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jueves, 20 de febrero de 2020

El corazón de Celestino Medrano

   


  PARTE ANATÓMICA. —También está de manifiesto otra preparación conservada en natural, que consiste en un corazón con el origen de los grandes vasos venosos y arteriales, y en cuyo tronco braquio-cefálico se observa una dilatación aneurismática, la cual presenta en su parte anterior y algo esterna una abertura de diez y ocho líneas verticalmente, y de nueve en la trasversal, causada por la rotura de las membranas de aquel vaso sanguíneo. La predicha ruptura había sido curada por la misma naturaleza, adaptando un tapón fibrinoso a la abertura mencionada. El referido tapón, contenido en un bote de cristal, ofrece una superficie externa de figura convexa, y cubierta en el cadáver por el tejido celular de la región, sostenida o apoyada sobre la parte interna de la clavícula y primera costilla; y una superficie interna de pulgada y media de extensión, en donde se advierte un canal formado por el tránsito de la sangre de la arteria subclavia. 
 PARTE HISTÓRICA.— Celestino Medrano, objeto de esta observación, era natural de la Habana e hijo de mejicano; en el país de su nacimiento ejercía el oficio de maestro sastre con mucha inteligencia y crédito, pues este individuo, aunque por la rama primogénita de madre pertenecía a la raza etiópica, cuyos caracteres físicos presentaba, sin embargo, dotado por la naturaleza de cualidades de espíritu y corazón sobresalientes, cultivadas con una educación escogida, se granjeaba las simpatías de todos; siendo su talento muy superior al de algunos, que por no ser de color negro, están colocados en la caucásica o árabe europea, la cual, según el parecer de los naturalistas, es la más perfecta de la especie humana. 
 Este infeliz acusado de hombre peligroso, fue preso como uno de los conjurados de la revolución que iba a estallar en la Isla de Cuba, en la época del famoso poeta Plácido. Arrancáronle del seno de su familia, de su mujer e hijos, a quienes amaba con toda la sensibilidad de un buen americano; y le trasportaron a Cádiz, embalado como una despreciable mercancía, en el fondo o bodega de un buque, con otros muchos compañeros de desgracia. Sujeto a la cruel suerte de presidiario, un hombre del temple de su alma debió padecer en estremo. De esta ciudad pasó al correccional de Sevilla, en donde cierto día uno de los llamados cabos de vara, disputando con él, dióle al desgraciado preso tantos palos, que cayó en tierra casi sin sentido, y fue trasportado a la enfermería de la cárcel entre cuatro de sus camaradas. Recobró después de algún tiempo la salud perdida, a beneficio de evacuaciones de sangre y otros medicamentos. Habiendo sido puesto en libertad, como otros varios paisanos suyos, trabajaba en su oficio en esta población, a pesar de estar valetudinario por continuos padeceres, recordándose siempre de su patria, mujer e hijos. Inutilizado por tales padecimientos, careciendo de trabajo y de recursos, se vió obligado a implorar la clemencia pública, y fue recibido en el hospital de la Misericordia en el día 16 de Marzo de 1847, en un estado bastante demacrado, ofreciendo además calentura y síntomas de una afección de pecho incurable. Tratáronle en este establecimiento con una terapéutica racional, pues teniéndose que combatir una enfermedad de corazón, el paciente estaba casi consunto. Evacuaciones sanguíneas con prudencia, la digital y un buen régimen, tales fueron las medicaciones prescriptas. Sin embargo, la dolencia se agravó más y más cada día y este desdichado murió a los 40 años de edad, en el 19 de Marzo de 1847.

 Investigaciones anatómicas e históricas sobre los originales y modelos patológicos existentes en el Gabinete de la Facultad de Medicina y Cirugía de Cádiz; por A. de Gracia. 1849. 

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