23.

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