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lunes, 1 de febrero de 2016

Madrid





  Eugenio d'Ors 


 Una noche, mejor diré, una madrugada, pasábamos por la Puerta del Sol, desierta. De pronto, dejándome asombrado —como que de momento creí soñar o encontrarme fuera de mi juicio—, toda su extensión entre el cabo de la calle de Arenal y el principio de la calle de Alcalá se pobló de rebaños. Profundos, interminables, pasaban dulcemente dejando la impresión de habitualidad...

 Pregunté qué significaba aquello. Dijéronme que nada de particular, y que esto se hacía siempre, a todas horas, pues tal camino era camino de cañada, paso de Mesta; es decir tránsito reglamentado y tradicional de las reses que atravesaban Madrid, yendo de Extremadura a Aragón, por ejemplo.

 Entonces, viendo el magnífico espectáculo, meditando acerca de él vinieron a hacérseme patentes muchas cosas que antes ignoraba o que no valoraba bien. Comprendí en realidad a España, por vez primera. Comprendí el sentido de España y de la capital de España... España debe de ser esencialmente una Monarquía ganadera. Madrid —y esto lo repito, da luz sobre muchas realidades—, Madrid es la capital de un formidable imperio pecuario.
 

 Tomado de Mis ciudades, Tres de Cuatro Soles, Madrid, 1990.


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