OBSERVACIONES SANITARIAS Y NOTAS
ESTADÍSTICAS EN RELACIÓN CON LA EPIDEMIA DE GRIPE O INFLUENZA
por el DR. JOSÉ
A. LÓPEZ DEL VALLE
(Sesión del 14 de febrero de 1919)
Cumpliendo gustoso mi propósito
de informar constantemente a ustedes con respecto al curso y desenvolvimiento
de la actual epidemia de gripe o influenza, voy a dar a conocer las
estadísticas de morbilidad y de mortalidad formadas en el Negociado de
Inspección Médica de la Jefatura Local de Sanidad de la Habana, de los casos de
la citada enfermedad comunicados por los señores médicos en ejercicio.
El
número total de casos de gripe o influenza, participados por los señores
médicos a la Oficina de Sanidad en esta capital, alcanza a la cifra de 6,737,
que viene sentar la cuarta parte, aproximadamente, del número total de casos de
esa infección que efectivamente han ocurrido en la Habana. Por los datos
privados obtenidos, por antecedentes adquiridos de los señores médicos de mayor
clientela y por nuestra observación en las Casas de Salud y Hospitales, podemos
llegar a la conclusión de que en la Habana se han presentado unos treinta mil
casos de gripe o influenza, del pasado mes de agosto a la fecha se explica,
señores, esta relativa diferencia entre los "partes" médicos y la
realidad, por ser la gripe una enfermedad de reciente declaración obligatoria y
por el trabajo abrumador que con motivo de esta epidemia, ha pesado sobre
nuestros compañeros de profesión, después de los cuales, según su espontánea y
franca declaración, no disponían del tiempo necesario a formular partes, otros
solo hacían una visita al atacado sin poder formar diagnóstico. Tenemos,
también, entre los casos ignorados, los miles de enfermos que han curado, sin
necesidad de asistencia médica, que en la gripe o influenza, son en número
mayor que en otras epidemias. Tenemos, pues, y así nos apresuramos a
reconocerlo, que nuestras estadísticas de morbilidad no arrojan, por las
razones expuestas, el número exacto de casos de gripe o influenza ocurridos en
esta capital. En cambio, las estadísticas de mortalidad se aproximan y casi
puede asegurarse que llegan a la verdad.
En estos trabajos, puede decirse, que
los muertos son los que "más claro hablan". Hemos cuidado, al
preparar esas notas, de agrupar bajo la denominación de gripe o influenza los
certificados de defunción expedidos no tan sólo con esas denominaciones, sino
también con los de neumonía, bronco-neumonía y demás complicaciones de la
enfermedad. Y para que puedan ustedes formar un juicio más completo con la
comparación de las defunciones por gripe o influenza en años anteriores, daré
lectura al siguiente cuadro estadístico formado con su sapiencia reconocida por
nuestro querido Secretario el Dr. Le-Roy y que comprende las muertes por esa
causa desde el año del 1900 a 1918, ambos inclusive y el mes de enero del 1919:
Estudiando los casos comunicados,
por la edad de los atacados, advertimos un hecho significativo y que da
singular aspecto a este brote epidémico de gripe o influenza, en comparación
con otros anteriores. Los niños y los viejos, son los menos atacados. Las
cifras más altas de los casos comunicados, han ocurrido en individuos de los 16
a los 40 años y, especialmente, de los 26 a los 40 años. A estas últimas
edades, corresponde, en esa estadística, el número mayor de casos. Mientras de
O a un año y de los 61 a 85 años se registran, respectivamente, 40 y 96 casos,
en cambio de los 26 a los 40 años, esto es, en la edad más vigorosa y
aprovechable de la vida, han ocurrido 2,645 casos.
En esos nuestros datos, se
observa una curva ascendente en el número de individuos, de O hasta los 40
años. De los 41 a los 60, disminuye el número y a partir de los 61 años, se
hace notable la reducción de los invadidos. De los 75 a los 85 años, solo
tenemos noticias de 4 casos de gripe o influenza.
En pasadas epidemias, en el
curso natural de la gripe esta infección escogía sus víctimas entre los viejos,
a los que dura y cruelmente aniquilaba. La gripe o influenza, es una enfermedad
de selección. Se lleva —decíamos— a los averiados, a los que padecen de
afecciones crónicas, a los que viven a expensas de compensaciones más o menos
mejor establecidas. Estos eran principios y teorías que teníamos por firmes y
seguras, en lo que se refería a la naturaleza propia de esa infección.
Ahora,
en el presente brote epidémico, tanto en Cuba como en las demás naciones, la
influenza viene causando estragos entre los fuertes y sanos, entre los que se
encuentran en las edades más vigorosas de la vida.
Examinando las estadísticas
anteriores y considerando los casos comunicados por razas, no obtenemos
enseñanza especial alguna, ya que se encuentran proporcionalmente repartidos
entre los blancos y los negros. En cambio, se advierte en esas notas, que sólo
siete asiáticos fueran reportados como invadidos por gripe o influenza, de los
6,737 casos comunicados. Pero de este hecho no pueden derivarse muy especiales
consideraciones, ya que todos sabemos que los individuos de esa raza acuden al
médico tan solo, en los casos extremos y que dificultan con su natural mutismo
y con su falta de expresión apropiada, la formulación de diagnóstico en muchos
casos. Casi todos los asiáticos se asisten por medio de remedios caseros y son
atendidos por individuos de su raza, que titulándose médicos, le prestan
asistencia. Por estas razones no podemos sacar mayores enseñanzas por el corto
número de casos de gripe o influenza que aparecen haber ocurrido entre ellos.
Fácil es observar, con la lectura de los datos estadísticos antes
especificados, el crecido número de atacados de influenza, llegados a la Habana
de distintas localidades del interior de la República. Este hecho se observa
también en la fiebre tifoidea y en casi todas las infecciones. Los atacados de
las mismas que residen en el interior, vienen a la Habana a asistirse en las
Casas de Salud y Hospitales y en demanda de mayores auxilios. Y por esa causa,
la Habana figura siempre con una cifra crecida en las infecciones que en gran
mayoría de los casos han sido contraídas fuera.
De los 6,737 casos de gripe registrados
en la Habana, corresponden a las distintas poblaciones que se indican, 1,383
casos. Considerando los casos de gripe o influenza ocurridos en la ciudad de la
Habana, según la residencia de los enfermos, tenemos que el número mayor
corresponde al barrio del Vedado, lo que se explica por su gran extensión
urbana y por la intensidad de su población. Podemos observar que ciertos
barrios como los de Jesús María, Colón, Pueblo Nuevo, La Salud, y Atares,
figuran con elevadas cifras. Debemos recordar que éstos son distritos donde
abundan las casas de vecindad, en las que han ocurrido el mayor número de casos
de gripe.
Es muy notable el hecho del reducido número de muertes ocurridas por
gripe en los Hospitales y, a pesar del número extraordinario de atacados de esa
infección, asistidos en esos establecimientos. En algunos de ellos ese tipo de
mortalidad queda reducido a menos de un seis por mil. Y este hecho se explica
perfectamente, por la clase de asistencia que se facilita en esos nosocomios,
donde se tienen los enfermos en lugares adecuados, al aire libre, sin exceso de
medicinas y observando un régimen higiénico y adecuado. También observamos ese
hecho en el Lazareto del Mariel y en las casas particulares donde observan
fielmente las prescripciones sanitarias. No tan solo se curan con ese plan
higiénico los enfermos, sino que se evita el contagio de los sanos. De aquí,
que sacamos la enseñanza de que la higiene personal, el aseo, la buena
ventilación de la casa y demás medidas recomendadas por la higiene, son los
elementos más adecuados para la asistencia y debido aislamiento de los
griposos. Estas observaciones comprobadas por la práctica y sancionadas por la
experiencia nos hace considerar como "no completas" las experiencias
recientemente llevadas a cabo en Hospitales de los Estados Unidos. Para
demostrar que la gripe no se trasmite ni por los estornudos del atacado, ni por
sus secreciones nasales o faríngeas. Esas pruebas se hicieron en sanatorios
higiénicos muy ventilados y a pleno sol. En cambio creemos que si se hubiesen
escogido lugares obscuros, sin hacer ventanas sanitarias, donde reinase el
hacinamiento y la falta de ventilación, acaso se hubiesen obtenido otros
resultados. Me parece que todavía no estamos en el caso de contar por completo
la transmisión de la gripe por "gotas colgantes".
Después de todo,
debemos cuidar de la tos y del estornudo y de las secreciones nasales de los
griposos, no tan sólo por la profilaxis probable de esa enfermedad, sino por
aseo general y sobre todo por los casos de simbiosis de la gripe con la
tuberculosis y la neumonía. Es una conducta prudente. Me propongo, en breve,
una vez terminada la epidemia de gripe, traer notas más acabadas y completas
sobre el particular y con el concurso de Vds. ver si es posible dar alguna luz
en el actual obscuro y difícil camino de la profilaxis de esa infección.
Anales..., 1918-19, Vol. 55, pp. 707 y ss.
Anales..., 1918-19, Vol. 55, pp. 707 y ss.
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