No hace mucho una delegación
nuestra visitó España en misión comercial. Muchachos jóvenes, con algunas de
estas debilidades, pasaron varios meses en la “dulce vita”. Allá en España
distintas empresas, que gustan de vender con malicia de aguzados capitalistas,
los invitaban a fiestas. Y en los vapores de las fiestas y del buen coñac y de
la buena bebida española, llegaban también grupos de artistas a alegrar más el
ambiente y, entre los artistas, algunas bellas jóvenes, capaces de constituir
una verdadera tentación para aquellos humanos y débiles funcionarios nuestros. Además
de todo esto, prestarles todas las demás facilidades para sus dulces cuitas.
Eso no es correcto en
funcionarios que van allí en nombre de la república a comprar y a vender, y que
tienen la obligación de defender con el mayor celo el dinero de la república,
las divisas de nuestros obreros y de nuestros campesinos (APLAUSOS). Y eso es
una forma sutil de soborno, es una forma sutil de corrupción, porque cuando
llega la hora de discutir, ¿con qué moral ese funcionario discute con la
compañía que ha tenido tan delicadas atenciones con el funcionario, que le ha
endulzado la vida? ¿Es correcto que los hombres que en este país representan a
este pueblo en el extranjero se comporten de esa forma? ¡No!
No vamos a fusilar a esa gente,
no; en otros sitios los han fusilado, pero de verdad que lo que debemos es
fusilar el vicio, porque en eso hay muchas responsabilidades. Todos tenemos
responsabilidades, ¡todos! Tomar conciencia de esos vicios y erradicarlos es lo
que corresponde hacer, y algunos pepillitos de estos mandarlos al Servicio
Militar Obligatorio (APLAUSOS), o mandarlos a la agricultura, sean quienes sean
y llámense como se llamen (APLAUSOS). ¿Privilegios en el seno de la Revolución?
(EXCLAMACIONES DE: “¡No!”); ¿derechos feudales en el seno de esta Revolución?
(EXCLAMACIONES DE: “¡No!”); ¿apellidos en el seno de esta Revolución?
(EXCLAMACIONES DE: “¡No!”) Pues bien, luchemos contra eso y habremos sacado el
más saludable fruto de esta experiencia amarga.
Tenemos a unos cuantos señores
arrestados. No les va a pasar nada, nadie se asuste; simplemente estamos
investigando algunas irregularidades, algunas inmoralidades, algunas faltas que
están sancionadas por el Código Penal. ¿Viciosos en el seno de la Revolución?
¡No! Porque, en todo caso, lo mandamos a un hospital para que lo curen; si está
loco, a un manicomio, pero que no estorben. Hay mucho que hacer, hay mucho que
trabajar.
¿Guapos por la calle? ¡No! Si son
guapos haremos boxeadores con ellos, o algo por el estilo, a ver si, no sé.
Y les advierto que esta es la
atmósfera capitalina, estos vicios son capitalinos. Una ciudad grande tiene las
características de una ciudad grande. Estos vicios no son propios de las
capitales de provincias, son propios de nuestra capital. ¿Qué lo ha alentado?
Cierta impunidad, cierto historial de quienes han sido genuinos representantes
de esos vicios.
Y ha llegado la hora —como
decía—, sin matar un mosquito, de ponerle fin a todo esto. Y, desde luego, le
pondremos fin sin violencia. Habrá que, desde luego, en algunos casos interrogarlos,
hacer investigaciones, hacer ciertas inquisiciones, y las estamos haciendo.
(Fragmento) Discurso de Fidel Castro en la conmemoración del IX aniversario del asalto al Palacio Presidencial, el 13 de marzo de 1966.Fotogragía: René Burri (1963).
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