José Lezama Lima
Existe una función
creadora en el hombre, trascendental-orgánica, como existe en el organismo la
función que crea la sangre. La poiética y la hematopoiética tienen idéntica finalidad.
Instante en que lo inorgánico se transforma en respirante, es decir, en que aparece
el espacio asimilado, pues la respiración es el espacio asimilado que se
devuelve. En una superficie de metal, ágata o piedra, el aire es refractado,
devuelto; el vegetal lo incorpora, pero sin posibilidad ele diálogo. El hombre
solamente asimila el espacio y lo devuelve con un logos, con un sentido, es el
verbo. El verbo era Dios y Dios era el verbo, los dos espacios, el exterior y
el interior, el visible y
el invisible
se comunican, o mejor, están ya en la unidad. La frase de Heráclito, en el
sueño el alma tiene ojos ele lince, y la ele Bloy, la mejor música es la respiración
de los santos, coinciden por igual la vigilia y el sueño, la agudeza y lo
vegetativo, el oleaje y el mirador. En el sueño, tal como aparece en las
teogonías, el alma unida al aliento universal se refugia entre las dos cejas, el O H M, por eso los
antiguos afirmaban que si en el sueño golpeáramos esa región con un martillo de
plata, el hombre muere. De tal manera que el verbo aparece como la
imagen de lo estelar. Voz, verbo e imagen, trilogía que sólo acompaña al
hombre. En la respiración del hombre se conjuga por instantes el verbo, la voz,
la imagen con lo telúrico de las entrañas. El espacio más secreto del hombre se
transfigura con la llegada de lo estelar.
En el mundo griego se reemplaza esa imagen de
lo estelar por la terateia y la identidad.
Sobre el fondo de la identidad se verifican
las incesantes metamorfosis, es decir, porque A es igual a A, este ciervo es
aquel árbol, esta capa es el escudo de Aquiles.
Ejemplos de terateia: el fondo de Prometeo,
en las rocas del Cáucaso recibe la visita de Io, de la familia de
las inaqueas, perseguida por los tábanos por haberse negado a entregarse a
Júpiter.
En la Hécuba, de Eurípides, más ejemplos de
terateia, un muerto, un morador de las sombras, nos dice de pronto: Si
vosotros, que tan espantados miráis, deseáis conocerme, sabe el que yo soy el
alma de Polidoro, hijo del rey de Príamo, que ahora vengo de las hondas
cavernas del infierno, llenas de espanto y tinieblas, a ver otra vez esta
lumbre del cielo.
Al surgir el mundo católico la poesía adquiere
pesadumbre y
gravitación.
Una frase de San Pablo: Charitas omnia credit,
la caridad todo lo cree. Eterno juego de la balanza entre la gracia y la caridad, entre
el demiurgo y
el
hombre.
Otra frase de Pascal: La fe es la sustancia de
lo inexistente. Supera y
profundiza
el mundo griego, lo inexistente, se sustantiviza. Surge la máxima absurdidad en
el hombre, es la máxima sustantividad, la resurrección.
La totalidad de la creencia, de la fe, es la
infinita posibilidad, es decir, la resurrección.
El potens aparece entre los etruscos, el si es
posible. A esto se añade el latino Hoc age, hazlo. El potens por la imagen hace posible la
sobrenaturaleza, el virgo potens.
Se escinde el mundo antiguo. La poesía griega
fundamentada en la terateia y en
la metamorfosis, y
la
nueva poesía fundamentada en la gracia, la caridad y la
sobrenaturaleza.
Definición del potens: lo imposible moviéndose
en la infinitud engendra un potens que es la imagen posible.
Cuando me acercaba a mi madurez, vi cómo lo
cuantitativo, lecturas diversas, experiencias, esperas y apresuramientos, se
iba trocando en cualitativo. Es el momento, según Descartes, en que la ceniza
se convierte en cristal.
Frase del Abate Vogler: Hacer de tres no un
cuarto sonido sino un astro.
Ese sentimiento está también en el pueblo. Véase
la copla:
Tres
palabras suenan,
al fin
de tres sueños,
y las
tres desvelan.
La
primera es tu nombre,
la
segunda el nombre de ella.
Te
daré más que me pidas,
si me
dices la tercera.
El Uno, la diada, el terciario, el fervor del ascendit,
los invade y recorre.
Desde la tetractis (Dios, la justicia
apolínea, el juramento, la pirámide, la invocación) hasta el septenario, el
ritmo (din don din don din don din) se establece una pausa, lo que nuestros
clásicos llamaban un retiramiento, que es el que llena la poiesis, la poesía.
Caminos de la poesía:
a) La ocupatio de
los estoicos. El agua que se prolonga tapa todas las grietas.
b) Las vivencias
oblicuas. El conmutador que se enciende y engendra una cascada en el Ontario.
e) El súbito.
Vogel (pájaro), Vogel baner (jaula para pájaros), Vogelon (el acto sexual)...
d) Lo hipertélico.
Destruye al crear. Acto que va más allá de su finalidad.
e) El icneumon. La
rata del faraón que se come los huevos del cocodrilo, si no las márgenes del
Nilo serían inhabitables.
f) Es creíble
porque es increíble: el hijo de Dios murió.
g) Es cierto porque
es imposible: y después de muerto resucitó.
h) La
resurrección: se siembra en un cuerpo material, pero se renace en un cuerpo
espiritual.
Superación de la
frase de Heidegger: el hombre es un ser para la muerte. ¿Y el poeta? Es el ser que crea la nueva causalidad de la
resurrección.
Poesía, poema y poeta
Épocas de gran poesía sin poetas. Desde
Augusto hasta el siglo XIII, en que aparece el Dante, no hay en Europa grandes
poetas. Sin embargo, es el período merovingio (Carlomagno) y de la construcción
de las grandes catedrales.
Poema: un espacio resistente entre la progresión
de la metáfora y el cubrefuego de la imagen.
Poeta: el que toca ese espacio resistente, como
posibiliter.
Poesía: las esencias expresadas por las
eras imaginarias.
"Como la verdadera naturaleza se ha
perdido, todo puede ser naturaleza".
Pascal. Poner la imagen sustituyendo a la
naturaleza. Eliminación de todo dualismo, de la causalidad, de las diecisiete
categorías kantianas y de lo
condicionado kantiano.
Los experimentis sortes. Hay que
experimentar un poco al azar. Aquella terateia, maravilla y excepción, para los
griegos; lo maravilloso natural, la Fata Morgana de los surrealistas, están en
la revolución. El poeta se sacraliza en las eras imaginarias, cuya raíz es la
revolución.
La poesía, el ser causal para la resurrección,
vence a la muerte.
Ponencia presentada al Congreso Cultural de La Habana, en enero de 1968.
Fotografía de Iván Cañas (1976).
El Caimán Barbudo, marzo de 1962; Maldoror, 3º trimestre, 1968, pp. 16-18; Imagen y posibilidad, Letras Cubanas, 1981, p. 126.
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