Miguel Rodríguez Ferrer
Clasificados los cetáceos
entre los mamíferos, no es raro en Cuba encontrar por sus apartadas costas el
de esta clase, llamado Manatí, principalmente en donde el sargazo y las
fuentes submarinas de agua dulce satisfacen las necesidades de este herbívoro.
Es propio además de las regiones tropicales y por rareza llega a la península
de la Florida, sin que apenas se presente en otras partes de los
Estados-Unidos.
Los habitantes de la Guadalupe, San Cristóbal
y demás pequeñas Antillas usaban antes de su carne, y los indios del Sur
utilizaban su cuero en liras, para fuertes ligaduras, como sus huesos para
diversos útiles.
Hoy en Cuba se hacen de su materia preparada
al efecto primorosos bastones, y ya la ley de Indias prohibió el que de sus
liras se hicieran látigos para castigar a los esclavos, por sus perniciosos
efectos.
Presentando el Manatí un cuerpo desnudo de
toda escama, cabeza y cuello, y pecho provisto de mamas, saliendo del agua para
dar de mamar a sus hijuelos; todo esto le ha valido a este anfibio cierta
representación de las formas humanas, como a las Focas, la de Sirenas.
En Cuba encontré respecto al Manatí consejas
no menos vulgares entre sus campesinos, y en varios de los ranchos o estancias
de sus solitarias costas me hablaban de que sus antecesores habían visto un Peje
(1) monstruoso llamado Nicolás con cabeza y pecho de mujer, que
estuvo pasando mucho tiempo por el cabo de Cruz, cuya denominación me recordó
la leyenda del P. Feijoo, entre cuya reminiscencia y la presencia de este
cetáceo, se formó tal vez por esta tierra, la tradición del monstruo que he
nombrado.
El Manatí se encuentra en Cuba por la
desembocadura de los grandes ríos, y este animal a lo que se parece más, es a
un ternero sin manos ni pies. Pero ofrece una particularidad muy digna de
atención respecto a la arqueología del nuevo continente, que no dejaré de
indicar.
Según Mr. Squier al hablar de las figuras,
ídolos, representaciones y objetos encontrados en los túmulos del valle del
Misisipí, dice que todas las esculturas que representan a este anfibio, todas
tienen un mismo estilo en su ejecución, todas son de iguales materiales que los
demás objetos que con ella se encuentran, y que no puede menos de deducirse,
que fue una misma raza de hombres de la que procedió este estilo y este
material de un mismo origen y de un período mismo, más particularmente, en el
país que cae entre el Onio y las guaridas de los manatíes de aquella costa
meridional, por la que sin duda se mantenía un tráfico doméstico y continuo; o
que en alguna época emigró allí cierta raza llevando consigo restos tan
caracterizados, cuya curiosidad arqueológica no he querido dejar de consignar
respecto a este herbívoro, que representa, por otra parte, en la zoología de
esta isla, el último de sus mamíferos y el primero de los peces.
Este animal,
por último, ofreció a los conquistadores cierta acción misteriosa entre su
particular terapéutica (2).
(1) Vocablo provincial en vez de pez.
(2) El salamanquino D. Bernardo Vargas Machuca en su
Descripción de las Indias dice, hablando del Manatí, entre otras cosas:
"Tiene una propiedad (su carne) que descubre las bubas a quien las tiene
secretas, que comiéndola le remueve y aviva los dolores; es pescado que sale a
pacer yerba a tierra: hacen de él mucho aceite para alumbrar”.
Estudios zoológicos de Cuba [1875]
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