Dolores Labarcena
"¿Leíste El Clamor que te pasé? Lleva
un mes la huelga del Sindicato de Actores de Teatro. Un mes y cuatro días
exactamente. Dicen que no piensan claudicar".
¡Bravo,
bravo! ¡Querida mía, su taco hoy acierta como nunca!, exclamó
Lord. ¡Bravo, bravo, Lady!, exclamó Paganel. ¡Bravo!, exclamó Hatteras.
¡Bravo! ¡Bravo!, aleteando desde la tronera exclamó Papagayo. Gana por
carambola, dijo Paganel. La Isla Púrpura, Erasma. Fuimos
al Menandro al estreno de esa excelente pieza de Bulgákov. Teatro dentro del
teatro. Dista bastante del original. Ella está vestida de gitana y Papagayo no
es un papagayo sino un policía. Además, juegan billar en lugar de ajedrez. ¡Qué
chasco! Vámonos, dijiste. No, querida, esta obra la veremos entera. ¿O es que
piensas que las entradas son gratis? Esperemos, quizás mejora al final, es una
versión libre de Cuevas, te dije. Y es que en esos años los dramaturgos no
sabían dónde poner el huevo, si en el teatro dialéctico o en el teatro
mitológico… Antes de bañarse en las fosas calientes hay que bañarse en el río
helado. Un consejo práctico, Erasma, me lo dio el portavoz de Nadyezhda,
Sindicato de Silvicultores de Kamchatka. ¿Te acuerdas cuando viajé a Rusia
representando al Sindicato de la Industria del Papel? Un periodista, un médico,
y el Ministro de Agricultura, cuatro, Erasma. El único representante de la
fábrica era yo. Congreso de sindicalistas. ¿Kamchatka?, desde luego, paisaje
para visitar sin prisa. Inhóspito. Un mar de coníferas y desiertos congelados.
Allí no se frivoliza con el frío. Desolación. Para estirar las piernas nos
bajábamos de los trineos. Con-ge-la-dos. Por los contrastes de temperatura, la
naturaleza muestra la extravagancia de su fuerza. Hielo y géiseres, Erasma,
porque hay volcanes. Antes de bañarse en las fosas calientes hay que bañarse en
el río helado, nos avisó el portavoz de Nadyezhda, Vadim, Kirill, o quizás
Nikolai, un nombre de esos. Y brindamos con vodka, como debe ser en clima
semejante. El confín, es difícil asimilar dónde nos encontramos, dijo el
periodista, que además de registrar los pormenores del congreso preparaba un
reportaje para Mundo Animal: Estudio sobre el comportamiento
de lemmings y nutrias. Las nutrias, supe por él, son al igual que los
lemmings animales gregarios, reposan en grupos. Y hasta existen grupos formados
por más de 2.000 individuos... Las fumarolas, Erasma, qué espectáculo. Si lo
vieras. Desde luego, paisaje para visitar sin prisa. Inhóspito. Todo resulta
menos cómodo, y por tanto, menos artificial. ¿Qué tema trataremos?, le pregunté
en una de las fosas calientes al portavoz de Nadyezhda. Estudió en Milán,
hablaba un italiano fluidísimo. Rilassati. ¡Na zdorovie!, dijo y brindamos.
Cada cual con su litro de vodka, como debe ser en clima semejante. ¡En
helicóptero!, me he montado en un helicóptero, aquí, en mitad de la nada.
¡Miren allá, caguamas y mangle rojo!, gritó el periodista. Y todos los
sindicalistas nos miramos boquiabiertos… Hipotermia, Erasma. ¡Help! ¡Aiuto!
¡Socorro!, grité en todas las lenguas posibles, porque no sé ruso. Una carrera
contrarreloj. Lo saqué del agua, ya en la nieve le di varios puñetazos en pecho
y espalda. Pronto lo cargué en brazos, lo metí en uno de los trineos, y lo
seguí auxiliando. ¿Diez, quince, veinticinco? Hasta perdí la cuenta de la
cantidad de bofetadas que le propiné para que entrase en calor. Ágil. Entonces
tenía tanta energía que podía decapitar a un caballo de un solo fustazo. A la
viva, Erasma, porque en Kamchatka no hay caguamas ni mangle rojo.
Borracho, bañándose en el río en cueros. Qué manera de delirar ese periodista:
¿Engels?, el primer socialista en gustarle el champán. Embaucador, se fue a
Francia a disfrutar del cancán a costa de la revolución. ¿Marx?, presidente del
Club de Tabernas en la Universidad de Bonn. Horrores. A intervalos cesaba el
delirio y estallaba algo peor, un bramido estridente: ¡Me tienen sujeto por una
cadena invisible! Temblores, confusión mental. Caguamas y mangle rojo. Azul. Al
traste el reportaje sobre el comportamiento de lemmings y nutrias, el cual se
perfilaba atrayente. El confín, es difícil asimilar dónde nos encontramos,
dijo. Y es cierto, en Kamchatka no se frivoliza con el frío. Al decir esta
frase, te lo aseguro, ya que he mirado a la muerte cara a cara, una infinita
dulcedumbre parecía cernerse sobre el rostro del periodista de Mundo
Animal. Ni recuerdo su nombre. Pero de qué vale recordar… El Ministro de
Agricultura caminando de un lado a otro, deduzco que perturbado por las
incoherencias que profería el periodista. ¡Mantas, mantas!, pedía yo, pues
el médico, como el papagayo de la versión de Cuevas… Le froté el pecho. Sin
latidos. ¿Mantas?, ni una, Erasma. En aquel congelador ningún sindicalista tenía
una manta. Abrigos los justos. ¡Antes de bañarse en las fosas calientes hay que
bañarse en el río helado!, pronunció enérgico el portavoz de Nadyezhda
frente al grupo de sindicalistas que observaban perplejos al moribundo.
In-com-pren-si-ble. No hubo manera de reanimarlo. Y en el cielo a esa hora un
halcón gerifalte. Al crematorio. Lo incineraron por mala gestión, ya ni sé de
quién… Burocracia. Por eso salí definitivamente del sindicato. ¿Trasladarán el
féretro en helicóptero o en tren? Intentaba, en nombre de la delegación,
frente al indefectible desenlace, averiguar qué harían con el cadáver en medio
del congreso. Negativo. El presidente de Nadyezhda está en viaje amistoso por
Mongolia. El abastecimiento de queroseno demora tres días. Para subirlo en el
transiberiano se necesita autorización de tal y más cual, y la conservación del
cadáver es imposible, pues el frigorífico del campamento donde nos alojamos… En
fin, relájese, disfrute de la acogida, me respondió el Ministro de Agricultura.
¡Poyejali! ¿Qué tal los zakuski?… Una semana, Erasma, ningún contenido de peso
en el congreso. Solo hablaban de la desforestación en Alaska por empresas
lucrativas. Luego brindis y samovar. Una cultura diferente. Cantaban
enaltecidos I vnov' prodolzhaetsja boj. ¡Bravo, bravo!
¡Poyejali! ¡Poyejali! Y el extinto ahí, en una vasija de plástico con su
certificado oficial de cremación como un brazalete… L'isola purpurea, traducción
al italiano de Anna Maria Carpi, obsequio del portavoz de Nadyezhda. Teatro
dentro del teatro. Excelente pieza. Por tal motivo me vino a la mente Bulgákov
cuando me dijiste lo de la huelga del Sindicato de Actores de Teatro. Y es que
tenías razón, Erasma, cualquier espectador levemente avezado se daría
cuenta. Pésima versión de Cuevas. ¡Y lo que costó las entradas al Menandro! Un
chasco. En esos años los dramaturgos no sabían dónde poner el huevo, si en el
teatro dialéctico o en el teatro mitológico.