¿Puede mirarse como un progreso para el arte
el descubrimiento del daguerrotipo? Los partidarios furibundos de la mecánica
resolverán esta cuestión contestando afirmativamente; porque para ellos toda
economía de tiempo y de brazos es un gran paso de progreso, y como el siglo es
eminentemente mecánico queda resuelto el problema según lo que se llama común
sentir de los hombres. Sin embargo, conviene no perder de vista que hay alguna
diferencia entre el común sentir y el sentido común, acerca de lo cual hablaba
mucho la difunta.
Considerando las cosas de un modo absoluto, no
hay duda que progresamos en un tiempo en que todo ha llegado a hacerse con máquina.
Hoy hay máquinas para lavar, máquinas para coser, máquinas para retratar,
máquinas para hacer las operaciones aritméticas, máquinas para imprimir, y si
no dígalo el Moro Muza, primer periódico literario de la isla de Cuba que ha
empleado la célebre máquina de Erikson, donde se prueba que el tal Moro no
pertenece al número de los recalcitrantes. Ya no falta más sino que se inventen
máquinas para escribir en verso. ¡Qué bonito sería eso de dar cuatro vueltas a
una rueda y ver salir unas quintillas amorosas, un soneto de natalicios, o una
elegía! ¡Sería tan socorrido eso de poder cualquiera decir: ¿Llegó el Santo de
Lola o de Chucha, ¡purrum pun pun! allá va un soneto a pedir de boca, como que
está hecho con máquina. ¿Se murió taita Cheche? ¡Porrom pom pom! ya tenemos un
canto fúnebre capaz de enternecer a un profesor de economía polítíca. ¿Me
enamoré de Panchita? ¡Parrain pam pam! he aquí unas endechas que harían honor a
Meléndez Valdés, y Campoamor y a Gil y Zárate.
El que tal máquina descubriera se haría
millonario, aunque no le aconsejaría yo que viniese a especular a la isla de
Cuba, porque aquí no tendría salida el género, pues el que menos de los
sinsontes puede producir más versos que diez máquinas de la potencia de
quinientos caballos cada una.
No he dicho que se inventaran máquinas para
escribir en prosa porque esto ya es después, como dicen en mi tierra los que
han comido cuando les convidan a comer. El estilo cortado es una especie de
Molinatipo aplicado a la literatura, y si los que cultivan el citado estilo no
son máquinas de escribir, no por eso dejan sus escritos de parecer hechos con
máquina.
Pero si hay quien mira las máquinas de
retratar como un progreso en la esfera del arte, no falta quien lo niega con
razones incontestables. Indudablemente la cámara oscura ofrece primores de
detalle superiores a todo encarecimiento y gran corrección de dibujo; pero por
esta misma facilidad que hoy tienen los artistas para obtener un contorno, es
natural que se abandone y decaiga el estudio del dibujo limitándose los
artistas a ser por decirlo así iluminadores y no cuidando ya más que de
perfeccionarse en el estudio del colorido. Si esto sucede, como es de suponer,
necesariamente ha de sentirlo el arte, y puede asegurarse que Daguerre
engendrando millares de retratistas ha hecho imposible la reproducción de los
Tizianos, Murillos y Rafaeles. En lo sucesivo tendremos retratos parecidos,
tendremos, si se quiere, buenas vistas panorámicas, pero no abundarán cuadros
de historia, y con máquina o sin ella, será preciso ir entonando en lacrimosos
versos los funerales de la alta escuela de pintura en su más genuina expresión.
Solo hay un ramo de pintura que promete un
cierto progreso, y es el de los retratos, porque pudiendo obtenerse la
semejanza, que es lo principal, por medio de la cámara oscura, se ofrece desde
luego esta garantía no despreciable para todo el que desea verse fielmente
reproducido, y de aquí la boga que van alcanzando las llamadas fotografías al
óleo de que M. Fredericks ofrece tan bellas muestras en su establecimiento de
la calle de O' Reilly. Sin embargo, el procedimiento presenta sus
inconvenientes, como puede observarse en los retratos de los Escmos. Sres.
Condes de San Antonio, que tan justamente llaman la atención en dicho establecimiento.
Desde luego puede asegurarse que, no pudiendo mediar gran distancia entre la
máquina y la persona que ha de retratarse de cuerpo entero, para que todos los
puntos de ésta se aparten lo menos posible de la línea horizontal, ha de haber
alguna desproporción en el dibujo, y esto es lo que a primera vista se nota en
el retrato del Sr. General Serrano, en el cual encuentra el Moro Muza la cabeza
tan grande, que indudablemente no corresponde al cuerpo. Además, en un retrato
no solo se ha de conservar el contorno, sino también el dintorno, y esto último
sumamente difícil, porque, desapareciendo las líneas primitivas luego que se
hallan cubiertas por una espesa capa de color, pueden irse poco a poco
alterando y desviarse de la verdad hasta el punto de hacer redondos unos ojos
rasgados, &c. Esto es puntualmente lo que ha sucedido con el retrato de la
bellísima Condesa de San Antonio, cuyo dintorno deja algo que desear.
No quiero por esto decir que los referidos
retratos carezcan de mérito artístico. Indudablemente conservan el parecido y
se ve que están pintados por mano maestra, si bien en su colorido se han
exagerado algo las cualidades de lo brillante y vigoroso que constituyen lo que
impropiamente han dado algunos en llamar escuela francesa, como llaman otros
estilo francés al estilo cortado. Así el retrato del Sr. Conde presenta un
color que pasa de castaño oscuro y que no está en el original, mientras que en
los ojos de la Sra. Condesa resalta una energía, no más recomendable por cierto
que aquella languidez natural que hace tan dulce y simpática la mirada de dicha
señora.
Varios son los retratos que yo he visto de los
citados Sres. Condes de San Antonio, y entre otros los que está haciendo el
joven artista español D. Isidro González Romero. Aunque profano en la pintura,
me parecen muy bien pintados, y no solo encuentro en ellos la verdad del
colorido sino la de una perfecta semejanza. Solo siento que por haber el Sr.
Romero tenido a la vista unas pequeñas fotografías análogas a las que han
pintado al óleo en casa de Mr. Fredericks, tengan unos y otros retratos la
misma posición, como si fuesen iluminaciones de un mismo grabado. Sin embargo,
los retratos del Sr. Romero tienen la recomendación de haberse dibujado
libremente y a ojo, aunque haya tomado las citadas fotografías por modelo, como
las tomaran otros muchos artistas tal vez, pues por lo mismo que los medios
mecánicos dan resultados tan sorprendentes en punto a la verdad del perfil, la
pintura tiene que resentirse en adelante de amaneramientos parecidos al que
acabo de mencionar.
¿Deberemos por esto proscribir las aplicaciones
del descubrimiento de Daguerre? Nada creo que por ello perdería el arte, pero
ya es imposible hacerlo y lo que ahora nos falta es solo que venga cuanto antes
la máquina de hacer versos a ver si da también al traste con la poesía, pues en
vista del triste papel que hoy está desempeñando, vale más que se vaya con la
música a otra parte. Lluevan sonetos daguerrotípicos, y aunque sean
molinatípicos, mestreotípicos o loomi-típicos, que, si les falta la
inspiración, llenarán tal vez las condiciones de la medida, mientras que los
fabricados por los sinsontes solo suelen llenar la copa del sufrimiento.
EL MORO MUZA
"Problemas de bellas artes", 15 de abril de 1860.
No hay comentarios:
Publicar un comentario