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sábado, 24 de julio de 2021

No vamos a fusilar a esa gente

 

 No hace mucho una delegación nuestra visitó España en misión comercial. Muchachos jóvenes, con algunas de estas debilidades, pasaron varios meses en la “dulce vita”. Allá en España distintas empresas, que gustan de vender con malicia de aguzados capitalistas, los invitaban a fiestas. Y en los vapores de las fiestas y del buen coñac y de la buena bebida española, llegaban también grupos de artistas a alegrar más el ambiente y, entre los artistas, algunas bellas jóvenes, capaces de constituir una verdadera tentación para aquellos humanos y débiles funcionarios nuestros. Además de todo esto, prestarles todas las demás facilidades para sus dulces cuitas.

 Eso no es correcto en funcionarios que van allí en nombre de la república a comprar y a vender, y que tienen la obligación de defender con el mayor celo el dinero de la república, las divisas de nuestros obreros y de nuestros campesinos (APLAUSOS). Y eso es una forma sutil de soborno, es una forma sutil de corrupción, porque cuando llega la hora de discutir, ¿con qué moral ese funcionario discute con la compañía que ha tenido tan delicadas atenciones con el funcionario, que le ha endulzado la vida? ¿Es correcto que los hombres que en este país representan a este pueblo en el extranjero se comporten de esa forma? ¡No!

 No vamos a fusilar a esa gente, no; en otros sitios los han fusilado, pero de verdad que lo que debemos es fusilar el vicio, porque en eso hay muchas responsabilidades. Todos tenemos responsabilidades, ¡todos! Tomar conciencia de esos vicios y erradicarlos es lo que corresponde hacer, y algunos pepillitos de estos mandarlos al Servicio Militar Obligatorio (APLAUSOS), o mandarlos a la agricultura, sean quienes sean y llámense como se llamen (APLAUSOS). ¿Privilegios en el seno de la Revolución? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”); ¿derechos feudales en el seno de esta Revolución? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”); ¿apellidos en el seno de esta Revolución? (EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) Pues bien, luchemos contra eso y habremos sacado el más saludable fruto de esta experiencia amarga.

 Tenemos a unos cuantos señores arrestados. No les va a pasar nada, nadie se asuste; simplemente estamos investigando algunas irregularidades, algunas inmoralidades, algunas faltas que están sancionadas por el Código Penal. ¿Viciosos en el seno de la Revolución? ¡No! Porque, en todo caso, lo mandamos a un hospital para que lo curen; si está loco, a un manicomio, pero que no estorben. Hay mucho que hacer, hay mucho que trabajar.

 ¿Guapos por la calle? ¡No! Si son guapos haremos boxeadores con ellos, o algo por el estilo, a ver si, no sé.

 Y les advierto que esta es la atmósfera capitalina, estos vicios son capitalinos. Una ciudad grande tiene las características de una ciudad grande. Estos vicios no son propios de las capitales de provincias, son propios de nuestra capital. ¿Qué lo ha alentado? Cierta impunidad, cierto historial de quienes han sido genuinos representantes de esos vicios.

 Y ha llegado la hora —como decía—, sin matar un mosquito, de ponerle fin a todo esto. Y, desde luego, le pondremos fin sin violencia. Habrá que, desde luego, en algunos casos interrogarlos, hacer investigaciones, hacer ciertas inquisiciones, y las estamos haciendo.


 (Fragmento) Discurso de Fidel Castro en la conmemoración del IX aniversario del asalto al Palacio Presidencial, el 13 de marzo de 1966.Fotogragía: René Burri (1963). 


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