Pablo de Rokha
Alta y
ancha Cuba, cuero de hierro y sudor inmortal, pequeña isla inmensa a la cabeza
de Indoamérica, hacha del mundo y pájaro-sol,
un terrón de azúcar colosal, rodeado
de pirañas y tiburones que babean la lengua de Shakespeare, ciñe tu cabeza de
ciruela del cosmos, y tus riñones ateridos e incendiados como el dolor eterno
del hombre, flor del
Caribe, reina del tabaco, cruz del Oriente, cómo relampaguea encima del futuro
tu ojo de oro, gran palmera.
Mar y
montaña sudaron tu Revolución Popular "acusada" de comunismo, y al conductor
de pueblos epónimo y dramático, le creció la barba del mundo, le creció el
esplendor de "Dios", le creció la gesta del siglo y las generaciones
futuras,
entre los
pliegues épicos de la Sierra Maestra, y un pan candeal ardiendo medio a medio
del corazón;
Fidel
Castro eres tú, patria del alma americana, gigante Fidel Castro, tus machetes y
tus ametralladoras cuadradas, democráticas,
y Raúl y
el "Ché" Guevara y Cienfuegos o Dorticós, todos los cubanos de Cuba, menos
los caimanes rubios y los nacifascistas con complejo de asesinato.
Los
vampiros enfurecidos de Yanquilandia, desde el nido de arañas de Guantánamo,
ahítos
del licor seminal de los chacales, hundidos en el pantano de escupos de la
explotación y la humillación de los pueblos, orlados de dopados, renegados,
degenerados y traidores,
se romperán
el hocico contra las masas talladas de tus héroes, que son estatuas de
batallas.
El
guajiro vegetal y agropecuario, azotado y pateado, se levantó y se abrazó a tus
líderes, y en la Reforma Agraria parió tierra la tierra de José Martí,
pan,
libertad y paz, pan, libertad y paz, pan, libertad y paz, café con leche y
miel, toros, bananos, potros, soldados, barcos de cantos, sol embotellado,
acero y ron, la caballería de la poesía nacional, internacional y transatlántica,
afinó las guitarras embanderadas de la rebelión
a la
manera de la "Perla de las Antillas", y nosotros, los abandonados del
cielo y del mundo, erguidos sobre los nuestros gobiernos de títeres
descomunales, como un rebenque que emerge de entre escombros del remoto avatar
y de catástrofes de catástrofes,
"Hombres
de Chile, poetas del mundo", mordidos por enanos acumulados, nietos de
pueblos que hablan o rugen o cantan como águilas, como una condecoración pura,
te llevamos en los escombros del panteón del pecho paternal, que es como un
rifle roto o un portalón o un torreón derruido y arrasado atardeciendo,
aullando a la eternidad.
Rufianes
y caínes, fariseos y anticristos con sotana, ladrones y peleles arrancan
echando mentiras con afán roñoso sobre tus grandes empresas de trabajadores,
profundas y soberbias como túneles, mordidas por la traición simoníaca;
pero
los hechos están emergiendo como regimientos o parados como caballos de espanto
o como relámpagos, en las inmensas torres de la Historia Americana, no se
discuten, no, y no se discute el sol, cuando sonando alumbra la tierra, ni a
una gran hembra obrera cuando está pariendo un chileno,
ni se ha
comido o no ha comido El Indolatino hambriento, asaltado y saqueado por
Norteamérica, Cuba, espada y balanza del Tribunal de la Época, Cuba, ilustre
Cuba enorme.
Auroral
y colosal progenitora de mártires a caballo, gran país contralor del
Continente, la paloma de fuego del dios del cristianismo primitivo está contigo
y la justicia social de los trabajadores, la justicia social, popular,
marxista-leninista,
el
código gigante que resplandece en la URSS de Jruschov y la China egregia de
Mao, que se desencadena arrastrando por adentro los milenios;
nosotros
los traicionados por acomodados argonautas de pacotilla y por negreros, o por
los espantosos monopolios ceñidos de aterrados catafalcos que entrechocan su
cataclismo de escamas y paladas de médulas sobre el hambre nacional, alzamos tu
corazón como un pabellón enarbolado en los abismos;
¡qué
enormes destacamentos de serpientes y de chacales con chaleco de ametralladora
imperialista y pantalón de compadrón lacayo, lamido por simoníacos,
acechan
tu muerte inmortal, ¡oh! niña, ¡oh! piña silvestre, y cómo los bandidos negros
como cuervos de fusilamiento, hecho con deshechos de humanidad y con andrajos
de religión podrida, no de religión honesta y equivocada,
están
con el hocico abierto gritando la gran mentira imperial a la orilla de los
héroes que engendran y generan las superestructuras estéticas...!
Una dual
escuadra de asesinos pagados por asesinos te acosa a ti, gran águila
democrática, y todos los tontos de "Indoamérica" y los ateneístas
castrados que piden lenguaje y voz de castrados, echan la baba de metal
ardiendo desde sus tristes resquicios de Judas acorralados y enmascarados en la
retórica,
a tu
vaso de vino natal, caliente y relampagueante, celeste cómo los ganados de
Abraham, entre las barbas eternas de Jehová pastando miel lacustre.
Relincha
un gran semental rojo y está bramando un toro con lomo de ópalos, en las
arboladuras de tu navío colosal, y la carroña demagógica de la dictadura
internacional de la burguesía, los cobardes y los ladrones del cobre y del
salitre de Chile o del petróleo y las santas materias primas, del hierro, del
estaño, del plomo, del carbón colonial, del oro con uranio y oro, los ladrones
y sus sirvientes, "los gusanos" acuartelados,
el
académico idiota, vendido con hocico y todo, en condición de zorra o de hiena,
los pujistas, los arribistas, los oportunistas y los espantosos renegados
amarillos
y el
ex-nazi homosexual o hermafrodita o te insultan o te calumnian, te bañan de
baba eclesiástica, te acosan como a toro, porque no les entregas la Revolución
en bandeja y a los héroes encadenados.
Tu pueblo
y los pueblos del mundo opondrán un murallón de pechos de pueblos al premeditado
y enorme asesinato, y la cohetería de la URSS te tenderá su pabellón de paz
desde todo lo hondo de lo cósmico, desde sus campos de trigo rural y sus usinas
descomunales como océanos, desde su vientre de madre,
¡oh!
fuerte y preciosa virgen de las ociarías,
y el
hombre corriente que deviene luz y costumbres de terrible creador de dioses, el
ser de base que engendra los poetas y la historia de lo sublime,
le
ofrendan la fuerza tremenda de las masas en insurrección, y el oleaje democrático
y ecuménico del formidable impacto popular,
el racimo del infinito, de donde emerge todo
lo bello.
(Tomada
de "ACERO DE INVIERNO” 1961).
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