Zbigniew Herbert
El más bajo círculo del infierno. Contra la opinión generalizada no lo habitan ni déspotas, ni matricidas, ni quienes rondan tras el cuerpo ajeno. Es el asilo de los artistas, lleno de espejos, instrumentos y retratos. A primera vista, la más confortable sección del infierno, sin alquitrán, fuego o torturas físicas.
Todo el año se celebran aquí
concursos, festivales y conciertos. No hay temporada alta. El lleno es
permanente y prácticamente absoluto. Cada trimestre surgen nuevos rumbos y,
según parece, nada está en disposición de detener el triunfal avance de la
vanguardia.
Belcebú ama el arte. Jáctase de
que sus coros, sus poetas y pintores ya casi sobrepujan a los celestes. Quien
tiene el mejor arte, tiene el mejor gobierno -por supuesto. Pronto podrán medirse
en el Festival de los Dos Mundos. Y entonces veremos qué queda de Dante, Fra
Angélico o Bach.
Balcebú apoya el arte. Asegura a sus artistas paz, buena pitanza y estricto aislamiento de la vida infernal. 1974
Traducción de Xaverio Ballester
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