Nicolás Guillén
Señor Rubén Darío: ¿qué arcaicas mariposas
tejieron sus ensueños de luz en su pensil?
¿Qué céfiro le dijo rondeles a tus rosas?
¿Qué fuente fue tu fuente de plata y de marfil?
Tu bosque tuvo un coro de ninfas prestigiosas
que puso en tus sonatas su cántico gentil
y en tu rosal, cuajado de flores luminosas,
gimió perennemente sus músicas de Abril.
Yo he visto en mis delirios tus pálidos jardines
y he oído el coro ilustre de líricos violines
que desgranaba en ellos sus ritmos de cristal.
Señor Rubén Darío: por eso es que mi lira
también tiene en sus cuerdas la cuerda que suspira
con el temblor alado de un blanco madrigal.
Orto, 19 de diciembre de 1920; Obra poética, compilación, prólogo y notas de Ángel Augier, La Habana, Editorial Arte y Literatura, 1972, T.1, p. 62.
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