José Chacón y Calvo
Joven aún, había nacido en 1903, acaba de morir en México un
poeta que hizo de la muerte tema central de algunos de sus libros: Xavier Villaurrutia.
Del grupo literario de Contemporáneos, la revista que representó la nuevas
tendencias literarias en el México posrevolucionario de la tercera década de
nuestro siglo, su obra poética inicial, Reflejos, publicada en 1926, reveló
como dice un tratadista de la literatura, Prampolini, “una sensibilidad ágil y
una penetrante percepción de la realidad externa”.
La finura lírica fue
una de las notas más firmes de su poesía. Y en sus estilizaciones de algunos
momentos –digamos mejor que temas de la poesía popular-, no sabremos bien si lo
que nos parece claramente popular es un reflejo de la corriente anónima de la
poesía o de la fuerte individualidad del artista. En esta composición, Noche, que citamos fragmentariamente, se
observa de manera cumplida:
Arroyos que se han
dormido,
blancos de plata, se
tienden
en el verde los
caminos.
A aquella estrella
señera,
quedada atrás,
olvidada,
cantémosle una canción
lánguida y exagerada.
Que el eco hará la
segunda
voz, y el viento en
las ramas
acompañará la letra
tocando
cuerdas delgadas…
Estrellita reluciente,
préstame tu claridá
para seguirle los
pasos
a mi amor que ya se
va.
(Reflejos)
¿No parecen estos versos finales los de una canción popular?
Y son de un poeta que un buen número de composiciones da una
impresión agudamente intelectualista.
Prampolini (Historia Universal de la Literatura,
Tomo XI, páginas 363-364, cita “como ejemplo típico” de esta tendencia su
poesía Aire:
El aire juega a las
distancias:
acerca el horizonte,
echa a volar los
árboles
y levanta vidrieras
entre los ojos y el paisaje.
El aire juega a los
sonidos:
rompe los tragaluces
del cielo,
y llena con ecos de
plata de agua
el caracol de los
oídos.
El aire juega a los colores:
tiñe con verde de
hojas el arroyo
y lo vuelve, súbito,
azul,
o le pasa la borla de
una nube.
El aire juega a los
recuerdos:
se lleva todos los
ruidos
y deja espejos de
silencio
para mirar los años
vividos.
Otros libros de
Villaurrutia: Nocturnos (México,
1933), Nostalgia de la muerte
(Ediciones Sur, Buenos Aires, 1938), afirmaron su personalidad poética, que
deja además una labor dispersa en distintas publicaciones, principalmente Contemporáneos, la revista de la que fue
uno de sus inspiradores, que en esta hora de los homenajes se debiera acceder a
una cuidadosa selección y darle la forma mucho más permanente del volumen.
El poeta se acercó al
teatro y el tema de la muerte, que fue el motivo central de su arte refinado,
lo llevó a algunas de sus obras dramáticas y dio a su orientación moderna no sé qué acento de medieval misterio. Esta fue también, sin dudas, una de las
notas distintivas de la copiosa y dilatada producción de Xavier Villaurrutia.
El grupo de
Contemporáneos, que da a las letras hispanoamericanas algunas de las más altas
figuras (Torres Bodet afirma en la memorable publicación la triple personalidad
de poeta, ensayista y novelista), representó en el México posrevolucionario, un
anhelo universal, un culto generoso y desinteresado por las disciplinas
artísticas. Cronológicamente es de la generación anterior Alfonso Reyes, el
“mexicano universal”, pero las obras de pura creación literaria del ensayista
de las Tres Electras, ¿no ofrecen una
concordancia con las del grupo? Quizás si en este hubiera habido una mayor
preocupación humanista, podríamos afirmar que el gran exégeta de la crítica
ateniense, era como miembro honorario de Contemporáneos.
Por otra parte la revista consideró que la resonancia cada
vez mayor de la obra del poeta de Huellas (insistamos en la afirmación de que
toda la obra de Reyes, aun la de mayor rigor erudito, refleja a una fuerte y
avasalladora personalidad poética), contribuía a una afirmación de su propio
ideario estético.
La muerte de
Villaurrutia es un duelo de las letras de América. Creo que es el primero de
los fundadores de Contemporáneos que rinde su tributo a la muerte. En esta hora
de los póstumos homenajes, el que han de rendirle sus compañeros debe tender a
la mayor difusión de la obra del autor de Reflejos,
a salvar de la dispersión y del olvido su copiosa labor, esparcida en distintas
publicaciones, principalmente en la revista que es nombre del grupo y en la que
afirmó Villaurrutia las marcas distintivas de su fuerte y fina personalidad.
"Xavier Villaurrutia", Diario de la Marina, 10 de enero 1951, p. 4.
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