Tenemos en nuestro hotel a un distinguido fotógrafo de Nueva York, que
cuenta con un elegante establecimiento en Broadway. Ha dicho que las
dificultades entre el Norte y el Sur han afectado tanto todas las ramas de la
actividad comercial, que se ha visto obligado a venir a Cuba para ocuparse de
algunos menesteres.
Ha tenido un golpe de suerte con su adopción por el Capitán General y
su bella dama, y está dispuesto a "seguir adelante" con furia.
Tiene un estudio en La Habana, otro aquí [se refiere a Trinidad,
1860], y acaba de enviar a dos de sus hombres para abrir otro en Cienfuegos.
Hay cinco artistas trabajando sus fotos en este sitio, y los pedidos están
llegando rápidamente.
Las fotografías coloreadas nunca antes se habían visto aquí, y
como la población es muy rica, nuestro amigo atrae a una multitud, y al mismo
tiempo, con ella, puede atraer unas onzas, que son abundantes entre los
criollos acomodados.
Nos pasamos un día por su habitación y lo encontramos hablando con el
recién llegado Gobernador de este Departamento, que se encontraba completamente
trajeado.
Las imágenes de tamaño natural están muy bien, pero, a diez gramos,
resultan para nosotros dolorosamente caras (...).
Gibbes, Robert W. (Robert
Wilson, 1809-1866), Cuba for invalids, 1860, p. 34.
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