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domingo, 29 de marzo de 2020

Observaciones, mortalidad



  
 OBSERVACIONES SANITARIAS Y NOTAS ESTADÍSTICAS EN RELACIÓN CON LA EPIDEMIA DE GRIPE O INFLUENZA 

  por el DR. JOSÉ A. LÓPEZ DEL VALLE 

  (Sesión del 14 de febrero de 1919)

 Cumpliendo gustoso mi propósito de informar constantemente a ustedes con respecto al curso y desenvolvimiento de la actual epidemia de gripe o influenza, voy a dar a conocer las estadísticas de morbilidad y de mortalidad formadas en el Negociado de Inspección Médica de la Jefatura Local de Sanidad de la Habana, de los casos de la citada enfermedad comunicados por los señores médicos en ejercicio. 
 El número total de casos de gripe o influenza, participados por los señores médicos a la Oficina de Sanidad en esta capital, alcanza a la cifra de 6,737, que viene sentar la cuarta parte, aproximadamente, del número total de casos de esa infección que efectivamente han ocurrido en la Habana. Por los datos privados obtenidos, por antecedentes adquiridos de los señores médicos de mayor clientela y por nuestra observación en las Casas de Salud y Hospitales, podemos llegar a la conclusión de que en la Habana se han presentado unos treinta mil casos de gripe o influenza, del pasado mes de agosto a la fecha se explica, señores, esta relativa diferencia entre los "partes" médicos y la realidad, por ser la gripe una enfermedad de reciente declaración obligatoria y por el trabajo abrumador que con motivo de esta epidemia, ha pesado sobre nuestros compañeros de profesión, después de los cuales, según su espontánea y franca declaración, no disponían del tiempo necesario a formular partes, otros solo hacían una visita al atacado sin poder formar diagnóstico. Tenemos, también, entre los casos ignorados, los miles de enfermos que han curado, sin necesidad de asistencia médica, que en la gripe o influenza, son en número mayor que en otras epidemias. Tenemos, pues, y así nos apresuramos a reconocerlo, que nuestras estadísticas de morbilidad no arrojan, por las razones expuestas, el número exacto de casos de gripe o influenza ocurridos en esta capital. En cambio, las estadísticas de mortalidad se aproximan y casi puede asegurarse que llegan a la verdad. 
 En estos trabajos, puede decirse, que los muertos son los que "más claro hablan". Hemos cuidado, al preparar esas notas, de agrupar bajo la denominación de gripe o influenza los certificados de defunción expedidos no tan sólo con esas denominaciones, sino también con los de neumonía, bronco-neumonía y demás complicaciones de la enfermedad. Y para que puedan ustedes formar un juicio más completo con la comparación de las defunciones por gripe o influenza en años anteriores, daré lectura al siguiente cuadro estadístico formado con su sapiencia reconocida por nuestro querido Secretario el Dr. Le-Roy y que comprende las muertes por esa causa desde el año del 1900 a 1918, ambos inclusive y el mes de enero del 1919:



 Estudiando los casos comunicados, por la edad de los atacados, advertimos un hecho significativo y que da singular aspecto a este brote epidémico de gripe o influenza, en comparación con otros anteriores. Los niños y los viejos, son los menos atacados. Las cifras más altas de los casos comunicados, han ocurrido en individuos de los 16 a los 40 años y, especialmente, de los 26 a los 40 años. A estas últimas edades, corresponde, en esa estadística, el número mayor de casos. Mientras de O a un año y de los 61 a 85 años se registran, respectivamente, 40 y 96 casos, en cambio de los 26 a los 40 años, esto es, en la edad más vigorosa y aprovechable de la vida, han ocurrido 2,645 casos. 
 En esos nuestros datos, se observa una curva ascendente en el número de individuos, de O hasta los 40 años. De los 41 a los 60, disminuye el número y a partir de los 61 años, se hace notable la reducción de los invadidos. De los 75 a los 85 años, solo tenemos noticias de 4 casos de gripe o influenza. 
 En pasadas epidemias, en el curso natural de la gripe esta infección escogía sus víctimas entre los viejos, a los que dura y cruelmente aniquilaba. La gripe o influenza, es una enfermedad de selección. Se lleva —decíamos— a los averiados, a los que padecen de afecciones crónicas, a los que viven a expensas de compensaciones más o menos mejor establecidas. Estos eran principios y teorías que teníamos por firmes y seguras, en lo que se refería a la naturaleza propia de esa infección. 
 Ahora, en el presente brote epidémico, tanto en Cuba como en las demás naciones, la influenza viene causando estragos entre los fuertes y sanos, entre los que se encuentran en las edades más vigorosas de la vida. 
 Examinando las estadísticas anteriores y considerando los casos comunicados por razas, no obtenemos enseñanza especial alguna, ya que se encuentran proporcionalmente repartidos entre los blancos y los negros. En cambio, se advierte en esas notas, que sólo siete asiáticos fueran reportados como invadidos por gripe o influenza, de los 6,737 casos comunicados. Pero de este hecho no pueden derivarse muy especiales consideraciones, ya que todos sabemos que los individuos de esa raza acuden al médico tan solo, en los casos extremos y que dificultan con su natural mutismo y con su falta de expresión apropiada, la formulación de diagnóstico en muchos casos. Casi todos los asiáticos se asisten por medio de remedios caseros y son atendidos por individuos de su raza, que titulándose médicos, le prestan asistencia. Por estas razones no podemos sacar mayores enseñanzas por el corto número de casos de gripe o influenza que aparecen haber ocurrido entre ellos. 
 Fácil es observar, con la lectura de los datos estadísticos antes especificados, el crecido número de atacados de influenza, llegados a la Habana de distintas localidades del interior de la República. Este hecho se observa también en la fiebre tifoidea y en casi todas las infecciones. Los atacados de las mismas que residen en el interior, vienen a la Habana a asistirse en las Casas de Salud y Hospitales y en demanda de mayores auxilios. Y por esa causa, la Habana figura siempre con una cifra crecida en las infecciones que en gran mayoría de los casos han sido contraídas fuera. 
 De los 6,737 casos de gripe registrados en la Habana, corresponden a las distintas poblaciones que se indican, 1,383 casos. Considerando los casos de gripe o influenza ocurridos en la ciudad de la Habana, según la residencia de los enfermos, tenemos que el número mayor corresponde al barrio del Vedado, lo que se explica por su gran extensión urbana y por la intensidad de su población. Podemos observar que ciertos barrios como los de Jesús María, Colón, Pueblo Nuevo, La Salud, y Atares, figuran con elevadas cifras. Debemos recordar que éstos son distritos donde abundan las casas de vecindad, en las que han ocurrido el mayor número de casos de gripe.
  Es muy notable el hecho del reducido número de muertes ocurridas por gripe en los Hospitales y, a pesar del número extraordinario de atacados de esa infección, asistidos en esos establecimientos. En algunos de ellos ese tipo de mortalidad queda reducido a menos de un seis por mil. Y este hecho se explica perfectamente, por la clase de asistencia que se facilita en esos nosocomios, donde se tienen los enfermos en lugares adecuados, al aire libre, sin exceso de medicinas y observando un régimen higiénico y adecuado. También observamos ese hecho en el Lazareto del Mariel y en las casas particulares donde observan fielmente las prescripciones sanitarias. No tan solo se curan con ese plan higiénico los enfermos, sino que se evita el contagio de los sanos.    De aquí, que sacamos la enseñanza de que la higiene personal, el aseo, la buena ventilación de la casa y demás medidas recomendadas por la higiene, son los elementos más adecuados para la asistencia y debido aislamiento de los griposos. Estas observaciones comprobadas por la práctica y sancionadas por la experiencia nos hace considerar como "no completas" las experiencias recientemente llevadas a cabo en Hospitales de los Estados Unidos. Para demostrar que la gripe no se trasmite ni por los estornudos del atacado, ni por sus secreciones nasales o faríngeas. Esas pruebas se hicieron en sanatorios higiénicos muy ventilados y a pleno sol. En cambio creemos que si se hubiesen escogido lugares obscuros, sin hacer ventanas sanitarias, donde reinase el hacinamiento y la falta de ventilación, acaso se hubiesen obtenido otros resultados. Me parece que todavía no estamos en el caso de contar por completo la transmisión de la gripe por "gotas colgantes". 
 Después de todo, debemos cuidar de la tos y del estornudo y de las secreciones nasales de los griposos, no tan sólo por la profilaxis probable de esa enfermedad, sino por aseo general y sobre todo por los casos de simbiosis de la gripe con la tuberculosis y la neumonía. Es una conducta prudente. Me propongo, en breve, una vez terminada la epidemia de gripe, traer notas más acabadas y completas sobre el particular y con el concurso de Vds. ver si es posible dar alguna luz en el actual obscuro y difícil camino de la profilaxis de esa infección.

 Anales..., 1918-19, Vol. 55, pp. 707 y ss. 

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