Aberlardo Farrés
Llegué: ya estoy frente a frente,
apenado y silencioso,
de ese mundo misterioso
donde el alma late y siente.
Sólo escucho un ¡ay! doliente,
y sólo percibo y siento
el prolongado lamento
que en los cipreses palpita
y la muerte que se agita
hasta en las alas del viento.
La luna que en las alturas
suave claridad desata,
quiebra sus rayos de plata
en marmóreas sepulturas.
Veo de las esculturas
las siluetas recortadas,
como almas petrificadas
que, en actitudes sombrías,
recuerdan sus alegrías
y sus tristezas pasadas.
Llegué: la razón advierte,
ante esta verja querida,
el límite que la vida
puso al reino de la muerte.
El dolor su llanto vierte
sobre rosales y flores,
y entre los tenues rumores
que llegan a mis oídos,
oigo besos y gemidos
de mis ya muertos amores.
Evolución de la cultura cubana. La poesía lírica en Cuba, Tomo IV, Imprenta "El siglo XX", La Habana, 1928.
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