Fernando Torralva Navarro
para Néstor Carbonell
Es una delicia mi calle de aldea
provinciana: varia, buena vecindad;
vivo en una casa más vieja que fea;
tengo una vecina que es una deidad.
Soy feliz a ratos... el barrio chismea
y es activa obrera la malignidad.
(Quisiera de un tipo dar clara una idea,
pero a veces mucho daña una verdad).
Trato a dos huraños, viejos señorones
de esos que aconsejan, guardan sus doblones
y que, del vecino, no hablan bien ni mal.
Y es mi amigo el viejo perro de la esquina,
que pensar parece -¡cualquiera adivina!-
si Dios será justo en el Juicio Final!
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