Mas Filis es
señora de cien negras
Jóvenes y
rollizas, que ha comprado
En Armaron al
ávido tratante.
¿Por qué
sufrir la incómoda tarea
De criar al
hijo a su materno pecho
Bien hace
Fabio: -Venga una nodriza
De su
criadero: venga y al niño-amo
Déle la
nutrición, déle la vida,
Robada al
niño-esclavo que la pide
Con el grito
del hambre, y grita en vano.
¡Cuántas veces
airada la Señora
Con el terror,
o con castigo acalla
Este reclamo
de la infancia débil!
Así, ni ella a
ser madre ser resigna,
Y que lo sea
su esclava no consiente.
ángel hermoso,
bebían
la sustancia
que vertían
etíopes pechos
de amor,
yo feliz te
contemplaba
y sobre tan
tersa frente
aun más de un
beso inocente
mi boca
humilde imprimió (…)
Así sereno
dormías
el sueño de la
inocencia,
mientras que a
la Omnipotencia
plácida
alababa yo;
pues por
influjo benigno
de sus
secretos arcanos,
trájome a
climas lejanos
a ser tu madre
de amor (…)
Y allá en tus
sueños floridos,
cuando su
embeleso seas
y sus cariños
poseas
no olvides
¡oh, niño!, no,
que sobre mi
pecho un día
probaste en
muy dulces calmas,
que hay
también sensibles almas
en donde es
ingrato el sol.
Félix Tanco: “Sátiras”,
Carta XLIV, Centón epistolario de Domingo
del Monte, t-VII, pp. 82-83; y José M. Rodríguez: “La despedida de la
nodriza africana”, El artista, La
Habana, 1 (12), 174, 29 de octubre de 1848. Tomado de Reynaldo González: Contradanzas y latigazos, Editorial Letras
Cubanas, 1992, pp. 169-71.
No hay comentarios:
Publicar un comentario